obituario
José María Martín Patino, un hombre de acción
Hace apenas unas horas nos ha dejado José María Martín Patino , la víspera de su noventa cumpleaños. Escribo estas apresuradas y emocionadas letras en el silencio vacío de mi despacho, donde ya no volveré a oír sus pasos característicos y su saludo cada mañana y cada tarde, cada mañana y cada tarde… Su figura menuda contrastaba con su enorme personalidad, tan bien conocida por tantos y tantos que a lo largo de su larga vida compartieron su actividad incesante. Siempre decía que le hacían falta doscientos años para cumplir con sus múltiples proyectos.
He tenido el privilegio de compartir con él sus últimos veintiún años, cuando para muchos seguía siendo el inseparable colaborador de Tarancón y uno de los protagonistas de la Transición . Por supuesto que le gustaba recordar aquellos tiempos, pero lo que de verdad le movía a trabajar siete días a la semana, a viajar con bastante frecuencia hasta fechas recientes, a asistir a innumerables reuniones y actos, a compartir mesa y conversación (su gran pasión) con personas de todo tipo y condición era su espíritu indomable de acción.
Tal vez fuera la impronta de sus padres maestros, Desiderio y Teresa, en los duros años de la posguerra. Tal vez la reciedumbre de esa tierra salmantina del Abadengo y el espíritu del magis ignaciano y de la meditación de las dos banderas. Todo ello se acabó fundiendo como en un crisol en su carácter. Siempre nos sorprendía con su iniciativa inagotable, lanzándonos cual quijote perfectamente cuerdo contra lo que para nosotros muchas veces eran molinos y para él sólo eran gigantes a los que se podría vencer.
Cuando me incorporé a la Fundación Encuentro en el año 1993 iniciaba su andadura el informe anual sobre la realidad social en España. Gracias a su empuje y a la ayuda inestimable de muchas personas e instituciones (entre las que él siempre reconoció como fundamentales a Isidoro Álvarez y a Florencio Lasaga, de la Fundación Ramón Areces), el informe ha podido ir apareciendo puntualmente cada año desde entonces. Una tarea que, quien conoce bien este tipo de investigaciones, reconoce y valora en un país donde no sobresale precisamente el gusto por el análisis riguroso y la búsqueda de consenso sobre nuestros principales problemas sociales.
El mismo año en que cumplía los ochenta, en 2005, iniciamos el Proyecto Raya Duero, en las Arribes salmantinas y zamoranas vecinas de su querido Portugal. Tengo grabada su imagen recorriendo uno a uno los pueblos de la zona para convencer a los alcaldes de la importancia de las nuevas tecnologías para el futuro de una tierra amenazada por el despoblamiento y el olvido. En esas mismas fechas seguíamos con los estudios sobre la realidad social de Castilla y León y con el Foro de Experiencias Pedagógicas de Internet, en colaboración con la Fundación Telefónica.
Lúcido hasta el final, quizá a modo de testamento y de divisa, nos preguntaba unas horas antes de morir: «¿qué estáis haciendo?». Amaba profundamente la vida y para él la vida era acción. Descansa, José María, por fin junto a los tuyos.
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