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Cuando el piropo se convierte en excusa para el acoso sexual en Argentina
Una joven argentina de 20 años recurre a las redes sociales para contar las groserías y comentarios agraviantes que recibía en la calle por parte de un grupo de trabajadores
Una joven argentina de tan solo 20 años ha recurrido a las redes sociales para llamar la atención sobre un hecho que, lejos de denunciarse, se ha normalizado en Argentina.
Se trata del acoso callejero que sufren muchas mujeres argentinas y que se confunde (o justifica) erróneamente con piropos y que son una muestra de la violencia verbal que viven las mujeres en la Argentina llegando, incluso, al acoso sexual.
Aixa Rizzo, una joven de 20 años cuenta en un vídeo de Youtube el acoso callejero que sufrió al lado de su casa de manos de unos obreros que llegaron, incluso a seguirla, hacer una serie de comentarios agraviantes, como «Te voy a romper el orto (culo)» al punto de pedir una custodio y no contentos con ello, insinuar que sería violada. «Si nos organizamos, cogemos (tenemos sexo) todos».
«En la puerta de mi casa hay una obra que está arreglando la luz. Desde que empezó la obra, como tiene la costumbre la gente que trabaja en la calle, me gritan groserías y me pone bastante incómoda. Les pedí que lo dejaran de hacerlo y funcionó pero solo un día», cuental a joven.
Pero los «piropos» fuera de lugar pasaron a convertirse en algo más grave. «Hoy, no sé qué pasó, y tengo miedo de pensar que supieran que no había nadie en mi casa, entré en mi casa y en la vereda (acera) hay un hall con una reja. Salí de mi casa y apareció uno de los hombres de la obra y empezó a decirme toda clase de guarangas (groserías). Esperé que se fuera, y cuando abro la reja para salir este señor empieza a caminar detrás mío y le grita a un compañero: "Hay que llevar este caño para allá" y él le contesta: "¿Y a este dónde la llevamos?"».
Los hombres junto con otras tres personas empiezan a seguirla y les tiró pimienta «porque sabía que algo iba a pasar».
Aixa hizo la denuncia y en una primera instancia no se la aceptaron. «Me dijeron por un piropo no podía hacer una denuncia». Aunque cuando Aixa empezó a detallar los comentarios comoconsiguió que le tomaran la denuncia y además, le pusieron custodia, «pero el superoir le dijo a su madre que no se defendiera porque la acosarían de lesiones».
El fiscal general de la ciudad de Buenos Aires, Martín Ocampo, que está al tanto del caso de Rizzo le confirmó a BBC Mundo que la joven introdujo la demanda y uno de los fiscales de distrito sigue el caso. En Argentina, el hostigamiento callejero se trata como violencia de género. «Es una práctica que se realiza pero va en desuso», aclara Ocampo. «Pero existe y tiene su explicación en la cultura machista».
El fiscal advierte que lo que puede empezar con una mirada hacia una mujer puede terminar en violencia de género «por una cuestión de dominio del hombre sobre la mujer».
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