SEVILLA
Volver a la Universidad después de la jubilación
En la Hispalense y en la Olavide hay más de 35 alumnos de 63 a 80 años
Las universidades Hispalense y Pablo de Olavide de Sevilla suman 85.000 estudiantes, entre los que hay un reducidísimo grupo de alumnos que no sólo peinan canas, sino que muchos de ellos son abuelos. Se trata de más de 35 estudiantes de entre 63 y 80 años que han pisado por primera vez la Universidad o han vuelto a la misma después de años de ejercicio profesional. Ahora, cuando se han jubilado y los horarios laborales ya no gobiernan sus vidas estudian entre jóvenes universitarios de 18 a 22 años, un contacto entre distintas generaciones que enriquece a ambas partes.
José Cantillana se jubiló en 2010 como jefe del servicio de Cirugía del Hospital Virgen Macarena y profesor titular de la Univesidad de Sevilla. «Cuando me jubilé decidí mantener abierta la consulta privada por las tarde. Me pregunté cómo iba a ocupar mis mañanas, de 8 a 3 horas, y pensé que estudiar Historia del Arte era la mejor opción porque me permitiría seguir teniendo contacto con la Universidad, aunque ahora como alumno», explica este cirujano, cuya casa está inundada de libros de pintores y arquitectura.
«La verdad es que si no hubiera sido cirujano me hubiera decantado por la arquitectura . Cuando me jubilé con 70 años pensé que no podía abordar con mi edad una carrera técnica como Arquitectura, así que elegí una carrera humanística, como Historia del Arte, que me satisface también mucho».
A Cantillana le quedan sólo 3 ó 4 asignaturas optativas para graduarse. «Espero aprobarlas y acabar el trabajo de fin de grado en el curso 2016-2017», declara esperanzado este médico. Para sus hijos y nietos ver de nuevo al padre y al abuelo, respectivamente, en la Universidad no es novedad. «Antes iba como profesor y ahora como alumno», subraya.
Por otra parte, Santiago Palomino González , de 63 años, trabajó en CASA como electricista aeronáutico durante 30 años pero en 2010 se le reconoció la invalidez laboral por lesiones no operables en hernias discales. Él había estudiado Formación Profesional en la rama de Industrial y Automovilisca en la antigua Universidad Laboral, donde hoy está la Pablo de Olavide, e hizo práctivas en 1968 en CASA. Después de aquello fue taxista, conductor de camiones... hasta que decidió hacer un curso en el Inem como montador de estructuras aeronáuticas y volvió a CASA como montador electricista de la cadena de montaje de aviones como el CN 235, el C212, el CN 295 y el A-400M. «Me dieron la incapacidad con 57 años.
Yo soy una persona muy activa y no podía estar parado, así que hice cuatro años de Teología para seglares y después un curso de celador sanitario de ocho meses. A continuación aprobé el acceso a la Universidad para mayores de 25 años. La preparé solo y algunos amigos me ayudaron con las matemáticas. La nota no me dio para Filosofía, que era lo que yo quería hacer. Tuve la opción de matricularme en Geografía o Ingeniería Informática. En 2015 me matriculé en la segunda de ellas, que va más con mi perfil profesional, aunque elegí lo más difícil, sobre todo por la Física, que ya la tenía olvidada», declara Santiago, quien también es voluntario con los padres camilos del Hospital Virgen del Rocío.
El cardiólogo José María Cruz (Tánger, 1945) se jubilará el próximo mes de septiembre como profesor de la Facultad de Medicina y como jefe de la unidad de Cardiología del Hospital Virgen Macarena. Ha decidido matricularse en Historia del Arte. «Sé que no ejerceré nunca esa carrera pero quiero disfrutrar estudiando y conocer a fondo la Historia del Arte . Echo de menos no haber tenido tiempo para conocer el patrimonio artístico de Sevilla y ahora voy a hacerlo de la mano de mis profesores en la facultad. Mi amigo José Cantillana, que estudia Historia del Arte, y Ramón Serrera, catedrático de Historia de América, me han animado a estudiar la carrera», cuenta Cruz.
El caso de Pablo Delgado es ciertamente curioso. No llegó a pisar la Universidad en su juventud. De hecho, dejó el colegio a los 14 años para trabajar en un bar como camarero, en una fábrica de corcho, en fundiciones Caetano y en una factoría de jabones. «El sueño de mi vida era estudiar porque sólo hice Primaria y algunos cursos de mecanografía, cálculo comercial y lengua. Eso sí, puedo presumir de no tener faltas de ortografía», señala Pablo, quien ha sido árbitro de fútbol andaluz y delegado de la cantera del Betis. «Trabajé en Cruzcampo, donde empecé como carretillero y acabé como jefe de Logística de Formación en Recursos Humanos. Me prejubilé en 2009, con 57 años, por traslado de la fábrica. Entonces aprobé el acceso a la Universidad para mayoresde 25 años y me matriculé en Geografía e Historia. El primer año aprobé cuatro asignaturas. Ahora estoy en tercer curso. Estudio a un ritmo moderado: dos asignaturas al año. No tengo necesidad de estresarme».