Científicos alertan de la «masiva» y «alta» presencia de insecticidas piretroides en los peces de cinco ríos

Descubren que no son tan inocuos como se pensaba y que se acumulan en el organismo

Científicos alertan de la «masiva» y «alta» presencia de insecticidas piretroides en los peces de cinco ríos juan manuel serrano becerra

e. armora

Se creía que eran los insecticidas más inocuos pero una investigación ha encendido la luz de alerta sobre su uso masivo y posibles efectos en la salud. Una investigación del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (Idaea) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas ( CSIC ) ha detectado la presencia masiva de altos niveles de insecticidas piretroides (usados para dispositivos antimosquitos, fórmulas antipiojos y productos para mascotas, en el ámbito del hogar, y también utilizados en el área veterinaria y agrícola) en cinco ríos españoles.

En el estudio, que forma parte de la investigación Consolider SCARCE, se han analizado 42 ejemplares de peces capturados en 20 puntos de muestreo seleccionados a lo largo de cuatro ríos -seis puntos en el Llobregat, cinco en el Ebro, cinco en el Júcar y cuatro en el Guadalquivir-. A priori parece uno más de los estudios realizados sobre tóxicos en muestras de peces, aunque, «sus conclusiones van mucho más allá», según explica en declaraciones a ABC la principal autora del trabajo, Ethel Eljarrat.

La investigadora destaca como hecho «sorprendente» que esta familia de insecticidas, que se creían mucho más inocuos que los contaminantes persistentes, «se han detectado a niveles importantes en el 100 por cien de la muestra analizada». «Nunca antes se había localizado un tóxico tan presente», añade. En las últimas décadas, los insecticidas piretroides han sustituido a los plaguicidas organoclorados y organofosforados, puesto que, al contrario que los últimos, sus moléculas se degradan en menos de 90 días, si bien su amplio y constante uso hace que estén siempre presentes y se les considere «contaminantes pseudo-persistentes». «Hemos visto que, aunque desaparezcan del medio ambiente en poco más de dos meses, al usarlos mucho más están siempre presentes», explica la científica del CSIC.

No se metabolizan al 100 por cien

A esta «pseudo-persistencia» se añade que otros estudios complementarios han demostrado que estos insecticidas no los metaboliza el organismo al 100 por cien. «Hemos realizado estudios anteriores en delfines que demuestran la presencia de este tipo de insecticidas en leche materna, lo cual implica que pasan de madres a hijos», apunta Eljarrat. A estas circunstancias se añade el hecho de que algunos de ellos (la cipermetrina, la permetrina y la bifentrina) en grandes cantidades acumuladas pueden tener efectos carcinogénicos.

Los autores del trabajo han alertado de que el nivel de piretroides encontrados en las muestras (hasta 5 microgramos por gramo de grasa) son más elevados que los de la mayoría de contaminantes emergentes, como los fármacos y los productos de cura personal, por lo que defienden que se incluyan estos insecticidas en los estudios de control y de calidad ambiental.

La toxicidad de los piretroides en sistemas acuáticos está ampliamente documentada: las concentraciones letales en agua son inferiores a un microgramo por litro y estudios recientes muestran que la exposición de peces a niveles aún más bajos pude comportar la acumulación de lípidos en el hígado, problemas en el crecimiento, problemas cardíacos y disminución del aleteo.

Efectos en humanos

Por lo que respecta a humanos, estos contaminantes pueden causar efectos neurológicos y carcinogénicos. En concreto, la Agencia de Protección Ambiental (EPA, en sus siglas en inglés) de EE.UU. ha clasificado como carcinógenos humanos a tres: la cipermetrina, la permetrina y la bifentrina.

«Los niveles detectados en el estudio no representan un riesgo para la salud humana», dice Eljarrat. Matiza, no obstante, que el uso masivo de estos insecticidas y el hecho de que se haya visto que no son tan inofensivos, obligan a los científicos a reclamar un mayor control de su presencia y el nivel de toxicidad.

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