caravana de mujeres
«Venimos a conocer gente y pasarlo bien, no hacemos nada malo»
Llegan a Mérida las 65 mujeres de la caravana que prometía compañía femenina a los varones
Con casi dos horas de retraso, la controvertida caravana de mujeres llegó al hotel Romero, cerca de Mérida. Un autobús y dos coches traían a las 65 mujeres que el sábado se desplazaron desde Madrid hasta este complejo en medio de la nada (entre Torremejía y Calamonte, más cerca de Mérida que de Almendralejo) para participar en un evento la impulsado por la asociación Caravanas de Mujeres (Asocamu) y que ha despertado las críticas de numerosos colectivos por lo que se considera una utilización de la mujer como mercancía. La publicidad inicial, de hecho, garantizaba compañía femenino a todo varón que se apuntara. El propietario del hotel, en cambio, insistía ayer en que aquello era «un bien social» y «una convivencia, no un puticlub».
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Allí esperaban pacientemente los hombres desde hacía varias horas. Entre ellos había desde «jóvenes» de 37 años de alguna cercana localidad a recios varones de 50 curtidos por el sol y el
El propietario del hotel donde se celebró el evento defiende que se trata solo de un acto de «convivencia»
campo, alguno incluso más bien rondando los 60. Uno de ellos era Monago, de nombre Juan Francisco y procedente de Guareña, divorciado hace años. Ahora había pagado sus 50 euros «para ver si hacía alguna amistad», afirmaba mientras se colocaba el cuello de su camisa de cuadros blancos, rojos y azules.
El primero en bajar del autobús era un tipo alto, delgado, peinado hacia atrás, la camisa desabotonada casi hasta casi el ombligo y el pecho cubierto de cadenas de oro. De las 65 mujeres que llegaron, 55 eran de origen extranjero y diez españolas. Consuelo, de unos 50 años, es la tercera vez que participa en una caravana de mujeres y defiende este tipo de encuentros como una forma de «conocer gente», «intercambiar teléfonos» y «pasarlo de maravilla», sin hacer «nada malo», por lo que no entiende las críticas de trato discriminatorio hacia la mujer, recoge Efe.
«No están mal»
Todas ellas habían pagado 20 euros por el autobús. «Ni los viajes del Imserso son tan baratos», decía Manuel Gozalo, organizador de un evento en el que había, incluso, un puesto de rosas a 5 euros la unidad y 40 la docena.
«No están mal», se oían entre los donjuanes mientras se encaminaban al salón donde se ofreció la copa de bienvenida. Y luego, a comer y a la discoteca. Y así, hasta los dos de la mañana. La próxima semana, habrá otra «convivencia» en Villaseco del Pan en Zamora.