Trigésimo segundo día de encierro en Sevilla: ¡agua va!
La lluvia y la ventolera de este miércoles ha impedido incluso los ratos de balcón. En algunas zonas de la provincia han llegado a caer granizadas que han roto lunas
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Ha habido ratos de chuzos de punta. El chaparrón de este miércoles ha sido tremendo por momentos y muchos sevillanos han matado el aburrimiento contemplando cómo la lluvia golpeaba los cristales , que a veces parecían espejos proyectando lágrimas. El trigésimo segundo día de encierro en Sevilla a causa del coronavirus ha ido quedando atrás como uno de los más tristes de todo el confinamiento , un día gris, oscuro, feo y malencarado. Un día menos. Así lo han visto varios redactores de ABC.
Juan José Borrero. Dice Stella que la mañana de hoy le recuerda a los días de Feria, cuando los chaparrones bailan con los farolillos hasta que sale el sol y se aprovecha el clarito para ir a otra caseta. Está claro que los sevillanos ya hemos pasado página y ahora nos proyectamos hacia otra víspera de otra nostalgia. En la cola del supermercado ya hay quien habla -casi a gritos por la distancia y la mascarilla-, de cómo va a celebrar en familia la cena del «pescaito». Hay ocurrencias para todos los gustos. El Ayuntamiento tendrá que hacer un plan para prevenir avalanchas en las pescaderías el sábado 25. El coronavirus no va a poder con el espíritu de la ciudad. Mientras hablan repaso la lista de productos que faltan en casa con el estrés que genera ahora salir a comprar, un hábito convertido en algo extraordinario, en un privilegio no exento de riesgo. Con tanta presión olvidé el tocino para el puchero. Vuelvo. Es la primera vez que pago con tarjeta una cuenta de 0,86 euros. Está claro que la pandemia está cambiando nuestros hábitos. Salir a comprar bajo el aguacero ya no parece una rareza. Tampoco la lluvia ni las nubes grises han roto la rutina matinal del barrio. Verás cuando el sol diga ¡aquí estoy yo! Hay esperanza.
Alejandra Navarro. La pandemia, el confinamiento y las labores del Ayuntamiento reducidas a lo esencial han provocado que muchas zonas de la ciudad aparezcan tomadas por la Madre Naturaleza en su más amplia acepción. Los jaramagos, vigorizados además por las temperaturas y las lluvias de los últimos días, han cubierto muchos solares, aceras y parques de juegos sin que, de momento, nadie se haya preocupado por eliminarlos. Hay aceras de la Isla de la Cartuja, por ejemplo, por las que transitar se ha convertido más en una aventura propia de Jumanji que en la rutina diaria de los trabajadores del parque tecnológico. Por no hablar de la proliferación de insectos y roedores, patos, palomas y cotorras argentinas que se pasean por las calles como si tal cosa.
El Ayuntamiento ha anunciado que aprovechará estos días para reasfaltar las calles del recinto cartujano, tras años de abandono, y de cara a la posible celebración de un congreso de parques tecnológicos en otoño. Si hay algo que se va a llevar por delante esta pandemia es lo superfluo, así que esperemos que los arreglos no se queden sólo en el pavimento y eliminen también las malas hierbas, esas que nunca mueren a pesar del coronavirus.
Ramón Román. El no poder salir apenas de casa, por más que algunos todavía no se enteren, ha convertido a los grupos de Whatsapp en algo así como el sitio en el que medir cómo está la ciudadanía. Y no es mátemático, claro que no, pero sin duda que esos masificados chats de amigos y compañeros de trabajo son mucho más fiables que cualquier encuesta del CIS de Tezanos. Ahí palpo que en la práctica totalidad de mi entorno reina la coherencia. Que, a pesar de la dura situación por la que todos estamos pasando, impera la lógica. La solidaridad. El sacrificio por el bien de todos. En Sevilla hablar de la Semana Santa y de la Feria de Abril son palabras mayores. Evidentemente, hay cosas mucho más importantes, la salud la primera, pero estas dos fiestas están marcadas en rojo en las agendas de todos los sevillanos año tras año. Pues bien, ya nos hemos perdido la primera en su forma habitual, la cual estaba claro que no iba a poder producirse en su fecha debido al coronavirus. Y nos vamos a perder la segunda. Queda una mínima posibilidad si se trasladara a septiembre, como propuso el Ayuntamiento, pero lo cierto es que todos sabemos que es casi imposible que vaya a haber Feria.
Y lo que me reconforta no es sólo que nadie esté protestando por ello, sino que sean muchos, casi todos, los conocidos que piden que nos dejemos de alargar esta agonía y nos centremos en lo verdaderamente importante. Es vital agarrarse a algo positivo que nos permita evadirnos un poco de esta situación por la que pasamos, pero el sentido común debe imperar siempre. Ya tendremos tiempo de celebrar nuestras fiestas, de disfrutar del Real al cien por cien y sin limitaciones. De volver a pasar por debajo de la portada para juntarnos con amigos y familiares. Toca centrarse en la salud, es momento para hacer todo lo posible para que este maldito virus quede relegado a un segundo plano. Y así lo vamos a hacer en Sevilla, donde, encima, no va a faltar la guasa. Le leía un poco más arriba a mi compañero Juanjo diciendo que se van a acabar las existencias de pescado para la noche del 25 de abril. Creo que se queda corto. Si con la Semana Santa hemos visto múltiples muestras de cariño y homenajes (mejor no hablar de los que han querido pasarse de graciosos), con la Feria nos vamos a hartar de ocurrencias y «celebraciones». Porque sí, también es bueno de vez en cuando reírse un poco ante tanta noticia negativa. Y, leyendo lo que leo por los grupos de Whatsapp y en la redes sociales, el «Alumbrao» no va a faltar. Otro día nos centramos en otro debate más serio, el de qué va pasar con las clases y las notas de los niños. Que los móviles sí que echan humo con eso...
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