primer contagio de ébola en españa

Los compañeros de Teresa la notaron nerviosa después de quitarse el traje del ébola

Estaba «rara» y «apática», se recoge en uno de los informes de la investigación del caso, según ha podido saber ABC

Los compañeros de Teresa la notaron nerviosa después de quitarse el traje del ébola reuters

N. RAMÍREZ DE CASTRO,

Trece días ha tardado la auxiliar de Enfermería Teresa Romero en reconocer que pudo cometer un error fatal al quitarse el traje con el que se protegía del ébola en la habitación del misionero Manuel García Viejo. Teresa estuvo dos veces dentro de esa habitación del Hospital Carlos III impregnada con el virus. Primero, para cuidar al religioso español y la última vez el día 25, cuando falleció y recogió material infectado de la habitación.

Probablemente, ese día cuando la carga viral del fallecido era más alta, se infectó al salir del traje de aislamiento. Extrajo la escafandra protectora que aísla el rostro y en ese momento se tocó la cara con un guante infectado sin darse cuenta, tal y como ABC avanzó, y reconoció ayer la propia paciente a sus médicos. Además se quitó la protección sin esperar a que ningún miembro del equipo supervisara esta delicada operación , como marca el protocolo. De esa manera tan sencilla, el virus pudo entrar en su organismo a través de las mucosas, los ojos, la boca o la nariz.

«No comunicó ningún fallo»

Al pasar el guante por su rostro cometió un error humano del que ella pudo percatarse en ese mismo momento, según fuentes cercanas a la investigación. Al parecer, los compañeros de la auxiliar la notaron con cierto nerviosismo después de esa última intervención, «rara», «apática», un comportamiento extraño en ella que podría explicarse si ella fue consciente de su exposición. Sin embargo, no notificó ningún tipo de accidente al servicio de medicina preventiva y ese mismo día cogió vacaciones sabiendo que se había expuesto al virus y que había posibilidades de contagio.

Tras ocultar su accidente, Teresa emprendió un cúmulo de imprudencias que ha puesto en riesgo a, al menos, 84 personas que ahora están en observación. La auxiliar de Enfermería hizo vida normal en su barrio de la localidad de Alcorcón hasta que empezó a tener síntomas y cuando aparecieron tampoco se aisló para evitar la propagación del virus hemorrágico. Incluso se fue a depilar a un centro de estética.

No informó del riesgo a su médico

Teresa Romero comenzó a tener fiebre el 29 de septiembre, un día después acudió al médico de Atención Primaria del centro de salud de su zona y le ocultó una información vital para relacionar su malestar con el ébola. No le dijo a su doctora que había estado en contacto con los misioneros infectados, como reconoció ayer en una entrevista telefónica a la cadena Cuatro de televisión y, por eso, la enviaron a casa pensando que tendría una simple gripe. Esta médico es ahora una de las cinco personas de mayor riesgo que está siendo vigilada.

A partir de ese día Teresa llamó al Carlos III para contar que tenía fiebre, aunque solo refería una temperatura de 37,5 grados, probablemente atenuada por el paracetamol que su médico de cabecera le prescribió. Hasta el lunes, cuando empeoró, no le aconsejaron que fuera al Hospital de Alcorcón, el centro sanitario más próximo a su domicilio y su traslado en ambulancia se hizo sin aplicar el protocolo de ébola. El diagnóstico entonces era una «viriasis» sencilla.

Los compañeros de Teresa la notaron nerviosa después de quitarse el traje del ébola

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