PATIRMONIO
La última casa de Murillo, el museo de Sevilla que quedó en el aire
Frente a Las Teresas se ubica la morada en la que murió el pintor, dedicada al flamenco y a la espera de su uso para el IV centenario de su nacimiento en 2017
Aun año de la conmemoración del IV centenario del nacimiento de Bartolomé Esteban Murillo , efemérides en la que trabajaba el anterior equipo de Gobierno del PP y que ha retomado el del PSOE , el uso que se dará a la casa en la que murió en 1682 el pintor sigue siendo una incógnita, a pesar de las buenas intenciones mostradas por el pleno municipal, que incluye su recuperación en el paquete de medidas encaminadas para garantizar la celebración.
Según la propuesta urgente presentada por los populares y aprobada en sesión plenaria por unanimidad a finales del pasado año, el inmueble, frente al convento de Las Teresas en el barrio de Santa Cruz , se dedicará a Centro de Interpretación y Estudio de la Escuela de Murillo y la Sevilla del Siglo de Oro , lo que significaría o desalojar o compartir el espacio, que tiene la declaración de Bien de Interés Cultural desde 1985, con la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco .
Esta entidad, creada por la Consejería de Cultura en 2010, cuando el entonces titular, Paulino Plata , desechó el penúltimo intento de convertir la casa en museo, ocupa las dos plantas del edificio. En el piso alto hay oficinas, uso que también tiene en determinadas estancias del bajo, en torno a un patio cuadrado, en el que también hay cinco salas dedicadas a exponer retratos de artistas de lo «jondo» en la exposición permanente « Flamenco, patrimonio cultural e inmaterial de la Humanidad », que incluye una salita de audiovisuales funcionando constantemente aun sin público.
La adaptación de 2010
Precisamente, en 2010 terminó la, por ahora, última adaptación del edificio a museo de Murillo, que realizó, con un presupuesto de casi 223.000 euros, el arquitecto José Luis Daroca , a quien en 2006 ya se le había encargado un proyecto más ambicioso siempre con el mismo fin. En el edificio se instaló un sistema de aire acondicionado idóneo para su destino como museo, se cambiaron puertas y carpintería, afectadas por las termitas , al igual que la solería del patio, que estaba levantada y rota. Los azulejos de estilo serliano del zócalo y de la escalera, del siglo XVIII , posiblemente procedentes de un convento, se sanearon, al igualmente, que se restañaron grietas de los muros y se eliminaron algunas molduras de ladrillo colocadas en alguna intervención previa. Posteriormente a estas obras se habilitó a la derecha de la puerta principal una tienda dedicada a recuerdos flamencos para turistas, y según ha podido comprobar el propio arquitecto, se añadió un aseo que da a la fachada.
Con el telón de fondo del siempre proyecto fallido de ubicar en la casa un museo dedicado a Murillo, que como tal fue inaugurado en 1982, en el III aniversario de su muerte y para el que se adquirieron obras del pintor y enseres de la época, el inmueble ha sido sometido a diversas transformaciones. Constancia fehaciente hay de la emprendida en 1928 por Antonio Gómez Millán , que dividió el inmueble en dos viviendas, entre otras intervenciones radicales. En 1972 también se reformó la casa y en 1975 se emprendieron obras de consolidación. La adaptación a museo de 1982 fue emprendida por Rafael Manzano y concluida por Fernando Mendoza . Como museo sólo funcionó seis años.
Por el momento, y con el horizonde de 2017 , lo único que parece cierto es que la casa en la que murió Murillo nunca será el museo que merece en su ciudad natal.