HANGOUT PAPA FRANCISCO
Papa Francisco: «No hay que asustarse ante las dificultades»
El Papa mantuvo un hangout de videoconferencia de Google con siete niños discapacitados, incluidos tres españoles
Como si fuese un amigo de siempre, el Papa Francisco conversó en un hangout de videoconferencia de Google con siete niños discapacitados en varios países, incluyendo tres españoles en Madrid. Fueron diálogos muy simpáticos e incluso confidenciales, a pesar del número de espectadores que seguían en todo el mundo la clausura del congreso de “Scholas Occurrentes”, que promovió el encuentro.
La primera en saludar al Papa fue Isabel, de 13 años, que es ciega y le enseñó el ordenador especial con una línea en idioma Braille que le permite escribir cuentos. Le contó que le gusta el atletismo y lo practica dos veces a la semana, en el colegio de Fuenlabrada y en la ONCE. Francisco la felicitó y le preguntó “¿Tienes algún mensaje para mí?”. Con gran decisión, Isabel le dijo: “Que la gente con discapacidades no se rinda. Que con un poco de esfuerzo se puede llegar a lo que se quiere”.
El Papa se despidió emocionado, y volvió a conmoverse con Pedro, un muchacho de 12 años de Sao Paulo con una grave malformación congénita que incluye la falta de la mayor parte del brazo izquierdo. Pero Pedro juega al fútbol de portero, y sabe encajar los goles. Francisco le dijo “nos estas danto una lección. Lo que importa no es ganar sino jugar y estar con los amigos”.
Desde Madrid, Alicia, que tiene 16 años y sufre Síndrome de Down, le enseñó su cámara de televisión, le explico cómo graban videos en la escuela de la Fundación Gil Gayarre y le preguntó: “¿A tí te gusta utilizar el ordenador?”.
Francisco sonrió, y respondió con una confesión en lenguaje porteño: “¿Quieres que te diga la verdad? Yo son muy ‘tronco’ con las máquinas. Yo no sé manejar el ordenador. ¡Qué vergüenza!”.
Elvira, del mismo colegio, que tiene 12 años y también Down, le habló de sus canciones favoritas y de su trabajo en los videos de Alicia: hacer sonar la claqueta para sincronizar el sonido.
«No, no tengo tablet»
El Papa estaba encantado con ellas y también con Isaiah, que tiene 17 años y hablaba desde Nebraska, en Estados Unidos. Sufre hipotiroidismo y varios retrasos en el desarrollo, quizá por eso hizo una pregunta sobre el modo de enfrentarse a las dificultades.
Relatando su propia experiencia, el Papa le dijo: “En primer lugar, no enojarme. Después, buscar el modo de superarlas. Y si no se pueden superar, aguantarlas hasta que se puedan superar…”. Luego le animó a «no asustarse ante las dificultades». «Hay un tiempo para comprender, un tiempo para aceptar y luego hay que tener coraje para salir adelante», le señaló el Papa.
A Manoj, que le habló de sus afición a los ordenadores desde Hyderabad, en la India, y le comentó que “usar Internet es como tener otro profesor”, el Papa le dijo que es muy importante comunicarse porque “cuando nos comunicamos damos y recibimos, y eso nos hace bien”.
El ultimo diálogo por videoconferencia en directo fue con Bauti, un niño autista de 14 años, que le explicó desde Madrid cómo usa su tablet y le preguntó: “¿Tienes un tablet?”. Era la segunda vez que el Papa “defraudaba” a los pequeños, pero contestó con toda sencillez: “No, no tengo”, y pasó a felicitar a Bauti por los collages que hace con la suya.
El mensaje final del Papa a los siete chiquillos y a los participantes en el congreso de “Scholas Occurrentes” fue conmovedor y positivo: “Todos ustedes tienen un cofre, y dentro del cofre un tesoro. El trabajo de ustedes es abrir la caja, sacar el tesoro, hacerlo crecer y darlo a los demás. Así el tesoro se multiplica”. Les animó a ir adelante, y se despidió diciendo: “Ustedes nos ayudan a comprender que la vida es un lindo tesoro. Pero solo tiene sentido si lo damos”.
El Papa y los muchachos se despidieron haciendo con las manos el signo de la paz. Había sido un rato estupendo. El hangout Google continuó enlazando con una escuela de Mozambique patrocinada por “Scholas”. Al final, el Papa agradeció a los participantes en el congreso su esfuerzo por ayudar a mejorar la educación, una educación que debe integrar “la cabeza, el corazón y las manos”, las tres dimensiones de la persona.
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