Sevilla
La sociedad civil hace justicia a Jaime García Añoveros, «un ilustre sevillano de adopción»
La Tertulia Justicia y Caballo, en la decimoquinta edición de sus homenajes, distingue la figura del exministro, profesor y jurista y a la saga de jinetes Álvarez Domínguez
Jaime García Añoveros, en el recuerdo de la 'Tertulia Justicia y Caballo'

«Siempre vivo en su obra y en mi memoria». Así rezaba la dedicatoria de la tesis doctoral de Jaime García Añoveros en la Universidad de Bolonia al fundador en 1364 del Real Colegio de España en la ciudad italiana, el cardenal Gil ... de Albornoz. Una frase que encierra el recuerdo que quiso dejar este intelectual, político, abogado y, principalmente, profesor, a su familia y sus amigos, que fueron muchos. «Mientras las personas están en la memoria de nosotros y han dejado una obra, están siempre vivos», afirma su hija Victoria, que este jueves estará presente en el homenaje que la Tertulia Justicia y Caballo rinde a su padre, un turolense criado en Navarra convertido en «un ilustre sevillano de adopción», como lo definió su amiga y exalcalde de Sevilla, Soledad Becerril.
La trayectoria profesional de García Añoveros es inabarcable. «Tocó todos los palos», bromea su hija Victoria a este periódico. En el terreno político se inició en los sesenta en el Partido Unión Social Demócrata Española, fundado por Dionisio Ridruejo. Además, junto a sus inseparables Manuel Olivencia y Manuel Clavero Arévalo, fundó el Partido Social Liberal Andaluz, que en 1977 se integró en la UCD de Adolfo Suárez, con quien fue ministro de Hacienda, cargo que también asumió con Calvo Sotelo. Fue diputado de las Cortes Generales en el período 1977-1982 desempeñando los cargos de presidente de las comisiones de Economía y Hacienda y de Presupuestos del Congreso. Y fue candidato a la presidencia de la Junta Preautonómica de Andalucía, que ganó el socialista Plácido Fernández Viaga.
Como abogado fundó su propio despacho que hoy mantiene su hija Victoria, la única que siguió sus pasos. Elisa es médica en Sevilla; Jaime es investigador de Biología Genética en Estados Unidos y Paloma, historiadora del Arte también en tierras norteamericanas.

En el mundo empresarial, entre otros cargos, fue consejero de Prisa, Abengoa o Ayesa; estuvo muy vinculado al Banco Urquijo, como director del Servicio de Estudios; impulsó el nacimiento de la revista La Ilustración Regional; fue el primer director del Instituto de Desarrollo Regional de la Universidad de Sevilla (1972); y miembro del Consejo de Administración de la Sociedad para el Desarrollo Industrial de Andalucía.
«Maestro universitario»
Pero si por algo quería ser recordado Jaime García Añoveros era como «maestro universitario». Murió el 15 de junio del año 2000 y nunca se jubiló como docente. En el año 1961 ganó la cátedra de Economía y Hacienda Pública de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, sucediendo a su «maestro» don Ramón Carande. A pesar de ser navarro y su mujer, Elisa Escriña de Salas, madrileña, llegó a Sevilla por aquella cátedra y jamás logró separarse de la ciudad.
Jaime García Añoveros era «una persona libre, independiente, tolerante y leal». Su tolerancia lo convirtió en un personaje clave en la Transición, donde negoció la parte económica con los otros partidos. Mantuvo magnífica relaciones con el Partido Comunista. Pero también visitó a don Juan en Estorial.
Era un humanista. Amante de la literatura, dueño de una extensísima biblioteca y coleccionista de todas las obras sobre la Guerra Civil que se publicaron en España y en el extranjero. Fue un melómano, capaz de ir todos los martes desde Madrid a Barcelona para escuchar ópera en el Liceo. En su casa, Beethoven o Mozart eran la banda sonora. En Sevilla descubrió y se sumergió en el flamenco.
Aficionado a tertulias eruditas en su casa de cualquier temática: política, literaria o musical. Pero también le gustaba ir a la taberna de Pepe Peregil a conversar con él. Fue presidente de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción. Y un gran taurino.
Otra de las facetas que descubrió en Sevilla fue el Rocío, haciendo el camino con la hermandad de Triana, de cuyo barrio se enamoró. Su funeral se celebró en la parroquia de Santa Ana. De firmes convicciones religiosas y alta sensibilidad artística y emocional, fue hermano de la Carretería y de la Esperanza de Triana.
Su infancia y educación estuvieron marcadas por la figura casi paternal de su tío don Antonio Añoveros, obispo de Cádiz y Ceuta, y de Bilbao. Con él hablaba en latín, una de las seis lenguas que hablaba de forma natural, junto al castellano, el valenciano, el italiano, el inglés y el francés.
Su fama como hacendista y derecho tributario le llevó a tener relaciones con muchos países sudamericanos. Hizo la reforma fiscal de Perú conocido como el Código Tributario Añoveros. Nunca se aplicó a pesar de que advirtió de los riesgos de una revolución si no se hacía. Después llegó 'Sendero Luminoso'.
Su hija Victoria destaca de su legado todos los artículos publicados en El País, «reflexiones que siguen de actualidad». Y sobre todo su diario, que aún conserva la familia, desde 1975 hasta que una semana antes de fallecer. Hay críticas políticas, literarias, musicales o taurina de un hombre «todoterreno, con una visión globalizada de España y con una obra profunda», al que la sociedad civil, a través de la Tertulia Justicia y Caballo, hoy le hace justicia con este reconocimiento.
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