E rincón de Jesús Torres Benavides
«Vázquez El Viejo hizo el modelo del que se sacó el vaciado del Giraldillo»
La Editorial de la Hispalense acaba de publicar un libro de Jesús Porres Benavides sobre el escultor renacentista Bautista Vázquez El Viejo, autor del modelo de la fundición del Giraldillo
Dicen que la distancia es el olvido. Pero parece que no va con usted y cada vez que puede regresa a Sevilla
Aprovecho vacaciones, Semana Santa y Navidades, para ver a los míos que siguen viviendo aquí. En realidad estoy menos tiempo que el que me gustaría.
Alguna vez le ha rozado ese sentimiento poco deseable de sentirse forastero en Sevilla?
Sí, muchas veces. Por ejemplo, cuando regreso, y la veo transformarse en dirección prohibida, convertida en parque de atracciones. Ahora observo cosas que en su día no vi. También descubro que es una ciudad muy anclada a sus tradiciones.
Su libro sobre Bautista Vázquez El Viejo es la adaptación de su tesis. ¿Por qué se decidió estudiar a este artista renacentista?
La sugerencia me la aportó la profesora María Fernanda Morón, de la facultad de Bellas Artes, porque era uno de los grandes escultores del Siglo de Oro que estaba en el olvido.
Usted le dedica el libro a Margarita Estella, del CSIC. ¿Por qué?
Porque ella fue una de las pioneras en el estudio de Vázquez El Viejo y también le hago guiños a profesores de la Hispalense como Palomero Páramo: la portada es la misma fotografía del libro de este catedrático, «Retablo sevillano del Renacimiento», uno de sus libros más importantes.
El abulense es el escultor de uno de los crucificados más castellanos de Sevilla.
Así es. El Cristo de Burgos es sevillano pero su advocación delata ese acento castellano.
En lo más alto de la Giralda tiene la ciudad uno de sus iconos más universales. ¿Qué vinculación tiene con el escultor?
Aunque no hay constancia documental, todo apunta que, Vázquez El Viejo fue el autor del modelo del que se sacó el vaciado en bronce del Giraldillo que funde Bartolomé Morell
Parece que el abulense accedió a las élites locales y se hizo hermano de la Congregación de la Granada.
Una congregación elitista dirigida por sacerdotes jesuitas del momento sobre la que recayó la sospecha de dar cobijo entre sus hermanos a algunos «Alumbrados».
Una congregación que tuvo sus problemas con la Inquisición. ¿Los tuvo el escultor?
Podríamos decir que lo investigaron y que estuvo en el punto de mira de la Santa. Y ahí quedó todo.
En cualquier caso, el artista parecía tener visión comercial, y se dedicó a comerciar con el Perú y no solo realizando esculturas…
No eras infrecuente que los artistas invirtieran sus fondos en negocios americanos. Sabemos que Vázquez El Viejo colocaba ropas en el mercado peruano. Evidentemente también colocó obra religiosa en aquel virreinato.
Dicen que Sevilla es una ciudad más lapidaria que estatuaria. A su entender ¿faltan hijos ilustres con estatuas en la calle?
Pues déjeme que le diga que le debemos una al catedrático Diego Ángulo, por lo que significó como faro y guía de la historia del Arte en Sevilla y en España. No sé si sería una escultura o una lápida. Pero se la debemos.
Nos hemos quedado en las estatuas dedicadas a toreros y flamencos, que me parecen muy oportunas, pero no acabamos de atender otras ramas artísticas.
En Sevilla tenemos pendientes reconocimientos a muchos de sus mejores intelectuales y artistas. De pronto me viene a la cabeza Cernuda.
En cambio, en los pueblos de la provincia, durante la boyantía del ladrillo, apenas si quedaron plazas sin su homenaje en bronce o mármol.
Cierto. Una mirada a esos pueblos te lastima los ojos. Han proliferado conjuntos escultóricos de dudoso gusto, que no le han dado personalidad al pueblo, pero sí de comer al amigo artista del concejal.
¿Sevilla da mejores pintores que escultores?
Yo creo que ha tenido buenísimos artistas en ambos campos. Y la tradición continúa. La fábrica sigue activa.
Me acuerdo especialmente de Ricardo Suárez, que nos ha dejado una Diana hermosísima en las Delicias.
La figura de la Diana es muy interesante. Porque de alguna forma actualiza, con el estilo personal de Suárez, la relación entre Sevilla y Nueva York. En la «Giralda neoyorquina», ya desaparecida, figuraba como remate una Diana, que actualmente está en el museo de Filadelfia. Hemos tardado tiempo en ver la de Suárez expuesta en Sevilla pero, afortunadamente, ya está en el sitio que le corresponde.
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