Queridos reyes magos: quiero un dron

Es el juguete de moda. De la cometa con hilos hecha con palitos del bosque y papel de periódico con cola de carpintero, al dron. Cualquier vehículo aéreo no tripulado es un dron. Sin acento porque aún no está reconocido por la Academia.

Con un origen militar, el espionaje sin riesgo humano para el piloto, ha derivado en todo tipo de fines: fotografía aérea, predicción meteorológica, búsqueda de bancos de atunes, trasporte de pequeñas mercancías… Y cómo no, juguete. Los hay de muchísimas clases y tamaños y al alcance de casi todos los bolsillos, desde los 40 euros del mini dron hasta los cerca de dos mil para el que tiene un uso casi profesional. Con forma de helicóptero, avión o cuatro hélices, el más estable y fácil de manejar, nos podemos encontrar hasta formas incluso extravagantes o con diseños fantásticos.

Los mini dron como entretenimiento no están recomendados para menores de 14 años. Y se recomienda siempre la supervisión de un adulto. Conllevan cierto riesgo y no es un juguete que se pueda guiar con soltura, necesita entrenamiento. Lógicamente los chavales que estén acostumbrados a jugar con controladores o con play station tendrán bastante más soltura que un lego en la materia.

Las instrucciones son claras al respecto. El principal peligro es chocar las partes móviles, como las aspas o las hélices, con personas. O perder el control porque el mini dron ha alcanzado mucha altura y no responde órdenes. Es por tanto importante primero practicar en espacios pequeños y luego más amplios.

Los mini dron se encuentran en las principales jugueterías y grandes almacenes. Si se teclea en Amazon aparecen 782 resultados. En la página web de los chinos Alibaba , casi todos están fabricados allí, nos encontramos con la friolera de veinte mil entradas. Muchas son de accesorios.