la crisis del ébola
«La falta de una autoridad nacional de salud pública ha empeorado la situación»
El presidente de la Organización Médica Colegial lamenta en este artículo que los recortes hayan eliminado hospitales y personal sanitario con formación en enfermedades infecciosas
![«La falta de una autoridad nacional de salud pública ha empeorado la situación»](https://s2.abcstatics.com/Media/201410/27/rodriguez-sendin--644x362.jpg)
Los virus y las bacterias no son democráticos , no tienen compasión ni entienden de injusticias, no saben de votos, ni de oportunidades políticas y nunca dan una segunda oportunidad a los errores . Estos enemigos microscópicos ponen continuamente a prueba la eficacia de nuestro sistema sanitario . Por eso, en política sanitaria, las buenas intenciones por si solas no valen para nada si no se acompañan de evidencia científica sólida o ante su carencia, de sentido común y buena voluntad. En salud pública no hay margen para el error y, ante un problema grave, hay que ofrecer una solución basada en el conocimiento, con grandes dosis de prudencia, calma y tranquilidad.
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Algo no funciona cuando existe tan poca armonía entre la respuesta social en tiempos de bonanza y la respuesta en tiempo de crisis. Los buenos deseos de salud y paz no se corresponden con la falta de compromiso , el exceso de crítica y la carencia de sensibilidad para atender a esas voces que piden ayuda desesperadamente.
Falta de solidaridad
Cuesta ser testigos de la enorme falta de solidaridad con tanta gente como sufre y muere a causa del Ébola. Niños abandonados y enfermos agonizantes en países sin recursos donde sus médicos se contagian y mueren por atenderlos. Y ya, dentro de nuestras fronteras, duele observar gestos anti solidarios con una sanitaria que enfermó haciendo su trabajo .
Tenemos un grave problema y no está solo en África Occidental, el brote de Ébola avanza más deprisa que nuestra capacidad de controlarlo y cuando finalice, habrá dejado devastación a su paso, aumentando la pobreza y la injusticia donde más pobreza e injusticia hay y extendiendo ese gheto mundial. Esto, antes o después, generará violencia, intolerancia y extremismos que tendrán un tremendo impacto sobre el mundo desarrollado, en particular el sur de Europa, España.
La peste del siglo XXI
Hay que dar una respuesta firme, fuerte y sobre todo única. España no puede permitirse el lujo de convertir la batalla contra esta peste del siglo XXI en 17 escaramuzas orientadas a salvar la imagen pública de sus dirigentes más que a plantar cara al enemigo . Es más, los organismos internacionales deberían cumplir con su deber y estudiar una respuesta que bloquee el problema en su origen, evitando el gran sufrimiento de los países mas afectados. Nos enfrentamos a un problema de solidaridad mundial, de derechos humanos que merece recibir al menos la misma atención y recursos que reciben los conflictos bélicos. Se necesitan respuestas políticas centradas en el uso de medios, dejando las decisiones técnicas sobre el manejo del virus a quien corresponde.
Estamos ante una emergencia sanitaria mundial gravísima que debe obligar a gobiernos, bancos y organizaciones no gubernamentales a realizar esfuerzos proporcionales a las necesidades . La caridad no es una solución, es momento para presupuestos extraordinarios, para medidas extremas.
Protocolos estrictos
La lucha contra el ébola requiere protocolos estrictos y específicos, aislamiento riguroso, tratamiento y soporte adaptado evitando la prepotencia. La complejidad de esta terrible enfermedad no debió subestimarse y lo que es más, las decisiones debieron ser tomadas por aquellos que mejor conocen la salud pública y sus diferentes perspectivas, en vez de considerarse solo las decisiones de marcado interés político.
Subestimar los riesgos y sobrevalorar los protocolos, sumado a la falta de provisión de formación en el uso de los equipos de protección ha sido un grave error. La falta de una autoridad nacional de salud pública empeora aun más la situación y las medidas de austeridad que están arrebatando a la nación de hospitales específicos y personal sanitario con formación en enfermedades tropicales o altamente infecciosas plantean un panorama poco alentador.
Ha llegado el momento de abandonar la miopía teñida de arrogancia de un poder autonómico mal entendido y reprogramar el liderazgo de la autoridad sanitaria central española y la de la UE sacrificando algunas competencias que la experiencia de varias décadas ha demostrado que no debieron ser transferidas sino compartidas.
El interés político de los partidos no debe estar nunca por encima del interés común de los españoles y recordemos que aunque tenemos seguimos teniendo un excelente sistema sanitario, el ébola es una amenaza mundial que no debemos subestimar .
Es importante revisar qué hemos hecho mal y asegurar que no vuelva a ocurrir . Si conseguimos revitalizar la salud pública, acondicionar la red sanitaria a las inevitables crisis epidémicas y desarrollar con otros países una cooperación sanitaria decente con los países que hoy están naufragando…, entonces, lo que nos ha ocurrido con el ébola, al menos, habrá servido para algo.