Tortas en Santa Clara y otros dulces en Santa María de Jesús

Las especialidades de estos dos cenobios participarán en la XXXV Exposición de Dulces de Conventos en el Alcázar

La abadesa, Sor Lucía, y Sor María Paula detrás de la reja junto al torno, con los dulces de fondo Vanessa Gómez

Gloria Gamito

Del 6 al 9 de diciembre se celebrará en el Palacio Gótico del Real Alcázar la XXXV Exposición de Dulces de los Conventos de Clausura de Sevilla y su provincia , que es ya un clásico en el puente de la Inmaculada. Diecinueve conventos, siete de la capital y doce de la provincia, participarán en esta muestra que reúne las especialidades de los obradores conventuales. Este año la novedad son los dulces sin azúcar de las clarisas de Alcalá y de Morón que se unen a las hojaldrinas de Santa Clara de Estepa y las elaboraciones sin lactosa de las carmelitas de Utrera . El horario de la muestra es de 10 a 19 horas.

En los conventos ya se trabaja a pleno rendimiento para surtir de dulces a la muestra y para la Navidad. Así sucede en el monasterio de Santa María de Jesús , un oasis de paz y espiritualidad en la calle Águilas, que en 2020 cumplirá 500 años, donde las franciscanas clarisas desarrollan su vida contemplativa de adoración, alabanza, pobreza y obediencia. Este convento es el tercero de esta orden fundado en Sevilla, tras los de Santa Clara y Santa Inés .

La dedicación de estas monjas a la repostería es muy reciente. En el siglo XVIII hacían para vivir flores contrahechas o flores de talco, y hay espectaculares muestras en ramos, cuadros y detalles que adornan la clausura. Hasta hace poco se dedicaban a la encuadernación, pero ahora los dulces son su único medio de vida, como explicó la abadesa, Madre Lucía , nacida en México, y que es monja desde hace 32 años, 28 de ellos en Santa María de Jesús.

Un amplio surtido

La primera vez que las clarisas de la calle Águilas participaron en la Exposición de Dulces fue en el año 2011. Las hermanas de Montijo fueron sus madrinas cuando decidieron trabajar en la repostería. Les regalaron un horno y varias religiosas pasaron unos días en Santa María de Jesús para enseñarles a elaborar roscos de almendras y perrunillas. Cuando se cerró el convento de Santa Clara, ahora espacio cultural, las cinco monjas ancianas que vivían en él fueron a vivir al convento hermano de la calle Águilas. Con ellas llegó buena parte de su patrimonio y la receta de la torta de Santa Clara, una delicia de harina, manteca de cerdo, harina, limón y aguardiente. La única monjita de Santa Clara que aún vive es Sor Asunción , que tiene 96 años. Veinte monjas componen la comunidad, siete españolas, siete mexicanas, tres peruanas, dos de Tanzania y una de Kenia.

El día de la visita al convento había mucha actividad en el obrador. Sor María José, Sor Mariana, Sor María Beatriz, Sor Carmen Rosa, Sor Celia y Sor Silvia , se afanaban mientras Sor María Paula una de las tres encargadas del obrador junto a Sor Mariana y Sor Pascualina , supervisaba y daba los últimos toques. Junto a ellas trabajaba Sor Lucía , clarisa de Estepa que acompañó a una hermana al hospital y fue acogida en Santa María de Jesús. Y es que la hospitalidad y la fraternidad es otro rasgo que define a esta comunidad.

Este año las clarisas enviarán como novedad a la exposición el surtido de pastas que incluye las de almendras, otras con avellanas y con nueces, así como pastas de San Francisco . También presentarán bombón de dátil, corazones de almendra, pestiños, cortadillos con cabello de ángel, polvorones de almendra, exquisitas tejas, surtido de mantecados, roscos de vino, sultanas rellenas de crema, pastas sevillanas, tortas de Santa Clara, surtido de mazapán, roscos de almendras, turrón blando, turrón de brandy, turrón de nueces y turrón de yema. En el torno venden también yemas de Santa Teresa, sultanas de coco, roscos de anís, mantecados, perrunillas, magdalenas y piñonate. Un amplio surtido si se tiene en cuenta que solo hace unos diez años que empezaron su andadura repostera.

El nombre de Santa María de Jesús se ha asociado durante años al de San Pancracio, abogado de la salud y el trabajo, que en su templo recibe a muchos devotos. Y precisamente así, Dulces San Pancracio se llaman los que las monjas elaboran quizás como un ruego para que no les falte el trabajo con el que se ganan el pan.

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