Viaje papal a Turquía

El Papa y el Patriarca Ecuménico proponen «un genuino sentimiento fraterno» entre musulmanes y cristianos

Bartolomé I reconoce el «primado de amor, honor y servicio» de la Iglesia de Roma

El Papa y el Patriarca Ecuménico proponen «un genuino sentimiento fraterno» entre musulmanes y cristianos efe

juan vicente boo

Después de celebrar juntos la fiesta de San Andrés, patrono de la Iglesia Ortodoxa, el Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolomé I firmaron una declaración conjunta que establece un nuevo tono en las relaciones de los cristianos con el Islam. Acto seguido, salieron al balcón de la sede patriarcal para impartir la bendición sucesivamente en latín y en griego.

La novedad de la declaración conjunta es que no sólo reconoce «la importancia del diálogo constructivo con el Islam, basado en el mutuo respeto y la amistad», sino que va más allá, en la línea de considerar hermanos a los musulmanes.

Los jefes de las dos principales iglesias cristianas afirman que «inspirados por valores comunes y reforzados por un genuino sentimiento fraterno, musulmanes y cristianos están llamados a trabajar juntos por amor a la justicia a la paz y al respeto de la dignidad y los derechos de cada persona».

Al mismo tiempo, el Papa y el Patriarca invitan a los líderes de todas las religiones a dialogar entre ellos, formando una red para el bien que, al mismo tiempo, desautorice a quienes utilizan las diferencias religiosas para fomentar la violencia o justificar atrocidades.

Francisco y Bartolomé I declaran que «como líderes cristianos, exhortamos a todos los líderes religiosos a continuar y reforzar el diálogo interreligioso y a llevar a cabo todos los esfuerzos para construir una cultura de paz y de solidaridad entre las personas y entre los pueblos».

La declaración de «un genuino sentimiento fraterno» con los musulmanes se produjo al día siguiente de la oración conjunta del Papa y el muftí de Estambul en la Mezquita Azul , repitiendo el gesto inesperado y revolucionario de Benedicto XVI durante su visita del 2006, pocos meses después de su polémico discurso en Regensburg.

El Papa comenzó la jornada del domingo recibiendo en la sede de la Representación Pontificia de Estambul al Gran Rabino de Turquía, Isak Haleva, con quien mantuvo durante un cuarto de hora un afectuoso diálogo en español, idioma que los antepasados sefardíes del rabino han transmitido a cada nueva generación durante medio milenio.

Escuchar tres gritos

A continuación, el Papa se trasladó a la iglesia patriarcal para asistir a la divina liturgia de la fiesta de San Andrés, celebrada por Bartolomé I, quien le calificó de «hermano predilecto». El Patriarca ortodoxo reiteró el reconocimiento del «primado de amor, de honor y de servicio» de la iglesia de Roma «en el cuadro de la sinodalidad», un terreno en el que Francisco está avanzando con gran rapidez.

El Papa, a su vez, afirmó en su discurso que «el restablecimiento de la plena comunión no significa sumisión de uno a otro ni absorción, sino acogida de todos los dones que Dios ha dado a cada uno». Entre los dones de las Iglesias Ortodoxas, que suman unos 300 millones de fieles en todo el mundo, mencionó el riquísimo patrimonio litúrgico y espiritual, «así como la disciplina canónica» de las Iglesias Orientales.

El Papa invitó a escuchar tres gritos, comenzando por el de los pobres, que exige «luchar, a la luz del Evangelio, contra las causas estructurales de la pobreza».

En segundo lugar, el grito de las víctimas de los conflictos, incluidas las «guerras atroces e inhumanas» en Irak y Siria, sabiendo que «cometer o consentir todo tipo de violencia, especialmente contra personas débiles o indefensas es un pecado gravísimo contra Dios, porque significa no respetar la imagen de Dios en cada persona».

Y, finalmente, el grito de los jóvenes que, en los grandes encuentros ecuménicos como los de la comunidad de Taizé «nos piden dar pasos hacia la plena comunión, no porque ignoren las diferencias sino porque saber ver más allá: son capaces de entender lo esencial de lo que ya nos une».

Precisamente el último acto del programa del Papa en Turquía -antes de emprender regreso a Roma a las cuatro de la tarde, hora española- es un encuentro con jóvenes refugiados procedentes de Siria, Irak, algunas zonas de Turquía e incluso algunos países de África, que participan en actividades de acogida organizadas por los salesianos.

Aparte de dar ánimos a los muchachos y sus familias, el encuentro tiene por objeto llamar de nuevo la atención de la Comunidad Internacional sobre los millones de víctimas secundarias, entre desplazados y refugiados, de las continuas guerras en Oriente Medio.

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