Las otras «víctimas del ébola»

No el virus, pero sí la crisis del ébola en España ha terminado salpicando a dos altísimos cargos del Estado y la Comunidad de Madrid. La infectada está curada. Mato y Rodríguez están fuera

Las otras «víctimas del ébola» efe

ABC

Sexto día de octubre de 2014. Una auxiliar de enfermería, voluntaria en la atención de los religiosos enfermos de ébola hace saltar todas las alarmas en España: se ha contagiado.

Se llamaba Teresa Romero, nombre y cara que no tardaron en salir a la luz pública gracias al empeño de su esposo en salvar la vida de Excálibur , su mascota.

Mismo día mismo año. La ministra de Sanidad, Ana Mato, indemne tras su probada convivencia con la Gürtel, ve su carrera política tambalearse, tras una rueda de prensa que pretendía ser tranquilizadora y logró todo lo opuesto: la alarma por ébola en España ya es un clamor . En realidad son unos meses más tarde cuando la ya exministra se ve señalada como «partícipe a título lucrativo» de las actividades investigadas a su entonces marido. Dimite , pero lo hace empujada por su clamoroso silencio y su total descrédito en la anterior crisis. Presidente y vicepresidenta habían escenificado su falta de confianza en Mato horas después de aquella rueda de prensa. Fue relegada. El ébola ya había sido el punto y final a su carrera ministerial.

«Se estuvo tomando la temperatura en su casa y casi siempre le daban 37,3 o 37,5 grados. Ella sabía que si daba más de 38,6 grados debería llamar al servicio de alerta sanitaria. Nos pudo haber estado mintiendo diciéndonos temperaturas más bajas ».

El escenario, la Comisión de Sanidad de la Asamblea de Madrid; el protagonista de la suposición: Javier Rodríguez, consejero de Sanidad. Poco después matizó sus declaraciones con cierta soberbia y antipatía. Su «vida solucionada» le envalentonó ante los micrófonos y no bajó el tono pese a sus disculpas posteriores. Estuvo al filo del cese, pero el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, prefirió templar ánimos. Le reprendió, y logró una disculpa.

Pero la primera protagonista, superviviente heroica de la mortal infección , no se conformó con la disculpa. Se querelló contra él por acusarla de mentir. Cuatro de diciembre de 2014. El consejero se encuentra ante un nuevo micrófono: ante la querella, traslada su enhorabuena a la auxiliar de enfermería «porque no se ha muerto y porque haya tenido un final feliz». Si la declaración era cuando menos políticamente cuestionable, remata la faena: «España seguiría teniendo esta enfermedad», si no fuese por su gestión, considera de hecho si él lo hubiese hecho mal «Teresa Romero «no estaría hablando», dice.

El borde está demasiado afilado como para que su abrupto pase desapercibido: Desde este jueves, Rodríguez ya no es consejero de Sanidad. Su cese ha sido fulminante.

Aquel 6 de octubre buena parte de la población pensó que la única que no volvería a su puesto de trabajo sería Teresa Romero. Pero las «víctimas del ébola» han sido otras. Romero sigue hablando, de hecho ya empieza a cogerle gusto a las cámaras. Mato -no por ello, pero casi- ya ni es ministra. Rodríguez no es consejero por verborreicos méritos propios.

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