Francisco Robles - NO DO

El cortijo de Cañamero

La red 2.0 es la que ha ido tejiendo esa izquierda radical que se cree en posesión de la verdad cuando es pura mentira

FRANCISCO ROBLES

Si ayer alabábamos el reportaje de la compañera Cristina Aguilar donde se ponía de manifiesto el derroche en talento y experiencia que suponen los despidos de los sevillanos que tienen más de 45 años, hoy vamos a hacer lo propio con la información del compañero Antonio R. Vega. Toni, como lo llamamos los que nos honramos con su amistad, ha puesto al descubierto con su sagacidad y su instinto periodístico basado en un olfato privilegiado todo el entramado que sirve para tejer la segunda red clientelar de Andalucía. La primera es la que lleva tejiendo el Régimen durante los últimos decenios. Un régimen donde la Junta, el partido y las empresas públicas se mezclan de tal forma que es imposible separarlos. Una red anudada por las prebendas y las subvenciones con que se riega el campo electoral andaluz. La red 2.0 es la que ha ido tejiendo esa izquierda radical que se cree en posesión de la verdad cuando es una pura mentira.

Ya puestos a alabar, hagamos lo propio con el atinado Enfoque que ayer escribió nuestro subdirector. Manuel Contreras daba en el blanco a la hora de adjudicarle a Cañamero todos los tópicos de la Andalucía cortijera. Y ahí es donde entramos nosotros, con este Nodo, para soltar la leña con tomate —Moeckel dixit— que tanta falta les hace a estos iluminados que viven de nuestros impuestos. Vamos a ver. Cañamero no quiere que Andalucía salga del subdesarrollo agrario por una simple razón: ¿cómo iban a votarle los pequeños y medianos propietarios agrícolas que tendrían que ganarse el pan con el sudor de su frente, y no con el sudor del de enfrente?

Ahí está la clave. Estos revolucionarios que quieren salvarnos no pasan, en su retórica vociferante y trasnochada, del Sálvame. Cañamero es carne de ‘prime time’ veraniego. Aprovecha la estación estival para salir en la tele ocupando fincas, asaltando supermercados o defendiendo a delincuentes condenados por agresión. Cañamero, y aquí llegamos al núcleo de la verdad que les duele, persigue la revolución que se fundamenta en ese axioma tan grosero como revelador: quítate tú que me pongo yo. Que el cortijo cambie de manos para que caiga en las que llevan su mismo apellido. Bienvenidos a la dinastía de la aristocracia popular.

Para ello, este cortijero posmoderno se alía con quien sea. Marxistas, ecologistas, andalucistas, feministas, animalistas... Da lo mismo. Todo se aprovecha, como en el cerdo. Ropavieja ideológica trasplantada al comunismo cortijero. Eso no es nada nuevo bajo el inclemente sol andaluz. Esto ya sucedió, y sigue sucediendo, en los países que han sufrido y siguen sufriendo el yugo de la hoz y el marrillo. ¿Quién heredó el poder en Corea del Norte? ¿Y en Cuba? Es la historia continuamente repetida. Es la mentira que no cesa en la noria recurrente de la historia. Vivir de los impuestos de los demás mientras nos acusan, a nosotros, de burgueses o de voceros del capitalismo. ¡Tequieiyá con los faroles que se nutren de los enchufes familiares! Cuando llegó al Congreso dijo que iba a trabajar en el campo si las obligaciones parlamentarias se lo permitían. Se le olvidó decir que lo haría en el cortijo de su hermano.

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