La vuelta al mundo en 60 metros cuadrados
Cándido González reúne en su piso de San Pablo parte de las miniaturas que ha ido construyendo a lo largo de su vida

En un piso de la calle Niño de la Palma, en el distrito San Pablo, hay otra Sevilla en la que crecen monumentos: desde el suelo, sobre el sofá, junto al router, sobre la camilla, entre los marcos de fotos... Nadie imaginaría que en una ... salita de este barrio la Giralda y la Torre del Oro serían vecinas de la Torre de Pisa o la de Eiffel. Nos adentramos en la casa de Cándido González Borrego , un deseo hecho realidad con el que este carpintero soñaba desde que era niño y que ahora, a sus 78 años , le permite disfrutar de su jubilación en este mundo de poco más de 60 metros cuadrados.
«Empecé a trabajar cuando era un niño. Estaba en el colegio y al lado había una carpintería. Salía del colegio y me metía allí con unos diez años. Con 14 años me fui a Madrid con el maestro de carpintería, porque tenía un hermano que era carpintero en Madrid. Allí estuve en su carpintería cuatro años. Después me volví a Sevilla y me coloqué en los Astilleros de Elcano , donde me querían hacer fijo, pero como había que trabajar una semana de noche y otra de día, no quise que me contrataran allí. Entonces me fui a Vizuete , donde estuve trabajando casi treinta años, y de ahí me pasé a las cocinas, «Arte y Cocina», en la calle Marqués de Pickman, donde estuve más de veinte años, hasta que me jubilé», recuerda.
«Las cocinas más o menos era carpintería y en Vizuete también se trabajaba la madera», dice para relacionar su oficio con los trabajos. «Nunca he parado. Esta afición no la he perdido jamás. Tampoco cuando llegó la jubilación. Siempre tengo algo pendiente».
Ahora está haciendo un servilletero, que aunque «he hecho muchos, ya se los han llevado». Reconoce que de lo que más orgulloso se siente es «de la Giralda, el barquito o la Torre del Oro, pero disfruto nada más que con mirarlo». « Esto es como tener Sevilla en el salón , y la Torre del Oro y la Giralda, también tienen una luz en su interior que las convierten en lámparas».
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En el sótano
Cándido no sabe cuánto ha tardado en realizar cada pieza, porque «a lo mejor hoy tengo ganas y me bajo al taller y mañana no». El taller está en el sótano, pero el acceso no es fácil porque el techo «es muy bajito». Allí es donde tengo las máquinas y las herramientas. «Lo tengo medio de almacén, trastero y estudio», dice. No sabe cuánto tiempo ha tardado en realizar las miniaturas de madera, aunque reconoce que « en un año soy capaz de hacer cinco Giraldas . En los meses de confinamiento que tuvimos me hice el campo de fútbol del Real Madrid, porque vi una foto y lo saqué de ahí. Mi nieto es futbolista con 11 años y se lo iba a regalar, pero como es del Santiago Bernabéu me ha dicho que no lo quiere porque es sevillista, así que le he tenido que buscar unos planos del Sánchez-Pizjuán para regalarle el estadio del Sevilla F. C.
A su hermana Paqui, por las mismas, fechas le hizo una iglesia: «Ahora que no puedes ir a misa para que reces mucho por todos nosotros», le dijo. «Ahora tengo pendiente de hacer el Arco de la Macarena y la Ermita de el Rocío . He hecho mucho el camino y me gusta mucho». «Hago todo esto por no estar parado. Encuentro los planos en una tienda de la calle Feria. Hoy me han llamado para decirme que tenían una cosa para mí. Otras veces veo los monumentos en fotos y los hago a mi manera, pero con los planos se tarda menos. Lo hago por entretenerme porque no vendo nada».

Sobre el Covid-19 , afirma que «es una faena, aunque a mí el confinamiento me ha venido bien para adelantar estas aficiones que comparto con los trabajos de manitas en casa de mis hijas. Estoy deseando que me llamen para hacer algo porque levantarme y sentarme a ver la televisión es algo con lo que no puedo», insiste.
Cándido está casado con Carmen -dice mientras enseña un marco que fabricó con su imagen- y tiene cuatro hijas. «En total habré hecho casi sesenta piezas, incluidas las que ya he regalado a mis hijas. ¿Y qué piensa su mujer de tener que quedarse también con el campo del Real Madrid en el Salón?, «que no traiga más nada, que no suba más cosas, que ya tengo la casa llena por todas partes». Es como entrar en otra Sevilla, en otro mundo: es el mundo de Cándido.
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