Exposición de dulces de conventos en el Alcázar
Yemas de San Leandro para sobrevivir y parar la ruina
Del 4 al 7 de diciembre el Real Alcázar acogerá de nuevo la XXXVII Exposición de Dulces de Conventos de Clausura

Este año el Alcázar acogerá de nuevo la XXXVII Exposición de Dulces de Conventos de Clausura de la provincia de Sevilla . Diecinueve conventos, siete de la capital y doce de la provincia, participarán en esta muestra en la que se ofertarán seis mil kilos de dulces, de cerca de trescientas variedades. Algunas son elaboraciones de siglos, otras nacieron de la innovación en los obradores conventuales, pero todas están realizadas de forma artesana y con ingredientes de calidad. El horario será ininterrumpido de 10 a 19 horas. Este año se instalará un puesto con productos especiales sin lactosa, sin azúcar y sin gluten en el que participarán los conventos de Madre de Dios y Encarnación de Osuna, sin azúcar, los conventos de Utrera y Alcalá de Guadaíra, sin lactosa, y los conventos de Estepa, y de San Leandro, sin gluten.
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Precisamente las yemas de San Leandro , uno de los dulces más antiguos que acuden a la muestra, es el más famoso de todos los de los conventos sevillanos, a nivel nacional e internacional, a raíz de las Exposiciones del 29 y del 92. La primera las dio a conocer y la segunda las consagró. Se desconoce cuando comenzaron a elaborarse pero se cree que ya las monjas las hacían en el siglo XVI porque se conserva una factura de huevos y azúcar, así como una carta del siglo XVII en la que una familia da las gracias a las religiosas por las yemas y se alaba su sabor.
Azúcar clarificado con unas gotitas de limón, yemas de huevo y la habilidad y sabiduría de las manos de las monjas han logrado durante siglos ese sabor inconfundible de este dulce de huevo hilado con «costrita» de azúcar , que ha permanecido inalterable y sin adulteración en su viaje por el tiempo. Todo es manual, salvo por la ayuda de la batidora. Tampoco ha cambiado su envase, la cajita de madera que es su tarjeta de presentación.
Por la desamortización de Mendizábal, San Leandro fue el primer monasterio sevillano en hacer yemas como medio de vida. En la actualidad y para hacer frente a los problemas de los edificios que forman el convento las agustinas elaboran y venden también magdalenas, pestiños y huevo hilado. Este año estrenan una cajita con media docena de yemas, a sólo seis euros. Cosen ropa para Niños Jesús y realizan todo tipo de labores. Durante el confinamiento hicieron mascarillas de forma gratuita para asilos de Sevilla y España. Como la comunidad la componen 15 monjas de Kenia y Tanzania y tres españolas, con la venta de dulces solo logran sobrevivir, y parchear los graves problemas de hundimientos y humedades porque con su trabajo no pueden acometer obras más importantes e indispensables. La abadesa Sor Natividad, que agradece las ayudas y confía en la Divina Providencia, señala que el día a día es duro porque las ventas están muy flojas y se nota mucho la crisis.
San Leandro, con sus siete siglos en el centro de Sevilla, es el convento más afectado de todos los que tienen problemas en sus edificios. Solo la ayuda de Sevilla y los sevillanos, las instituciones y la sociedad civil, logrará que siga en pie.