Doce cosas que debería saber sobre las dietas detox
¿Son eficaces? ¿Qué toxicos eliminan? ¿Cuál es la mejor? ¿Tienen efectos adversos? ¿Por qué las sigue tanta gente?
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123456789101112¿Necesitamos desintoxicarnos?
Comer sano y perder peso encabezan los propósitos de Año Nuevo, según una encuesta llevada a cabo por IMOP y Berbés Asociados entre 757 personas mayores de 14 años, residentes en la Península, Baleares y Canarias. Nos hemos pasado con los dulces navideños, encadenando cenas y comidas y la ropa no queda tan suelta como antes. Para enmendarnos, hacemos los habituales propósitos de estas fechas que casi nunca se cumplen por el esfuerzo continuado que requieren. Frente al cambio de hábitos que suponen la práctica de ejercicio regular y una alimentación saludable, las dietas «detox» se presentan como una solución poco costosa, rápida y casi milagrosa para redimir los «pecados» de fin de año.
Los términos pecado y redención no son gratuitos. Una revisión sobre las dietas detox publicada en diciembre pasado en el «Journal of Human Nutrition and Dietetics», la revista de la Asociación Británica de Dietética, destaca que el poder de seducción de estas dietas podría residir precisamente en su promesa de purificación y redención, dos ideas profundamente arraigadas en la psicología humana. «Son una clara reminiscencia de los ayunos religiosos que se han hecho tan populares a lo largo de la historia», resaltan los autores.
¿Tienen base científica?
Ahora son las «celebrities», a modo de deidades modernas, las que marcan esas tendencias, aunque con poca evidencia científica, según la publicación. Los pocos estudios disponibles sobre las dietas «detox» tienen defectos metodológicos importantes: no se ha utilizado grupo control, la muestra de participantes esta sesgada, hay gran variabilidad en la duración del tratamiento, se llevan a cabo con un número muy reducido de personas o no se miden niveles de los tóxicos ni antes ni después del tratamiento. Otras veces los resultados se basan en informes subjetivos de los participantes más que en datos objetivos. En definitiva, en las dietas detox hay muchas promesas pendientes de demostrar.
¿Cómo desintoxican?
A pesar de la falta de estudios serios, o quizá por ello, la «burbuja detox» se sigue inflando sin ningún control por parte de las autoridades sanitarias. Hay «dietas purificadoras» para todos los gustos y todas prometen eliminar toxinas, mejorar la salud y reducir peso. Tres promesas que en realidad ninguna cumple.
Para lograr esos controvertidos objetivos se valen de restricciones calóricas que van desde el ayuno casi extenuante a la ingesta de batidos vegetales. Y todas suelen tener en común la presencia de sustancias laxantes, diuréticas, alimentos supuestamente purificantes, vitaminas y minerales. Todo para librarnos de toxinas indeseadas que raramente especifican, lo que hace imposible comprobar su eficacia.
¿Qué consideran toxinas?
Las toxinas que las dietas detox aseguran eliminar irían desde contaminantes o metales pesados a la comida procesada y otros productos supuestamente dañinos que acompañan a nuestra ajetreada vida. «Desde el punto de vista científico, las dietas detox son un concepto más empírico y teórico que real. ¿De qué intoxicación hablamos? ¿Qué consideramos tóxico? ¿El roscón, los polvorones?», se pregunta la doctora Susana Monereo, jefe de servicio de Endocrinología del hospital Gregorio Marañón de Madrid.
«El concepto detox es más publicitario que científico. Realmente no hay ningún estudio científico bien diseñado que pruebe su beneficio», corrobora Ricardo Gómez Huelgas, jefe de servicio de Medicina Interna del hospital regional universitario de Málaga y vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Interna. Tal y como se plantean estas dietas «da la sensación de que siguiéndolas una o dos semanas ya tenemos vacaciones para el resto del año en el cuidado de la alimentación», añade.
¿Pueden ser perjudiciales?
A pesar de su dudosa eficacia, sí pueden tener efectos adversos debido al ayuno, que «pone en marcha una serie de mecanismos que desencadenan el hambre, porque el cuerpo no está diseñado para ayunar. Al no aportar glucosa, se quema grasa y aparece acidosis metabólica, o cetosis, y eso es tóxico en sí mismo», advierte la doctora Monereo. Y es además, especialmente preocupante para las personas diabéticas. Además, el ayuno conduce al aumento del cortisol, la hormona del estrés, que más que reducir peso, nos induce a comer.
