Si los mejores 'maîtres' de Cádiz fueran zombies

Lara&Toni. Toni& Lara. Sopranis y Arsenio Manila son dos ejemplos en la capital de la provincia de cómo tratar al cliente

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De sobras sabes que eres el primero, Toni (Arsenio Manila) pero te mentiría si dijera que Lara Panet (Sopranis) no es tu compañera ideal en el top two de los jefes de sala, o 'maîtres', o cómo se llamen, de la ciudad de Cádiz. Si me tocara una ordinariez de dinero en algún sorteo es probable que no abriera un restaurante. Negocio sufrido y generalmente ruinoso, expuesto y excesivo en horarios y esclavitud. Mejor derrocharía en un pijo cine de verano.

Pero si lo abriera, que sepas que ofrecería la pasta precisa (en ese supuesto la tendría) para contratar a Toni Fernández de Arsenio Manila (restaurante del Paseo Marítimo de Cádiz) y a Lara Panet (de Sopranis, en el casco antiguo también de Cádiz).

No sé si en ese orden. Qué amable inteligencia, qué capacidad para hacerte sentir como en casa, o incluso bien. Para hacerse presentes o ausentes según corresponda, para recomendar o advertir, para evaporarse o aparecer. Qué talento ese de hacer que la gente se sienta mejor de lo que es, mejor de lo que está. En ambos casos, en los dos, Lara&Toni, Toni&Lara, soy reincidente, no es la primera vez, no es casualidad, no puede ser un accidente, me han ayudado siempre, cada vez, y son varias, muchas, llegara como llegase, mal casi siempre, en cualquier circunstancia o estado de ánimo.

No puede ser circunstancial. No creo en la casualidad. Ni en la causalidad. Son catedráticos. Es talento, profesionalidad, capacidad, y no tienen ni 40 años. Ojalá, como los zombies de las películas, contagiaran a todos sus compañeros y colegas de otros locales con sólo tocarles, con mirarles, con un mínimo y ocasional mordisco. Cómo cambiaría la hostelería de Cádiz (ojo, capital), tan necesitada. Cómo mejoraría ese sector aquejado de una indolencia y una apatía espantosas.

Es un opinión mía, claro. Inservible a no ser que la compartan miles de vecinos y visitantes. En ese caso, sería diferente pero es muy difícil de demostrar. Todo. Lo que se dice aquí y lo contrario.

Gonzalo Gonzalo es uno de esos tipos que te encuentras en la vida y te sorprenden. Soy del gusto diferente porque en la diferencia está el aprendizaje. El hecho de estar estabulado, de seguir a la manada, no suele aportar cosas nuevas. Gonzalo Gonzalo se vio sin recursos económicos para etiquetar la nueva añada de este vino joven ¡Después de unos 40 años de trayectoria de la bodega junto a su padre! Así que los 6.000 euros que necesitaba para ese menester los reunió tras una cena entre amigos. Y decidió llamarlo Gran Cerdo en honor a esos señores que manejan los hilos de todo, los que deciden. A los que tantos debemos.

Todas las personas inquietas investigan, copian y transforman las cosas a su manera. Esos son los vinos que elabora la bodega The Wine Love situada en Fuenmayor (Rioja Alta). Allí se elaboran vinos con las técnicas más tradicionales y personales, dando lugar a Gran Cerdo, un vino elaborado con uvas tempranillo y algo de graciano para darle color y frescura. Lo maceran en tanques de cemento, que al final aportan notas minerales además de las extraídas por la vid de un suelo misérrimo.

El resultado final es golosón. Pasión por la fruta. Aspecto y estilo de los vinos de la Borgoña, sin muchos taninos y con un punto de oxidación pero expresivo y meloso debido a una fermentación poco prolongada. Y ahí lo conserva hasta que, una a una cada botella es demandada por el cliente, entonces se etiqueta y envía para que la baja producción de este caldo caiga en buenas manos.

Sabiduría y artesanía al más alto nivel.

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