El Papa condena como «escándalo» la «guerra entre cristianos en Ucrania»

Con gesto dolorido, el Papa Francisco condenó de nuevo este miércoles la «violencia fratricida» en Ucrania , advirtiendo que «por desgracia, la situación está empeorando» y pidiendo oraciones «por las víctimas, entre las cuales hay muchísimos civiles».

Al término de la audiencia general, el Papa afirmó enérgicamente que «cuando escucho las palabras ‘victoria’ o ‘derrota’ siento un gran dolor, una gran tristeza en el corazón. No son palabras justas. ¡La única palabra justa es paz!». Francisco hizo notar que el conflicto «es una guerra entre cristianos, y esto es un escándalo». Invitó también a rezar con más fuerza pues «la oración es nuestra protesta en tiempos de guerra».

En la audiencia general, dedicada a la familia, había afirmado que «la primera necesidad es que el padre esté presente; que esté cerca de la mujer para compartir las alegrías y dolores, y cerca de los hijos para facilitar su crecimiento».

Por segundo miércoles consecutivo, el Papa habló del daño que los «padres ausentes» causan a la familia, pero también alertó de otro peligro: «el padre no debe intentar controlar todo; porque los padres controladores anulan los hijos, no les dejan crecer». Según Francisco, «un buen padre tiene que saber perdonar desde lo profundo del corazón, pero también corregir con firmeza: no ser un padre débil, maleable, sentimentaloide».

En tono coloquial, y reflejando la variedad cultural de la gente que le visita, el Papa relató que hace poco un padre le dijo: «cuando tengo que pegar a un hijo, no lo hago nunca en la cara, para no envilecerlo». La de un padre tiene que ser «una firmeza que no humille» y al final, en el saludo a los peregrinos de lengua española, insistió: «¡Nunca una bofetada en la cara!».

Al margen de la anécdota, el mensaje principal era el de saber perdonar y acoger pues «los hijos tienen necesidad de un padre que les esté esperando cuando vuelven de sus fracasos. Harán todo lo posible para no reconocer esa necesidad. Pero no encontrar a un padre abre heridas difíciles de curar».