Los últimos calentitos del Postigo fueron de plata de Marmolejo
El cierre de la histórica calentería congregó en el Arco a una multitud de sevillanos al son de la banda de la Virgen de los Reyes
De plata, como fueran declarados por Antonio Burgos en su recuadro, fueron ayer los últimos calentitos del Postigo . Un cartucho con siete calentitos —uno por cada día de la semana— del taller de Marmolejo fue el último que despachó Ángela Martínez Goyguro en su histórico puesto del Arco del Aceite, donde tres generaciones de esta familia de procedencia montañesa han trabajado durante décadas. Esa pieza del orfebre fue el regalo que los sevillanos que se acercaron hasta allí para participar en el homenaje que había organizado el artista Rafael González Serna , último pregonero de la Semana Santa, le hicieron a la calentera. De hecho, lo pagaron allí mismo, a escote , echando dinero en una caja que pasó entre los asistentes el propio Serna. Fue, por tanto, un acto popular e improvisado en el que se recordaron muchos de los avatares de este negocio, que a partir de ahora acogerá una oficina de información del autobús turístico de City Sightseeing.
La celebración comenzó a las once de la mañana en la Plaza Nueva, donde formó la banda de la Virgen de los Reyes para ir en pasacalles, junto con algunos de los organizadores, hasta el Arco del Postigo. Una vez allí, el periodista de ABC Alberto García Reyes dirigió unas palabras a Ángela Goyguro y defendió que «esta calentería no se cierra, estará siempre abierta en la Sevilla que hay en un lugar llamado nostalgia ». Posteriormente habló, en nombre de la familia, su sobrino nieto José Luis , que recordó cómo todos los años iban al puesto en la Madrugada a ver pasar por allí las cofradías mientras Ángela despachaba sus calentitos, una tradición que ya es historia.
Ángela, entre lágrimas, regaló las últimas ruedas y echó la persiana: «Me retiro porque llevo aquí toda la vida y ya, a mi edad, necesito también vivir un poco , pero me voy con mucha tristeza porque dejo atrás muchos recuerdos». La calentera es, por cierto, camarera de la Pura y Limpia del Postigo , cuya capilla estuvo abierta durante toda la mañana: «Es para que le llegue el olor de los últimos calentitos».
La banda cogió el camino de vuelta tocando «Suspiros de España» y los asistentes, entre los que se encontraban los hermanos mayores de las hermandades que pasan por allí, se dispersaron por el Arenal suspirando. «¿Ahora dónde nos vamos a comer los calentitos el día del Corpus?», se preguntó uno de ellos mientras otro rememoraba a Romero Murube : «El puesto de calentitos del Postigo es otro de los cielos que perdimos».