El Papa continuará haciendo la reforma de la Curia «a trozos» antes de recopilarla en una Constitución apostólica
Federico Lombardi descalifica las filtraciones pues «hasta ahora no ha habido nunca ningún borrador»

La reforma de la Curia vaticana , que será presentada este jueves y viernes a los cardenales de todo el mundo, en buena parte está ya hecha pues el Papa sigue una metodología nueva: primero hace los cambios en los organismos y después los codifica. Aunque los cardenales recibirán información sobre el trabajo que queda por hacer, podrán darse cuenta de que buena parte de la reforma es ya operativa.
Hace casi dos años que Francisco creó el consejo de nueve cardenales –coordinado por el hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga- que trabaja por encima de la Curia, rompiendo el «control de acceso» de los obispos al Papa que ejercían los departamentos vaticanos. El año pasado creó la secretaria y el consejo de Economía, que asumieron el control financiero unificado, y la Pontificia Comisión de Protección de Menores. Y ha terminado la limpieza y reajuste en el banco del Vaticano (IOR) para que no vuelva a haber escándalos.
Su portavoz, Federico Lombardi, confirmó el miércoles que el Papa continuará añadiendo nuevas piezas antes de que se elabore la Constitución apostólica . A diferencia de reformas anteriores, el texto jurídico llegará al final, y será esta vez el reflejo de lo ya existente en lugar del punto de partida para crearlo.
Lombardi desautorizó las filtraciones de «borradores» que han proliferado en medios digitales señalando que, sencillamente, nunca ha habido «borradores» ni «proyectos». El grupo de nueve cardenales que ayuda al Papa en la reforma de la Curia –llamado coloquialmente «C-9»- va redactando «memorias» y «resúmenes» de las sugerencias presentadas pero «no son documentos de trabajo que se haya decidido aprobar; son materiales de trabajo entre tantos otros».
Según Lombardi, el obispo de Albano, Marcello Semeraro, que actúa como secretario del “C-9”, ha ido recogiendo y catalogando «paquetes de material proporcionado por los nueve cardenales y por tantas otras personas». Precisamente por esa metodología, «no hay un borrador ni ha habido nunca un borrador de trabajo de la Constitución apostólica sobre la que se haya debatido».
Simplificar el organigrama
A lo largo de año y medio de trabajo de los nueve cardenales, el examen de las nueve congregaciones de la Curia vaticana, que son los departamentos de mayor rango, confirma que vale la pena mantenerlas todos. En cambio, los doce pontificios consejos están demasiado compartimentados, y suponen más de un tercio de la treintena de departamentos vaticanos, un número demasiado alto, que dificulta la coordinación y el gobierno.
Para simplificar el organigrama, algunos de los pontificios consejos se fundirán en una nueva congregación de «Laicos y familia», mientras que otros pasarán a un nuevo departamento de «Caridad y justicia» que puede ser una congregación o una secretaría. Otros terminarán en una posible «secretaria de Comunicación» o quizá de «Cultura» si sale adelante la propuesta del cardenal Gianfranco Ravasi de dar la prioridad a ese concepto.
En realidad, el aspecto más importante del trabajo realizado por Francisco y su consejo de nueve cardenales a lo largo de casi dos años no es una «reforma administrativa» sino una «reforma cultural», que convierta un organismo primariamente de control en un organismo primariamente de servicio al Papa y a las diócesis. A algunos altos prelados no les gusta el cambio de mentalidad; a otros, que desaparezca su departamento.
En un artículo publicado el domingo en «L’Osservatore Romano», el cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Doctrina de la Fe, utilizó una referencia bíblica: «El Papa Francisco está realizando una purificación espiritual del templo, que es, al mismo tiempo, dolorosa y liberadora». Se trata de un cambio de actitud en la Curia vaticana, igual que el Sínodo de Obispos ha cambiado a un sistema de encuestas mundiales y debate abierto, al tiempo que está pasando a ser un organismo consultivo permanente.
Incluso el pleno del colegio cardenalicio, que se reúne estos dos días, funciona de otra manera. Las reuniones son ahora anuales y han pasado de encuentros protocolarios, en los que fundamentalmente se escuchaba, a sesiones de verdadero debate, en los que hay docenas de intervenciones breves que aportan ideas, al estilo de las celebradas antes del Cónclave que eligió al Papa Francisco en marzo del 2013.
Presentación de un informe el jueves
La llegada de los debates «claros y sin barreras» fue posible gracias al «shock» desencadenado por Benedicto XVI al anunciar su renuncia el 11 de febrero del 2013, hace exactamente dos años y al malestar de los cardenales del mundo entero por el escándalo de filtraciones masivas de documentos -« Vatileaks »- en la Curia vaticana.
El Papa Francisco ha ido poniendo en práctica muchas de las propuestas que salieron a la luz en aquellos días. Su portavoz, Federico Lombardi, precisó que «el propósito de esta nueva reunión de cardenales es seguir ampliando las consultas sobre la reforma de la Curia, como se hizo el pasado mes de noviembre al presentarlas a todos los jefes de departamentos».
El cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, coordinador del consejo de nueve cardenales, presentará el jueves al resto del colegio cardenalicio un informe sobre el trabajo realizado y las principales ideas que se perfilan para continuarlo.
A su vez, el cardenal George Pell , secretario de Economía, explicara cómo está funcionando el nuevo sistema de gestión unificada que acabó con la jungla de doscientos organismos separados. Y el cardenal Sean O’Malley , presidente de la Pontificia Comisión de Protección de Menores, informará sobre la primera reunión de los 17 miembros, celebrada la semana pasada.
El Papa ha pedido a otros cardenales que realicen presentaciones específicas sobre puntos de interés, de modo que todo el colegio cardenalicio, incluyendo ya los veinte obispos que recibirán la birreta el sábado, estén al corriente de lo que sucede.
Para el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez , uno de los quince nuevos cardenales electores, estos dos días de trabajo suponen su «bautismo de fuego» en el gobierno de la Iglesia universal desde el nivel más alto.