Carlos Osoro, un pastor al estilo del Papa Francisco

Un pastor que predica «con el ejemplo»

Al nuevo arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, le gustan las distancias cortas. Será por eso que desde su elección como obispo de Orense en 1997 recorre una media de 200 kilómetros al día para ver a su gente. «Nada le obliga más que un rostro humano», aseguran quienes le conocen. Maestro antes que cura, formador de seminario antes que obispo, Osoro es un hombre sencillo que «solo gasta el despacho por las noches».

A pocos días de tomar posesión de la Archidiócesis, el libro «Carlos Osoro, el peregrino» (Esfera de los Libros) recoge este y otros muchos aspectos de la vida cotidiana y pastoral de este

sacerdote cántabro, profesor de matemáticas y músico. La publicación, realizada por el periodista y escritor Jesús Bastante y de la cual adelantamos algunos párrafos, es fruto de cuatro meses de diálogo y de compartir junto al prelado alguna de sus largas jornadas de trabajo en la archidiócesis de Valencia.

«Osoro es una buena persona y ha demostrado ser un pastor que se mete en su diócesis en un momento en que los fieles necesitan pastores cercanos, que prediquen con el ejemplo», afirma.

«Tengo un nombre para usted: Le voy a llamar el peregrino»

El Papa Francisco fue quien «bautizó» a Carlos Osoro como «el peregrino» durante la visita ad limina que los obispos españoles realizaron al Vaticano el pasado mes de marzo. El diálogo se produjo durante un encuentro en el que también estuvieron presentes los obispos de la provincia eclesiástica de Valencia y los de Madrid.

«Yo entendí que se refería a las tres diócesis por las que he pasado como obispo (Ourense, Oviedo y Valencia) y le dije: “Es verdad, Santo Padre, y en todas me he encontrado muy a gusto y ahora, ciertamente, estoy a gustísimo”. Entonces el Papa me respondió: “No, no es por eso, es porque leo Paraula (el semanario de la diócesis de Valencia), y lo veo a usted día a día recorriendo toda la diócesis”. Ante ello, yo le pregunté: “¿Y dónde lee usted Paraula?”. Y él me respondió: “Yo me las arreglo para ver dónde están ustedes”».

Una «vocación tardía»

El nuevo arzobispo de Madrid tenía 28 años cuando decidió entrar en el seminario. Descubrió su vocación mientras daba clases de matemáticas.

«A veces me dicen que soy un bicho raro porque he “tenido vida” antes de entrar en el seminario. No creo que sea así, pero es cierto que pude estudiar, trabajar, conocer distintas realidades antes de decidir que esta era mi vocación definitiva. Pero sí es verdad que desde hacía años era una idea que me iba rondando. Antes de terminar la carrera, comencé a salir con una chica, con la que tuve una relación grande, que poco a poco se fue haciendo más estable... Cuando ya estábamos formales, sentí la necesidad de decirle que yo le estaba dando vueltas a la cuestión del sacerdocio... Pero bueno, seguimos, aunque cada vez la llamada era más fuerte».

Músico y compositor

Una de las facetas menos conocidas de Carlos Osoro es la de músico y compositor. Es autor de varias canciones que fueron popularizadas por Luis Alfredo, como «Baja a Dios de las nubes» y «Yo no soy nada».

«De vez en cuando toco (el piano). Me gusta la pintura, me gusta el dibujo, conservo algunos dibujos, muy malos pero que los hago en un momento... Me gusta mucho la música, pero no tengo tiempo de escucharla. Sobre todo los clásicos, y la música celta, que descubrí a mi llegada a Galicia. Me gusta, me relaja, me entusiasma... Si tengo oportunidad voy a algún concierto, que desde que llegué a Valencia apenas he podido acudir a la ronda de la Virgen y poco más, pero en Asturias sí iba de cuando en cuando», cuenta.

Un obispo que le gusta escuchar

Según el periodista Jesús Bastante, autor del libro, Carlos Osoro es «sin lugar a dudas, el hombre de Francisco en España, destinado a generar una nueva imagen de la Iglesia, más abierta, dialogante y de puertas abiertas».

«Mi trabajo, mi vocación -explica Osoro- es tratar con personas, y las personas, si les rompes algo, se duelen. Por eso la labor de un hombre de Iglesia no puede ser hacer lo que te parece, sino pensar, consultar, dialogar y medir bien las consecuencias de tus actos».

Sacerdote antes que obispo

Los que conocen de cerca al nuevo arzobispo de Madrid saben que a Carlos Osoro "los cargos no le han cambiado nada". Fue rector del Seminario de Corbán, obispo de Orense, Asturias, Valencia y ahora de Madrid, además de vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española.

Según explica el obispo cántabro, «nunca dejas de ser sacerdote, ni de querer ser un párroco para todos. Creo que un verdadero sacerdote no busca ser obispo, ni cardenal, ni papa... La vocación al sacerdocio es, siempre, la más fuerte».

Nueva etapa en Madrid

Al nuevo arzobispo de Madrid le ha costado "muchas horas de sueño y lábrimas" abandonar la diócesis de Valencia, a la que llegó en abril de 2009. No es la primera vez que pasa por esta experiencia ya que en sus 17 años como obispo ha cambiado cuatro veces de sede.

«A mí me cuesta mucho salir, me encariño fácilmente con la gente», nos cuenta. «Yo salí del Seminario de Corbán para Ourense llorando, literalmente llorando. ¡Había estado veinte años allí, en Santander, en mi tierra! Y dejaba a mi madre muriéndose, con un cáncer terminal. Y recuerdo que se lo dije a Lajos Kada [entonces nuncio en España], y él me respondió: “Usted se debe a la Iglesia”. A mí aquello, en su día, me sentó mal, pero bueno, lo entendí. Y fui para Ourense. Y cuando San Juan Pablo II decidió que fuera a Oviedo me costó, porque en Ourense todos me conocían y yo los conocía a todos, eran mi familia, y además sabía que en Asturias iba a sufrir, que la cruz me iba a llegar, y a nadie le gusta la cruz. Y después de siete años, me costó muchísimo salir de Oviedo. Y ahora... A mí los cambios me cuestan muchísimo, porque dejas amigos, dejas personas, dejas realidades, dejas lo que has querido, tu Iglesia, a la que te has entregado».