HOMENAJE
Tres academias sevillanas rinden homenaje al «maestro» Olivencia
Primer acto conjunto de estas tres instituciones de las que formó parte el eminente jurista
Las reales academias sevillanas de Medicina y Cirugía, Buenas Letras y Legislación y Jurisprudencia celebraron ayer una sesión pública y conjunta en recuerdo y homenaje de Manuel Olivencia Ruiz , doctor, abogado y catedrático de Derecho Mercantil en la Universidad de Sevilla, primer comisario de la Exposición Universal de 1992.
Un acto «por primera vez conjunto entre las tres academias de las que formó parte », según las palabras de bienvenida del presidente de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla, el doctor Jesús Castiñeiras , encargado de abrir y cerrar el acto.
Las alabanzas del profesor Olivencia fueron realizadas por representantes de cada una de las academias. El doctor Carlos Infantes Alcón lo hizo por la de Medicina, para resaltar que «¿qué podríamos decir de alquien que aun no siendo médico tiene de forma infinitta esa capacidad de empatizar con la sociedad en su conjunto, entregarse a ella, potenciar su valores y disfrutar al hacerlo sin estar mediatizado por el materialismo inmediato?». «Era un personaje cabal en el más íntegro sentido del término», «hombre equilibrado, no equidistante, tanto en el fondo de las cuestiones como en la forma. Esto permitía que en sus exposiciones tanto orales como escritas se autoimponía la inexcusable norma de la claridad y la firmeza en sus convicciones», señaló, para recordar que «don Manuel Olivencia fue designado académico electo de erudicción, porque personas y personajes como él son deseadas intelectualmente por toda estructura social que se precie». Su pasión por los toros y su capacidad para vislumbrar la importancia de ser abogado generalista frente a la hiperespecialización —al igual que en la medicina—, quiso recordar antes de concluir que «nunca habló mal de nadie».
Rafael Valencia se refirió al homenajeado como «maestro» tras leer el mensaje recibido de monseñor Carlos Amigo y antes de ceder la palabra a Rogelio Reyes Cano .
El catedrático de Literatura Española de la Universidad de Sevilla habló de la pasión filológica de Manuel Olivencia, quien recordó que el leguaje y el derecho eran «dos creaciones humanas que sobresalen por encima de las demás», y es esa vinculacón entre ambos dominios la que mejor define «la personalidad de Manuel Olivencia». De él dijo ser un «jurista eminente», «gran maestro universitario», «un hombre de letras en el sentido más cabal de amante de las palabras, de entusiasta explorador de sus significaciones», y para definirlo utilizó las palabras de Federico Nietzsche al decir que «filólogo es aquel que lee con lentitud y amor», «actitud propia del auténtico humanista que busca tantas veces en los textos las claves de la vida», señaló.
Tras él tomó la palabra Antonio Moreno Andrade , quien recordó que Olivencia «había dejado un hueco imposible de llenar», y que el homenaje era «de justicia». Cedió la palabra a «su alumno por excelencia», Guillermo J. Jiménez Sánchez , quien lo calificó como «maestro, el título más honroso para un profesor», ya que «ante todo y sobre todo era un profesor universitario», dijo. «Las suyas eran verdaderas clases magistrales para quienes quisieran profundizar en el Derecho». Hizo un resumen de su trayectoria profesional, «un hombre bueno cuyas virtude humanas superaban a las intelectuales», añadió antes de recordar su amor por su familia y su pérdida irreparable.
Previamente, a las 19.30 horas, el obispo auxiliar de Sevilla, monseñor Santiago Gómez Sierra , celebró Eucaristía, al sustituir a monseñor Juan José Asenjo , quien se encontró indispuesto. Benito Valdés Castrillón, Francisco Baena Bocanegra, Enriqueta Vila, Andrés Rodríguez Benot, Luis Manuel Halcón, Alfonso Castro o Anabel Morillo , entre otros, formaban parte del centenar de académicos que respondieron a la convocatoria para homenajear ayer a don Manuel Olivencia Ruiz .
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