Seguridad ciudadana

Vecinos y comerciantes de la Macarena piden una comisaria de Policía

Los residentes que quieren marcharse tienen que malvender sus casas o alquilarlas

Macarena Díez pide vigilancia policial en el barrio Juan José Úbeda

Amalia F.Lérida

Los últimos altercados acaecidos en plena vía pública hace unos días -una pelea en un bar en el que intervinieron al menos 20 personas- he reavivado aún más, si cabe, el miedo que tienen los vecinos y comerciantes de la Macarena por la cantidad de peleas, robos, vandalismo, amenazas, drogas, y conductas deshonestas que sufren cada día de la mano de usuarios de los centros sociales que se concentran en la zona y de otros que vienen de fuera y acuden al barrio al socaire de la situación.

El problema está en que, en apenas 300 metros, hay cinco recursos para personas en riesgo de exclusión, tanto de pernoctación como diurnos, a saber: albergue municipal, en Perafán de Rivera; el centro de noche de alta tolerancia del Hogar Virgen de los Reyes, en Fray Isidoro de Sevilla; el centro de noche de baja exigencia, en Doctor Fedriani; el centro de noche de puertas abiertas, en Rey Juan Carlos I, junto al puente de la Barqueta; y el centro Miguel de Mañara, en la calle Maimónides.

A eso hay que sumar que a la Policía «no se la ve por la zona y que el Ayuntamiento hace caso omiso porque desde el pasado mes de julio tengo pedida una entrevista y no me reciben», dice Macarena Díez Gómez, presidenta de la asociación de vecinos y comerciantes de la Macarena.

Según señala, «la gente tiene pánico porque así no se puede vivir y cada día hay más personas que se quieren marchar del barrio pero tienen que malvender sus casas porque aquí no hay quien compre, o alquilarlas para apartamentos turísticos».

«He tenido que alquilar mi casa por 55o euros, porque no iba a malvenderla, e irme de este barrio»

Urge que se desconcentren los citados servicios sociales que hay en la zona «y que si no lo hacen, al menos pongan una comisaría de Policía en Don Fadrique».

El pánico está modificando hasta los horarios de los comercios como es el caso del emblemático bar Plata, frente al arco de la Macarena, que siempre ha estado abierto de noche y ahora tiene que cerrar a las once y eliminar el turno nocturno de empleadas femeninas.

La líder vecinal es su gerente y también ha sufrido varios robos y hurtos en poco tiempo. Ella no puede, pero en otras tiendas tienen la llave puesta de cierre por dentro y los dependientes abren a los clientes que quieren entrar, o echan la cancela de fuera y luego cierran por dentro cuando se van a su casa, al terminar el día.

Nieves Martínez Martínez J.J. Úbeda

A los vecinos les da miedo hasta de bajar la basura cuando anochece o de ir al supermercado por algún producto de necesidad. Y no digamos aparcar el coche con los «gorillas» intimidando pues solo su aspecto y número en pocos espacio - hasta seis, y conflictivos, en apenas 50 metros- asusta. Algunos con un euro de propina no se conforman.

La farmacéutica de Don Fadrique, Nieves Martínez Martínez , tiene que ir en enero a declarar ante el juez porque denunció a una persona asidua a su botica para robar y vender lo que consigue. Dice que cada día se ven a más heroinómanos inyectándose la droga y que cada día vende más jeringuillas, algo que no se veía desde hace tiempo.

«Hay gorrillas que les das un euro y ponen mala cara»

Manuel Díaz Obregón del bar Casa Manolo que está en la zona desde 1935 relata a ABC que las peleas y robos son constantes y que él se ha visto hasta el 25 de diciembre poniendo denuncias en la comisaría. En su opinón, desde hace dos años el problema se está intensificando aunque en su bar menos porque está más en la esquina de Torneo y los turistas forman parte de la clientela más asidua.

Cuanto más nos adentramos por Don Fadrique arriba, más problemas hay. En la esquina con Juan de Astorga, Nayr Ortega Porto lleva como puede su bar desde hace dos años, luchando contra viento y marea con usuarios de los centros y de fuera que «se hacen caca en la puerta, amenazan con robar, forman escándalos, me pintan la persiana y me espantan a la clientela».

Ana Rodríguez Rodríguez y Adela Zafra J.J. Úbeda

Por la puerta del bar pasa Adela Zafra, que tiene su casa alquilada a un inglés por 550 euros al mes en Juan de Astorga. Tuvo que irse del barrio después de 42 años viviendo allí «porque no podía más» y dice: «La culpa de todo la tiene ese edificio que ve allí. Desde que pusieron el albergue la vida cambió. Aquí se venía antes de la Feria de noche y como si nada y ahora a ver quien sale cuando oscurece. Mire usted, hace 12 años, que me acuerdo porque venía yo con mi hija de probarse el traje de novia, al entar en mi casa había uno en el zaguán que no se quitaba y no podíamos pasar. Llamé a la Policía y todavía la estoy esperando».

«La Policía dice que aprovechan los días de lluvia fuerte para que no se oiga el ruido cuando rompen los escaparates para robar»

«Mi padre compró este piso de Don Fadrique en 1988 para que nos viniéramos aquí a estudiar y esto que estoy viendo desde hace cuatro años a esta parte no se ha visto nunca», tercia Ana Rodríguez Rodríguez , una vecina que no puede mandar a su hijo de 16 años a bajar la basura, si ya es de noche, «porque le da miedo». «Así, como lo oye, a mi hijo le da miedo», recalca.

A Ramiro Camiña , le robaron en la copistería este verano, en agosto, su primer día de vacaciones, por valor de más de 500 euros. Dice que a partir de las seis y media de la tarde le da miedo estar allí en la tienda que tiene desde hace 37 años y que cierra por fuera cuando se va a su casa para ordenar por dentro en vez de al revés, como hacía antes.

Ramiro Camiña J.J. Úbeda

«Yo recuerdo -comenta- que antes en el Pumarejo o en la plaza de Santa Ana, en Triana estas personas estaban allí con la droga o bebiendo y no se metían con nadie. Pero ahora es que da miedo, pánico».

Anabel Pérez J.J. Úbeda

En la tienda estaba Anabel Pérez , que relata, como los demás vecinos, la suciedad que ve por la calle de noche y de día y agrega que «hasta en la cama durmiendo me despiertan los gritos y peleas».

Más adentro de la calle en Sánchez Pizjuán, Loli Delgado , cuenta que le robaron hace 21 días en su tienda de ropa. No sabe el alcance económico porque lo tiene que valorar el seguro. Nos abre con la llave que tiene puesta por dentro y no quiere que le hagamos fotos.

No se explicaba cómo nadie oyó a los rateros rompiendo las dos cerraduras del negocio pero ya sabe, porque se lo ha dicho la Policía, que era porque estaba lloviendo y se mitiga el ruido. «Ellos aprovechan los días de lluvias intensas para robar», asegura.

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