El vestido 'a la francesa': un símbolo del Rococó
Durante el siglo XVIII los usos en vestimenta entraron en una dinámica de sofisticación y refinamiento sin precedentes
Bárbara Rosillo: «La historia de la moda refleja conceptos como el gusto, la elegancia o la diferenciación social»
Bárbara RosilloEl espíritu de la época expresado a través de la moda
A principios del siglo XVIII, y coincidiendo con el fallecimiento de Luis XIV, las manifestaciones artísticas evolucionaron hacia formas caprichosas y ondulantes inspiradas en la naturaleza, quedando el orden y la simetría relegados por un tiempo. El Rococó es alegre y refinado, sensual y ligero, mundano y exótico. A lo largo de las décadas centrales del Siglo de las Luces, flores y plantas saltaron de los jardines para jugar un papel destacado en la moda, la pintura, la decoración de interiores y las artes decorativas, llegando incluso a los mismos peinados de las damas. Durante el siglo XVIII los usos en vestimenta entraron en una dinámica de sofisticación y refinamiento sin precedentes. La moda femenina sufrió un proceso de aceleración con novedades constantes demandadas por una sociedad ávida de innovaciones. Francia se convirtió en juez supremo de la elegancia y toda Europa se puso a sus pies.
La moda es un inequívoco reflejo de cada momento histórico y la alta sociedad expresó a través de la indumentaria el espíritu de la época. Se trataba de un espíritu hedonista e indolente que se tradujo en algunas de las creaciones más bellas y sensuales que probablemente ha lucido la mujer a lo largo de la historia. Las aristócratas francesas tuvieron un papel crucial en el nacimiento del nuevo estilo y su difusión. De hecho, la nueva silueta apostó por no disfrazar las curvas del cuerpo femenino. Para escándalo de los más puritanos, la piel comenzó a mostrarse en escote y antebrazos, mientras que la falda, brotando de una cintura de avispa, potenció la anchura de las caderas. La cintura estrecha ha representado siempre un ideal de belleza femenina a través de los siglos, permaneciendo de hecho en la actualidad.
El modelo más característico del periodo fue el vestido 'a la francesa' denominado 'bata' en España, por su apariencia engañosamente suelta. Considerado la cumbre de la elegancia femenina en su momento, aunque no se trataba de un traje de corte propiamente dicho, fue usado por damas elegantes de todo el continente. Este atuendo estaba formado por tres partes: el vestido, la falda y el peto, pero su silueta venía marcada por las piezas que se usaban por debajo.
El proceso era el siguiente: sobre la camisa, una prenda larga con mangas cortas, se colocaba la cotilla, un corpiño con ballenas cuya misión consistía en alargar y estrechar el talle. A la altura de la cintura se disponía el tontillo, que el Diccionario de Autoridades (1739) define como «Una especie de faldellín o guardapiés que usan las mugeres, con aros de vallena, u de otra materia, puestos à trechos, para que ahueque la demás ropa.»
Este artefacto, denominado 'panier' en francés, desembarcó en París procedente de Inglaterra en 1719, a través de un vestuario teatral. Parece ser que en un principio fue objeto de burla, pero rápidamente se instaló en la moda femenina, y no solamente en las capas más altas de la sociedad. En sus comienzos el citado ahuecador fue fabricado con hierro o madera, siendo sustituidos estos materiales más adelante por las ballenas, más ligeras y dúctiles. El tontillo era redondo y estaba formado por cinco o seis aros unidos por una tela encerada. Más adelante su forma se alteró dejando emerger todo el volumen hacia las caderas.
Sobre el tontillo se colocaba la falda y encima el vestido, ambos de la misma tela. La parte delantera de la falda que quedaba a la vista solía decorarse con volantes. Para cubrir el frente del torso se disponía una pieza rígida con forma de triángulo invertido, denominada en francés «pieza de estómago» y en España petillo, que se refería tanto al adorno del vestido como a una rica pieza de joyería con la misma forma. Lo define el mismo Diccionario de Autoridades como: «Peto pequeño. Regularmente se llama assí un pedazo de tela cortado en triángulo, que las mugeres usan por adorno delante del pecho: y assí suelen llamar tambien la joya hecha en la misma figura.»
En cuanto a las mangas, llamadas 'de pagoda', eran ajustadas y terminaban a la altura del codo desembocando en tres volantes de encaje. La particularidad del vestido 'a la francesa' radicaba en los pliegues que emergían de la parte superior de la espalda, llegando al suelo y desembocando en una pequeña cola. Hacia 1730 estos pliegues eran anchos (a menudo se rellenaban con lana para darles volumen), pero paulatinamente fueron estrechándose y perdiendo su empaque. A pesar de todo lo anteriormente expuesto, debemos precisar que el vestido 'a la francesa' nació como un atuendo informal llamado 'robe battante', una especie de bata suelta con pliegues a la altura de la espalda que caía desde los hombros al suelo en forma de campana. Las fuentes consideran que fue inventado por la marquesa de Montespan, favorita de Luis XIV entre 1667 y 1679, para tratar de ocultar sus continuos embarazos. El rey y la bella joven tuvieron siete hijos, de los que cuales cuatro llegaron a la vida adulta. Según una crónica, en la corte de Versalles se comentaba que «Madame de Montespan se ha puesto su túnica 'battante', por lo tanto debe estar embarazada». Este modelo, que fue popular a principios del siglo XVIII como traje de maternidad, también se conoce como vestido 'Watteau' por aparecer en diversas obras del famoso pintor francés.
Los trajes 'a la francesa' alcanzaron una gran belleza, siendo su silueta uno de los paradigmas del Rococó. Madame de Pompadour, la favorita de Luis XV, luce este modelo en varios retratos, siendo uno de ellos particularmente interesante, ya que a su lado se encuentran varios volúmenes del Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios, más conocido como la Enciclopedia Francesa que ella misma patrocinó, una ingente obra cuyo objetivo fue aglutinar y divulgar todos los saberes de la época. Si observamos el retrato, vemos que la marquesa de Pompadour lleva un sencillo recogido con el cabello empolvado y ninguna joya, algo que nos produce cierta sorpresa, ya que se trataba de la mujer más poderosa de Francia. Para concluir diremos que el vestido 'a la francesa' estuvo vigente entre 1715 y 1775 aproximadamente, mostrándonos, sin lugar a dudas, un momento cumbre en la historia de la moda por su maestría, refinamiento y elegancia.
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