Las víctimas de los «robos cariñosos» en Sevilla explican su modus operandi

Personas de más 70 años con cierta merma física, modelo de víctima en los barrios de Los Remedios y Triana

Un abrazo de alguien desconocido puede traducirse en robo en Sevilla ABC

Fran Piñero

Con la efusividad y calidez propias de un allegado, pero con unas intenciones totalmente «lejanas». Así se presentan los especialistas de lo que se ha dado en llamar «abrazo cariñoso» , un nuevo método de robo que se está promulgando por grandes ciudades como Sevilla .

Los objetivos parecen seguir un patrón prefijado: personas de 70 años en adelante y con cierta merma física, que impida la confrontración y las posibilidades de huir.

También podría existir una pauta en cuanto al delincuente, en su mayoría mujeres jóvenes, que apenas estrenan la veintena, de procedencia extranjera y con cierto seguimiento de las víctimas.

Lo certifican varias historias a las que ha tenido acceso ABC de Sevilla, todas además con otro punto en común: el barrio de Los Remedios-Triana .

«Hola, soy la nieta de Josefita» . Así relata María el inicio de una extraña conversación que tuvo lugar a mediados de junio en una solitaria calle Virgen de la Antigua un sábado por la mañana. «Me extrañó, porque yo no reconocía a nadie por ese nombre, pero ella insistía en que su abuela había trabajado en mi casa, en la limpieza, tiempo atrás», recuerda esta vecina sobre su encuentro con una joven, «de buen aspecto, piel blanca y pelo moreno, de acento sudamericano y que tendría entre 20 y 23 años».

La señora, de 70 años, se apoyaba en una muleta pues se recuperaba de una rotura en un pie, cuando notó que la cariñosa «nieta» le agarraba la mano y empezaba a tirarle de su pulsera . «Es una pieza de cierre antiguo, de eslabones, que como me queda grande la tengo enganchada al reloj, por eso no logró quitármela», explica.

Inmediatamente María hizo por retirarse, ante la extrañeza de la supuesta ladrona potencial, que tampoco insistió en frenarla o seguirla, y se dirigió en busca de disimulada ayuda al conductor de un vehículo estacionado en doble fila «de color beige que tampoco tenía pinta de estar en la inmundicia».

La calle Virgen de la Antigua, mayoritariamente residencial G. Maps

«Sin darme cuenta acudí al compinche , porque vi que la recogió metros más adelante», explica añadiendo un detalle que también se repite en varios casos, el del coche que espera a que se realice la operación.

Por parejas...

La ironía de dirigirse «a la boca del lobo» llega a su máximo nivel cuando, el viernes de la semana siguiente, María vuelve a ser sorprendida por la misma joven . «Estaba saliendo de la rehabilitación cuando escucho que me saludan y me dicen la dichosa frase. Me metí corriendo en la clínica, bastante asustada. Creo que no me reconoció, porque me cogió de espaldas», relata.

Con el fin de alertar de lo que estaba sucediendo en su barrio explicó los desagradables hechos al personal del establecimiento, situado en la calle Fernando IV , y conociendo casi simultáneamente nuevas historias muy parecidas a la suya.

«Otra paciente, que suele llevar muchos collares dorados y brillantes, llegó días después con verdugones en el cuello. Le había robado una muchacha similar, de aproximadamente 1'60 metros y de complexión ni delgada ni gruesa»

«A una vecina, que tiene mi edad y que va con acompañante porque sufrió un ictus hace poco, le han robado en República Argentina ; y al marido de una compañera de trabajo le han quitado el reloj cerca del Ambulatorio de El Porvenir en circunstancias similares», recalca ante un posible cambio de lugar de los robos.

... y sin cariño

Los relojes, en especial los de la marca Rólex, parecen ser el principal objeto de deseo de estos «robos amorosos», que no en todos los casos se perpetran a través de abrazos y delicadeza.

Otra historia, sucedida en la Ronda de los Tejares de Triana pone el acento en una «inocente» consulta. «Se acercó una rumana de unos 18-20 años y preguntó por la hora. Al momento comentó lo bonito que era el reloj y, en nada, ya se lo había llevado, pese a que el cierre de los Rólex no es sencillo», explica Silvia P. acerca del mal trago vivido recientemente por su padre, vecino del Barrio León.

«Hubo forcejeo, tanto que mi padre acabó con la mano llena de sangre . Él tiene problemas de circulación y un pequeño arañazo ya es un problema», recuerda, contenta de que su progenitor, de 72 años, no intentase empujarla o resistirse, pues «en un coche la estaba esperando un hombre para salir lo antes posible de allí».

No era la primera vez que le preguntaban la hora de manera un tanto sospechosa en Los Remedios, pero siempre pudo escaparse. También a su tío, en varias ocasiones, en la calle Esperanza de Triana . En esta ocasión no pudo ser, por lo que denunció. «En la Comisaría le presentaron más de 120 fotos que podrían encajar con la descripción. Era imposible que la identificara», indica.

Ni siquiera estar impedido parece ser un freno para estos robos. «Al hermano de un cliente de mi empresa, una rumana le dio un abrazo y le quitó el Rólex. Iba en silla de ruedas », comenta atónita Silvia.

A su padre le han obligado a usar relojes de imitación ante la inseguridad creciente en su barrio. Le robaron el de toda la vida, el que quería legar a su nieto mayor, el que le marcó los pulsos de un tiempo en el que el cariño siempre tenía buenas intenciones.

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