El Papa afirma en Estambul que la Iglesia no debe «mirarse a sí misma»
El Patriarca Ecuménico asiste a la misa y, posteriormente, recibe al Santo Padre
En una misa celebrada en nueve idiomas, del arameo al español, el Papa Francisco afirmó en Estambul que “la Iglesia es fiel al Espíritu Santo cuando deja de lado la tentación de mirarse a sí misma”. Sus palabras tenían una fuerte significación no sólo ante el problema de “tribalismo” de los múltiples ritos de Oriente Medio sino también como un mensaje de apertura a la Iglesia universal.
La catedral católica de Estambul está dedicada al Espíritu Santo, y el Papa comentó en su homilía que “sólo el Espíritu Santo puede suscitar la variedad y, al mismo tiempo, mantener la unidad”, mientras que los hombres tendemos a los extremos, la división por un lado y la uniformidad por otro.
En un país de 76 millones de habitantes, los cristianos son menos del uno por ciento de la población, pero están divididos entre ortodoxos, armenios apostólicos, siríacos y católicos, que a su vez se dividen en cuatro ritos: armenio, caldeo, siríaco y latino, con poca colaboración entre ellos.
Este problema del “pulmón oriental” de la Iglesia fue abordado vigorosamente por Benedicto XVI en el Sínodo del Medio Oriente del 2010, y el Papa Francisco volvió a insistir en la idea principal: que cada comunidad deje de mirar su propio ombligo y de estar demasiado apegada a su territorio mental o geográfico.
«Abandonar el estilo defensivo»
El Santo Padre les previno contra “la tentación de ofrecer resistencia al Espíritu Santo porque desconcierta, empuja y obliga a la Iglesia a avanzar”. Es necesario “abandonar el estilo defensivo y dejarse guiar por el Espíritu, que es frescura, fantasía y novedad”. En tono serio, les advirtió que “nuestras defensas pueden manifestarse en un enrocamiento excesivo en nuestras ideas, en nuestras fuerzas. Y así caemos en el pelagianismo”.
Era, probablemente, un mensaje inesperado para unas iglesias que se lo piensan mucho antes de levantar un pie, lo cual les dificulta caminar. Pero es un mensaje de valor universal. Si Oriente Medio está en ebullición, el resto del mundo tampoco es estático. Hace poco el Papa afirmaba que “no vivimos en una era de cambios sino en un cambio de era”.
Al final de la ceremonia, el Papa y el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, que había asistido a la misa, dieron juntos la bendición y se despidieron con un abrazo entre los aplausos del público.
Poco después, el Papa Francisco acudía a la iglesia del Patriarca Ecuménico para una plegaria ecuménica conjunta. El domingo volverá a la iglesia patriarcal para asistir a la divina liturgia de la fiesta de San Andrés, patrono de la Iglesia Ortodoxa.
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