Una sequía, germen de la guerra de Siria
Un estudio vincula la escasez de lluvias entre 2006 y 2010 y el inicio un año después de las revueltas en el país
El agua ha sido desde la antigüedad una fuente de conflictos humanos. Y ahora no tiene por qué ser menos. Según un estudio realizado por la Universidad de Columbia, la brutal sequía que asoló Siria entre los años 2006 y 2010 pudo ser el germen para que un año después estallara la revolución -siguiendo las protestas que estaban agitando todo el mundo árabe y que hicieron caer a los dictadores de Túnez, Egipto y Libia-, que ha desembocado en la actual guerra. Según los investigadores, esa sequía estuvo provocada por el cambio climático, por lo que se preguntan en la revista «Proceedings», de la Academia Nacional de Ciencias, si el cambio climático puede haber sido la chispa que hizo estallar este sangriento conflicto.
Migración a las ciudades
El equipo de investigadores, dirigido por el climatólogo Colin P. Kelley, explica que esa sequía, la peor registrada en la región, destruyó la agricultura en el norte de Siria, considerado el granero del país; obligó a miles de agricultores a emigrar a las ciudades, donde la pobreza, la mala gestión del gobierno y otros factores fueron alimentando los disturbios que acabarían estallando en la primavera de 2011. Desde entonces, el conflicto ha evolucionado hasta una compleja guerra multinacional que ha matado al menos a 200.000 personas y ha dejado millones de desplazados, según relatan en «Proceedings».
«No estamos diciendo que la sequía provocó la guerra», explica Richard Seager, climatólogo en el Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia y coautor del estudio. «Pero sí que la sequía, sumada a todos los otros factores de estrés, ayudó a que los disturbios iniciales desembocaran en un conflicto abierto. Y que una sequía de esa gravedad fue mucho más probable por el cambio climático en la región», añade Seager.
El clima extremo aumenta la violencia
Cada vez más investigaciones sugieren que el clima extremo, incluyendo las altas temperaturas y las sequías, aumenta las posibilidades de la violencia, desde los ataques individuales a las guerras a gran escala. Algunos investigadores estiman que el calentamiento global provocado por el hombre aumentará los conflictos futuros e, incluso, sostienen que puede estar ocurriendo ya.
En este sentido, algunos artículos periodísticos recientes y otros informes han vinculado la guerra en Siria, Irak y otros lugares, en parte, con las cuestiones ambientales, especialmente con la falta de agua. Este nuevo estudio -que combina datos climáticos, sociales y económicos- es el primero en mirar de cerca y cuantitativamente estas cuestiones en relación a la actual guerra siria.
Así, según explican en su estudio, la reciente sequía afectó al llamado Creciente Fértil o media luna fértil, que abarca partes de Turquía y gran parte de Siria e Irak, donde la agricultura y la cría de animales se calcula que comenzó su expansión hace unos 12.000 años. La región siempre ha sufrido cambios naturales en el clima, pero ahora los científicos -valiéndose de estudios anteriores y de su propia investigación- revelan que desde 1900 esta área se ha calentado de 1 a 1,2 grados centígrados y ha experimentado una reducción de un 10% en las precipitaciones de la estación húmeda. Los investigadores muestran que la tendencia coincide perfectamente con los modelos de calentamiento global de origen antropogénico y, por lo tanto, consideran que no puede atribuirse a la variabilidad natural del clima.
Cambios en los vientos
El calentamiento en la zona ha tenido dos efectos, dicen. En primer lugar, parece que indirectamente ha debilitado los patrones de viento que traen aire cargado de lluvia desde el Mediterráneo, reduciendo las precipitaciones durante la temporada de lluvias, de noviembre a abril. Y en segundo lugar, las altas temperaturas han aumentado la evaporación de la humedad de los suelos durante los veranos, generalmente calientes. El estudio recuerda que la región experimentó sequías importantes en los años 1950, 1980 y 1990, pero sin duda la que se produjo entre 2006 y 2010 ha sido la peor y la más larga desde que comenzaron los registros fiables.
Y los efectos de la sequía no se hicieron esperar. La producción agrícola, que por lo general representaba un cuarto del PIB del país, cayó en un tercio; los precios de los cereales se duplicaron, y las enfermedades relacionadas con la nutrición entre los niños vieron un aumento espectacular. Nada menos que 1,5 millones de personas huyeron del campo a la periferia de las ciudades, que ya estaban tensas por la afluencia de refugiados de la guerra en el cercano Irak.
En estos suburbios, el régimen de Bashar al-Assad hizo poco para ayudar a las personas con empleo o servicios, y fue mayoritariamente en estas zonas donde empezó el levantamiento, explica Shahrzad Mohtadi, coautor del estudio.