El Papa Francisco, a favor del «Big Bang»

Señala que “la evolución no contradice la creación divina, sino que la exige”

El Papa Francisco, a favor del «Big Bang» afp

juan vicente boo

En su primer discurso sobre cosmología y evolución, el Papa Francisco afirmó que “el origen del universo no es obra del caos sino de un principio supremo que crea por amor. El Big Bang no contradice la intervención creadora divina sino que la exige”.

Abordando nociones complejas con su habitual lenguaje sencillo, el Papa advirtió que “cuando leemos el relato de la creación en el Génesis corremos el peligro de imaginar a Dios como un mago con una varita mágica, que hace todas las cosas, pero no es así”.

En el discurso pronunciado con motivo del descubrimiento de un busto de Benedicto XVI en la sede de la Pontificia Academia de las Ciencias, situada en los jardines Vaticanos, el Papa afirmó que “Dios creó todos los seres existentes y les dejó desarrollarse según leyes internas que les dio para que llegasen a su propia plenitud, acompañándoles en todo momento con su presencia. Y así la creación ha avanzado a lo largo de milenios hasta llegar a ser lo que hoy conocemos”.

En ese cuadro, según el Papa, “la evolución de la naturaleza no contradice el concepto de creación sino que presupone la creación de los seres que evolucionan”.

El mensaje del Papa Francisco era nuevo en cuanto al lenguaje, pero no en el contenido ya que esas tesis fueron presentadas en discursos a la Pontificia Academia de las Ciencias por Pio XII en 1951 y Juan Pablo II en 1996.

Un término despectivo

En realidad, la teoría del Big Bang puede sentirse especialmente a gusto en esa sede ya que el sacerdote belga Georges Lemaître, quien la formuló en 1927, fue presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias entre 1960 y 1966. La expresión “big bang” era el término despectivo con que intentó ridiculizarla Fred Doyle, partidario de la teoría del estado estacionario.

La Pontificia Academia de las Ciencias, la más antigua de su tipo, ha contado a lo largo de su historia con 69 premios Nobel, muchos de ellos académicos antes de recibir el galardón. Personajes como Rutherford, Marconi, Planck, Bohr, Heisenberg o Fleming pasaron por esa casa que acoge científicos de todo el mundo sin distinción de credo religioso.

La primera mujer académica, la neuróloga italiana Rita Levi-Montalcini, que era judía, fue incorporada en 1974, doce años antes de recibir el Nobel.

El actual presidente de la Academia, Werner Arber, también premio Nobel, es un microbiólogo protestante suizo. Benedicto XVI, que le nombró presidente en 2011, le incluyó también entre los participantes en le Sínodo sobre la Nueva Evangelización en octubre del 2012.

El cardenal Joseph Ratzinger, nombrado académico por San Juan Pablo II, fue su principal colaborador en la encíclica Fe y Razón, de 1998. El texto, que puso punto final a cualquier disputa entre fe y ciencia, comienza con las siguientes palabras: “La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad”.

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