El Sínodo pide mejor acogida a las «familias heridas» pues «no supone debilitar la fe»
Refuerza el papel de los matrimonios y familias enteras «en toda la praxis pastoral, superando ópticas individualistas»
Dejando atrás algunos miedos, la Iglesia católica abraza la acogida a todas las familias en situaciones difíciles, «sin debilitar por ello ni su fe ni su testimonio de la indisolubilidad del matrimonio, sino manifestando de ese modo la caridad». Al mismo tiempo, reforzará el papel de matrimonios y familias enteras en las actividades de espiritualidad y evangelización.
El tono sereno del informe del cardenal Peter Erdö sobre la primera semana del Sínodo de la Familia refleja el clima del debate de los 253 participantes en las sesiones plenarias. La segunda semana se articula ahora en diez grupos de trabajo –en inglés, italiano, español y francés- hasta elaborar un documento final que, a su vez, oriente la reflexión de diócesis y parroquias hasta el Sínodo Ordinario sobre «Vocación y misión de la Familia» del 4 al 25 de octubre del 2015.
El informe de doce folios presentado por el cardenal Peter Erdö, muestra la consolidación de dos grandes líneas. La primera es valorar todo lo que hay de positivo en las parejas de hecho, los matrimonios civiles, las personas divorciadas casadas civilmente, etc. con vistas a ayudarles y encaminarles hacia el objetivo ideal de matrimonio como sacramento.
La segunda línea es aumentar el protagonismo de los matrimonios maduros en la ayuda a matrimonios en crisis y en las actividades espirituales de parroquias y diócesis, al tiempo que se potencia el testimonio cristiano de familias enteras.
Etapas
Según el documento, muchas convivencias estables no llegan a matrimonio civil o a matrimonio religioso por motivos independientes de la fe como son «la precariedad laboral, que a veces es una verdadera pesadilla, una fiscalidad demasiado pesada que no anima a los jóvenes al matrimonio», o el excesivo coste de las bodas en algunas culturas, etc.
Otros factores de inestabilidad son «la fragilidad afectiva y la afectividad narcisista», cada vez más frecuentes, que llevan a «permanecer en los primeros estadios de la vida emotiva y sexual».
En ese contexto, el informe «considera necesario un discernimiento espiritual respecto a las convivencias, los matrimonios civiles y los divorciados vueltos a casar», para reconocer los elementos positivos que existen fuera del matrimonio sacramental. En lugar de rechazar esas situaciones, se aconseja verlas como etapas hacia una posible mejora.
Respeto hacia los divorciados
Respecto a los divorciados casados civilmente, el debate de la primera semana refleja unanimidad en tratarles con respeto «evitando todo lenguaje y actitud que les haga sentirse discriminados. Asumir su atención no supone para la comunidad cristiana un debilitamiento de su fe y su testimonio de la indisolubilidad del matrimonio, sino manifestar, precisamente en esa atención, su caridad».
En cuanto a la posibilidad de comulgar, el debate sacó a la luz tres alternativas que requieren mayor estudio: no cambiar la normativa actual, permitir la comunión «en condiciones bien determinadas», o permitirla después de «un camino penitencial» supervisado por el propio obispo.
En todo caso, «se trataría de posibilidades no generalizadas, fruto de un discernimiento caso por caso, según una ley de la gradualidad que distinga entre estado de pecado, estado de gracia y circunstancias atenuantes».
Uniones homosexuales
El Sínodo reconoce que «las personas homosexuales tienen dotes y cualidades que pueden ofrecer a la comunidad cristiana». Aunque hay pleno acuerdo en no considerar sus uniones legales como matrimonio, se valoran algunos elementos positivos de su convivencia.
El informe, «sin negar los problemas morales de las uniones homosexuales, reconoce que hay casos en que la ayuda mutua, incluso hasta el sacrificio, constituye un apoyo precioso para la vida de los miembros de la pareja». Al mismo tiempo se subraya la necesidad de acoger y cuidar «a los niños que viven con parejas del mismo sexo».
Protagonismo de las familias
Pero lo más novedoso es el consenso del Sínodo en «la necesidad de transformar toda la praxis pastoral en perspectiva familiar, superando las ópticas individualistas que todavía la caracterizan».
Esto implica «renovar la formación de los sacerdotes y otros agentes pastorales con mayor participación de las familias» y dar mayor protagonismo «al testimonio de las familias» dentro de la comunidad.
Se subraya la importancia de «las parejas con experiencia» en las parroquias para ayudar a los matrimonios jóvenes que atraviesan dificultades. Se exhorta a revalorizar «el don de los hijos» y a «animar a las parejas a reunirse regularmente para promover el crecimiento en la vida espiritual».
El cambio de enfoque se manifiesta con claridad en el tema de la próxima asamblea. Este Sínodo Extraordinario está abordando «Los desafíos pastorales sobre la familia». El Sínodo Ordinario de octubre del 2015 se ocupará de «Vocación y misión de la familia en el mundo contemporáneo».
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