Los contaminantes que nos rodean
Sí es cierto que algunos contaminantes químicos procedentes de la industria y algunos metales pueden acumularse en el organismo. Estamos rodeados de unas 80.000 sustancias de las que sólo la séptima parte han sido sometidas a control. Entre ellas, los compuestos orgánicos persistentes. Bajo esta etiqueta se engloban los pesticidas, insecticidas organoclorados, policlorobifenilos (PCB) y herbicidas.
Estas sustancias se acumulan en el tejido adiposo y no hay ninguna dieta detox, por mucho que asegure movilizar la grasa, que haya demostrado que puede eliminarlos. Es más, se ha comprobado en roedores que la pérdida de peso en realidad ayuda a movilizar esos compuestos y aumentar sus niveles en sangre y otros órganos como el cerebro.
Otro tipo de contaminantes son los talatos, incluidos en cosméticos, envoltorios de alimentos o incluso cápsulas de suplementos nutricionales. En los juguetes está prohibido utilizarlos. También el bisfenol A, que se encuentra en algunos envases de plástico. Y ciertos metales como mercurio, plomo, cadmio, arsénico y aluminio, de los que la mayoría no estamos expuestos a niveles tóxicos, a pesar del papel controvertido de alguno en el desarrollo de enfermedades.
¿Cómo se pueden reducir esos tóxicos?
Algunas medidas preventivas pueden ayudar a reducir estos tóxicos, apunta la doctora Monereo: «Hay normas básicas de higiene alimentaria que ayudan a reducir la contaminación tóxica de nuestro cuerpo, como lavar frutas y verduras antes de comerlas, utilizar recipientes de cristal en lugar de plástico tanto para conservar como para calentar, reducir la ingesta de alimentos enlatados...»
Los alimentos «detox» sí existen
Sin embargo, sí hay algunos alimentos que en estudios con roedores han mostrado eficacia a la hora de eliminar algunos metales e incluso PCB. Por ejemplo, el ácido málico de las uvas y el vino, los cítricos y el ácido succinico de las manzanas y arándanos o la pectina de la piel de los cítricos son sustancias quelantes, que «secuestran» metales como el aluminio y ayudan a eliminarlos. El cilantro ayuda a eliminar el cadmio en truchas.
De nuevo faltan estudios clínicos para confirmar sus bondades en humanos, señalan los investigadores de la Universidad Mcquiarie de Sidney (Australia). «Se apunta a alimentos que eliminan metales o son diuréticos, pero no hay datos que relacionen ese efecto con una disminución en las grandes enfermedades de este siglo: cardiovasculares, obesidad o neurodegenerativas», aclara Monereo.
La mejor dieta detox
Esos alimentos «purificadores» están contenidos en la dieta mediterránea, la mejor «detox» que existe, apunta Gómez Huelgas: «El mensaje sería, olvídese de dietas milagro. La mejor desintoxicación es comer de forma saludable todo el año, procurando reducir de manera progresiva el sobrepeso, siempre ayudándonos con ejercicio físico». Se trataría de «volver a una dieta baja en grasa, con poco azúcar y sin alcohol, como la mediterránea», apunta Monereo.
¿Por qué la dieta mediterránea es «detox»?
El beneficio de la dieta mediterránea, declara patrimonio inmaterial de la humanidad, lo explica Gómez Huelgas: «En la digestión se generan toxinas que inducen un estado inflamatorio y estrés oxidativo que puede generar daño celular. Determinados alimentos producen más estrés oxidativo e inflamación que otros, como grasas saturadas, azúcares o un exceso de proteínas. Aceite de oliva, legumbres, verduras o frutas, reducen ese daño. Y sí que hay evidencias de que una dieta hipocalórica como la mediterránea reduce la patología cardiovascular y la diabetes».
Limpieza «psicológica»
Si no aportan beneficios, ¿por qué son tan atractivas? «El término detox tiene un aura anglosajona que le da mucho encanto», resalta Gómez Huelgas. Y algunas de estas dietas se acompañan de prácticas como la meditación, tradicionalmente unida al ayuno en las distintas religiones. Tener tiempo para uno mismo, en medio del ajetreo diario, sin duda nos hace sentir mejor. Ahí podría estar la clave, en una limpieza «emocional». «Sería interesante examinar el aspecto psicológico de estas dietas tan extremas que carecen de beneficios probados pero atraen a tanta gente», señalan los autores del artículo. Y apuntan al efecto placebo como posible explicación.
Los milagros no existen
El cambio de hábitos es fundamental cuando se trata garantizar uan buena salud. Y eso solo se consigue con una dieta equilibrada y ejercicio. Sentimos desilusionarle, pero los milagros no existen.
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