El Papa Francisco recuerda el Cónclave: «Cuando salí al balcón no sabía lo que iba a decir»
«En el almuerzo, yo vi algún signo raro… y a la tarde se cocinó el pastel», relata en una entrevista
Hasta la mitad del segundo día del Cónclave , el cardenal Jorge Mario Bergoglio estaba convencido de que no sería elegido Papa pues «yo tenía algunos votos, pero de depósito». Su inquietud comenzó el 13 de marzo del 2013 cuando «en el almuerzo, yo vi algún signo raro. Me preguntaban por la salud, esas cosas… y ya cuando volvimos a la tarde se cocinó el pastel». [Las mejores imágenes de los dos años de Pontificado de Francisco ]
En una entrevista a la cadena Televisa de México, el Papa Francisco reitera que su referencia al «peligro de mexicanización de Argentina » por los narcotraficantes no tenía ninguna intención ofensiva, y que así lo han entendido, según las encuestas, el 90 por ciento de los mexicanos. Después de Brasil, México el segundo país del mundo en número de católicos, seguido de Filipinas y Estados Unidos. El Papa asegura que visitará su país, un viaje que se prevé para el 2016, igual que Argentina.
Pero lo más interesante, justo en el segundo aniversario de su elección, es el relato del Cónclave. Con buen humor, Francisco recuerda que «no estaba en ninguna lista de papables , gracias a Dios (…). En las apuestas de Londres creo que estaba en el número 42 o 46. Un conocido mío, por simpatía apostó, y le fue muy bien».
El Papa explicó que en las primeras votaciones «hay ya candidatos fuertes, pero mucha gente que no sabe a quién dar el voto. Entonces eligen seis, siete cardenales que son los votos depósito. Yo deposito el voto en usted, y cuando veo ya quien puede salir, se lo doy. O sea que sí, yo tenía algunos votos, pero depósito».
Francisco continúa recordando que «después pasó algo, no sé. En el almuerzo, yo vi algún signo raro… me preguntaron por la salud, esas cosas, y ya cuando volvimos a la tarde se cocinó el pastel. En dos votaciones se acabó todo. O sea, que para mí también fue una sorpresa».
Durante la votación, añade el Papa, «yo rezaba el Rosario, solía rezar los tres Rosarios diarios, tenía mucha paz. Yo diría que hasta inconsciencia. Lo mismo cuando se dio la cosa, y para mí fue un signo de que Dios quería eso. La paz. Hasta el día de hoy no la he perdido. Es algo de adentro, que es como un regalo».
Sus recuerdos de aquellos momentos son confusos: «Me hicieron parar. Me preguntaron si aceptaba. Dije que sí. No sé si me hicieron jurar algo, no me acuerdo…».
Lo que sí recuerda con detalle es que, cuando salió al balcón «yo no sabía lo que iba a decir (…). Sentí profundamente que un ministro necesita la bendición de Dios, pero también la de su pueblo. No me atreví a decir que el pueblo me bendijera. Simplemente dije ‘recen para que Dios a través suyo me bendiga’. Pero me fue saliendo todo espontáneo. Igual que lo de rezar por Benedicto. No sé. No preparé nada. Salió solo».
Lo que más echa de menos en la nueva situación es no poder salir a la calle, pero «uno se habitúa. Se encuentra otra manera de callejear: el teléfono…». También revela lo que menos le gusta: «Creo que mi gran penitencia son los viajes. A mí no me gusta viajar. Estoy muy apegado al hábitat». Tampoco le gustaba venir a Roma, «por el ambiente de chisme, y por eso me iba enseguida. Benedicto celebró la inauguración a mediodía, y por la tarde yo ya estaba en el avión. Ahora no me disgusta. Acá hay mucha gente buena. El hecho de vivir acá me ayuda mucho».
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