condenados a una muerte segura

La maldición de ser albino en África

Desde 2000, al menos 74 personas con albinismo han sido asesinadas en algunas regiones de Tanzania y Burundi

La maldición de ser albino en África ap

eduardo s. molano

Primeras horas del pasado domingo en el distrito de Chato, al noroeste de Tanzania. El duermevela de esta localidad pesquera situada a orillas del Lago Victoria acaba de ser interrumpido por los gritos y el espanto. Armados con machetes, cinco hombres han accedido a la vivienda de Esther Jonas, de 30 años. La joven se defiende, pero no se libra de los topetazos. Finalmente, la turba abandona el lugar con un peculiar botín: Yohana Bahati, uno de los hijos de la joven. El pequeño solo tiene 18 meses de edad.

Dos días después, en la tarde del pasado martes, el cadáver sería hallado en un bosque de los alrededores. Sus miembros habían sido cercenados. Como Bahati, desde 2000, al menos 74 personas con albinismo (una anomalía que se caracteriza por la ausencia congénita de pigmentación en ojos, piel y pelo) han sido ejecutadas en la región, debido a la creencia generalizada de que las extremidades y los órganos sexuales de sus miembros proporcionan buena suerte a quien los porta.

«Nos encontramos en periodo electoral y, desafortunadamente, hay gente que opina que las partes del cuerpo (de los albinos) les proporcionarán buena suerte», asegura a ABC el activista local Enock Bigaye.

Dos meses antes del secuestro y posterior asesinato del pequeño Bahati, otro menor de edad, Pendo Shilinde, una niña de solo cuatro años, había sido raptada en la aldea de Ndami, en la región de Mwanza, a orillas también del lago Victoria. En este caso, la muchedumbre se encontraba capitaneada por un curandero local. Hasta el momento se desconoce la suerte de la pequeña.

Con una de las mayores tasas de albinismo del planeta -un caso por cada 1.420 nacimientos (la media en Europa y Estados Unidos es de uno por cada 20.000)-, la pobreza de las zonas mineras y costeras de Tanzania ha facilitado la difusión de estas creencias.

No obstante, pese a que la histeria contra la población albina parece comenzar alrededor de 2007 (resurgimiento de ataques), numerosos expertos apuntan a que la creencia local de los «poderes especiales» de los albinos se remonta a las cosmologías históricas de Centroáfrica. En este sentido, se desconoce cómo estas supersticiones pudieron haber emigrado al este del continente. Sin embargo, en Tanzania, la magia que rodea a los albinos está presente en el día a día.

Y en una región donde la pobreza se alimenta de supersticiones, las víctimas se suceden. Éste es el caso de Gasper Elikana, un niño albino de apenas diez años de edad que el 21 de octubre de 2009 era asesinado por cazadores, quienes huyeron con una de sus extremidades. Anteriormente, el joven había sido decapitado ante sus continuos lamentos. Sus vecinos y el padre de Elikana trataron sin éxito de detener el ataque.

Unas agresiones que Abdillah Omari conoce a la perfección. «En las zonas rurales, donde los brujos controlan las administraciones locales, es imposible huir de estas creencias», afirmaba recientemente a ABC Omari, miembro de la «Fundación de Albinos de Tanzania».

No obstante, para entender el repunte del «fenómeno albino» y el ascenso del ocultismo entre la población local, un hecho histórico-sociológico resulta determinante: La introducción de la perca del Nilo (un pez originario de Etiopía) en el ecosistema del Lago Victoria en la década de los 60. Considerada una de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, este vertebrado ha provocado la desaparición de numerosa fauna autóctona, desestabilizando el ecosistema y ahogando la pesca local. Con ello, para paliar esta crisis económica, en la zona han surgido diversas industrias paralelas, como el comercio sexual o el tráfico de mercancías ilegales. Y si a esto le unimos dogmas tradicionales como son los poderes mágicos de los albinos, el negocio esotérico se agita en la región: Un informe de Cruz Roja estimaba el coste total de las partes demandas por los curanderos -extremidades, genitales, orejas, nariz y lengua- en cerca de 75.000 dólares.

A su vez, provoca que muchos de los albinos recién nacidos sean asesinados para su posterior comercialización en forma de símbolos de buena suerte. Para paliar estos crímenes, a mediados de mes de enero, el ministro de Asuntos Internos de Tanzania, Mathias Chikawe, anunciaba una operación a nivel nacional para arrestar a los curanderos locales. La medida se centrará en las las áreas de Mwanza, Geita, Shinyanga, Simiyu y Tabora, todas ellas en el norte del país.

«Es necesario poner fin a estos incidentes de una vez por todas», aseguraba entonces Ernest Njamakimaya, presidente de la Sociedad del Albinismo de Tanzania. «Si el Gobierno y nosotros nos unimos para mostrar firmeza y hablamos como uno, podemos hacer frente al problema y avanzar», añadía. Ya en abril de 2008, el Gobierno tanzano nombró a una parlamentaria albina, Al Shaymaa Kwegyr, para otorgar visibilidad a esta comunidad.

Entonces, la principal misión de Kwegyr fue la elaboración de un censo que permitiera a sus miembros acceder a tratamientos sanitarios, ya que, además de sufrir agresiones, los albinos deben luchar contra otros problemas médicos como son las numerosas quemaduras que sufren por su escasa resistencia a la luz solar.

De forma paralela, Khalfani Bar'wani -del Frente Cívico Unido (Cuf, por sus siglas en inglés) y representante también del colectivo- se convertía en 2010 en diputado de la provincia de Lindi Urba, al sureste del país. El primer albino en ser elegido de manera democrática.

Pese a ello, la falta de medidas concretas contra los delincuentes que promueven estos crímenes (desde el repunte de ejecuciones, apenas se han producido una decena de condenas por asesinato) impiden a la población albina disfrutar de sus derechos. Mientras, en las calles del distrito de Chato, al noroeste de Tanzania, falta Yohana Bahati. Tenía solo 18 meses de edad.

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