Francisco Robles - NO DO
Una mujer de Coria
Hace bien el alcalde al reivindicar el buen nombre de la coriana. Ya está bien, de aguantarles tonterías a estos cómicos de la mala lengua
ANDAN revueltos y enfadados en Coria del Río por la frase que pronuncia el personaje que encarna María León en la película «Cuerpos de élite». Una presunta guardia civil sostiene ante la cámara que se metió en el cuerpo porque en su Coria natal sólo podía ser agente de la Benemérita o puta. Decimos presunta porque una mujer que vista tan honroso uniforme de verdad jamás podría decir semejante mentira.
En Coria hay miles de mujeres que no han tenido que optar ante esa falsa dualidad tan propia de los esquemas en los que se mueve ese engendro al que se llama cine español. Una patulea de cómicos con ínfulas de intelectuales que no van más allá de la consigna que cabe en la pegatina, del exabrupto de Almodóvar preñado de un rencor que nadie sabe muy bien de dónde viene dado el éxito que ha conseguido en vida, o de las canalladas que escupe el sectario de Willy Toledo. Se premian continuamente los unos a los otros para insultar al representante del pueblo que asiste impertérrito a la ceremonia: a ellos nadie los ha elegido en las urnas ni en las taquillas por donde no pasamos como quisieran que lo hiciéramos, a golpe de autoritarismo populista. ¿Está claro o repetimos la escena?
En Coria del Río nació hace un cuarto de siglo una mujer que ha conseguido su título de ADE, vulgo Administración y Dirección de Empresas, con su máster correspondiente y su nivel de inglés acreditado. Una niña que no tuvo que elegir entre las dos ocupaciones a las que se refiere el funesto personaje que encarna una actriz que podría haberle dicho algo al director o al guionista, que luego querrá reconocimientos del mismo pueblo andaluz o sevillano al que representará como el susodicho Almodóvar se cree el Quijote de su Mancha.
Esa mujer lo ha conseguido todo gracias a su esfuerzo, como hizo hace muchos años su abuela: viuda y con cinco hijos pequeños, tuvo arrestos y lo que no son arrestos para sacar adelante el negocio familiar del que aún viven algunos de ellos, dando un ejemplo de feminismo práctico sin subvenciones de ningún tipo en la durísima España que le tocó vivir. Las dos se llaman Victoria, y han vencido al presunto determinismo que enarbola el inevitable guionista de la demagogia barata y del humor al peso. En medio, otra mujer de la que nadie podría escribir nunca nada malo, sino todo lo contrario: es la bondad personificada. Como tantísimas corianas que sacan adelante sus familias y sus trabajos con ese tesón que nunca le reconocerán los caricatos a la violeta.
Hace bien el alcalde de Coria cuando reivindica el buen nombre de la mujer coriana. Ya está bien de aguantarles las tonterías a estos cómicos de la legua y de la mala lengua, subvencionados a tutiplén y sin más méritos que los premios que se endiñan los unos a los otros, o viceversa. Si quieren que Coria salga en una película, que vayan por allí una tarde de otoño y filmen el majestuoso paso del Guadalquivir por unas orillas pintadas por Carmen Laffón o por Ricardo Suárez. Entonces se darán cuenta de la belleza que fluye por las aguas del Río Grande que busca las tablas de la mar, o por la marea que lo encuentra en ese lugar de ensueño que los japoneses conocen mejor que nuestros cómicos.