Patrimonio
Terapeutas de las portadas de la Catedral de Sevilla
El Cabildo mantiene un programa de conservación preventiva de las portadas al que se ha dado prioridad en la pandemia
No usan fonendoscopio ni tensiómetro, pero le toman el pulso a las portadas de la Catedral con periódica regularidad. Son los médicos de la piedra del primer templo de la archidiócesis , facultativos atentos -semana a semana- a cualquier variación digna de llamar su atención. Desde hace diez días han vuelto a visitar en planta al paciente, la montaña hueca de la que hablaba Téophfile Gautier , con los achaques propios de la edad pero ninguna patología crónica alarmante.
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Esta revisión anual estaba prevista para la Pascua Florida , la fecha en que cada año se revisan los altorrelieves , los tímpanos , los dinteles y las estatuas de las arquivoltas . Pero el confinamiento de primavera obligó a aplazar hasta mejor ocasión. Esta ha llegado ahora, desde mediados de septiembre hasta octubre, cuando el calor cede y los operarios pueden trabajar sin la tortura añadida del sol inmisericorde desde bien temprano.
Al frente del equipo médico habitual, el maestro mayor de la Catedral, el arquitecto Jaime Navarro, se muestra satisfecho de haber salvado el programa anual de mantenimiento preventivo de las portadas en medio de la crisis de ingresos que ha obligado al Cabildo a aplazar todas las obras previstas en el templo, incluida la restauración de la fachada norte de la Giralda, la única pendiente de intervención ya, para la que no hay fecha alguna de reinicio de los trabajos.
A pie de obra, Elena García, del Instituto de Patrimonio Cultural de España, dependiente del Ministerio, tan enamorada de su tarea que no se cansa de admirar la perfección de las piezas escultóricas y los mil secretos que atesora cada portada. Más Ángel García y Gustavo Martín, técnicos de la empresa Ártyco (Arte, Conservación y Restauración), dotados del ojo clínico necesario para advertir de un vistazo cualquier agravamiento en las portadas que integran el programa.
El hollín negro que recubría la cerámica daba lugar a una reacción química que acaba desmoronando las terracotas de Mercadante de Bretaña, las de la puerta de San Miguel.
Este año, la que está dando más guerra es la de la Asunción , la principal de la Catedral, porque la avifauna ha aprovechado la tranquilidad de los meses de confinamiento para enseñorearse de la fachada. El lado positivo de la falta de actividad durante casi tres meses tiene que ver con la menor cantidad de suciedad acumulada que los técnicos limpian con el «perrillo», la brocha de cerdas duras para eliminar el polvo en suspensión -un año sin la nube de albero de la Feria se nota a la fuerza- que acaba depositándose sobre las esculturas.
La situación cambió radicalmente cuando se eliminó el tráfico rodado de la Avenida de la Constitución: el hollín negro que recubría la cerámica daba lugar a una reacción química que acaba desmoronando las terracotas de Mercadante de Bretaña , las de la puerta de San Miguel. Allí empezó todo, como recuerda el arquitecto Jaime Navarro. Fue a raíz de la restauración de la portada del Nacimiento, la más delicada por la valía de las estatuas, entre los años 1992 y 1994. En su momento, dio pie a una encendida polémica sobre si procedía la sustitución de las esculturas por otras réplicas aprovechando que se pensaba retirarlas para su restauración en el taller.
El Ministerio de Cultura, a través de la especialista Concha Cirujano, dio con la solución de su restauración in situ a cambio del compromiso de conservación preventiva a cargo del Cabildo Catedral. Fraguó entonces, con parecida firmeza a la que consigue la resina epoxi para las figuras esculpidas, una alianza perdurable y muy fructífera entre el Cabildo propietario del monumento, el Ministerio como Administración supervisora y la empresa Ártyco, encargada de los trabajos sobre el terreno.
Y eso justamente es lo que han hecho Ángel García y Gustavo Martín desde entonces. Tanto, que sienten las portadas de la Catedral «como un hijo», fruto de su labor en estos últimos veinte años en las puertas de Nacimiento (San Miguel), Bautismo, Palos, Campanilla y, desde 2006, también la del Perdón.
Biocida para eliminar musgos y líquenes
Suspendidos a diez metros del suelo en una grúa de brazo articulado, su revisión comienza por la aplicación de un biocida que acaba con musgos y líquenes. Comprueban el buen funcionamiento del sistema electrostático de descargas de bajo diferencial de voltaje para ahuyentar palomas y las mallas ocultas tras el bulto redondo de las figuras para evitar que aniden los vencejos. «Son kamikazes y se estrellan contra la malla hasta que consiguen perforarla», sostiene el maestro mayor de la Catedral, pero el mayor daño patrimonial hay que achacarlo a las palomas. La última especie en entrar en acción es la de las cotorras argentinas , invasoras, que pelean por el espacio con las palomas , de las que cada año se captura en torno a medio millar en periódicas campañas de descaste.
No son ellos los únicos que hablan con evidente emoción de su trabajo. Elena García , con la cámara fotográfica siempre a mano en la cartuchera Leica, se entusiasma refiriendo el nivel de detalle de las obras artísticas. El maestro mayor explica el afán preciosista con escenas que desde el suelo nadie puede observar con la famosa observación del arquitecto inglés Edwin Lutyens, que Óscar Tusquets usó para titular uno de sus libros más reconocidos: «Dios lo ve».
Contempladas a una cuarta de distancia, asombra la minuciosidad con que los artistas las labraban: figuras secundarias ocultas por las exentas que componen el tímpano, escenas delicadas de la vida cotidiana, atavíos e indumentarias de época … como las botas de San José en el relieve de la Natividad (puerta de la Campanilla) que encandilan a Gustavo Martín o la maestría en las técnicas de la cerámica -hornos que alcanzaban los 900º centígrados alimentados con leña y borujo, hueso de aceitunas- que subraya Ángel García delante de los Reyes Magos ante el relieve de la Epifanía (Palos).
El arquitecto Jaime Navarro , maestro mayor de la Catedral, destaca como un valor fundamental «la continuidad en el tiempo de los equipos», que redunda en un conocimiento exhaustivo y en una capacidad de adaptación a nuevas técnicas o soluciones que sólo el trabajo recurrente, de año en año, permite abordar. «No es lo mismo intervenir sabiendo que vas a volver al año siguiente», dice Elena García, supervisora del Ministerio. Es la misma diferencia existente entre pasar por la consulta del médico de cabecera que conoce al enfermo, sus patologías y la medicación que toma o entrar por Urgencias con una cuestión de vida o muerte.
Contempladas a una cuarta de distancia, asombra la minuciosidad con que los artistas las labraban: figuras secundarias ocultas por las exentas que componen el tímpano, escenas delicadas de la vida cotidiana, atavíos e indumentarias de época…
Además, la revisión anual de las portadas provee de un caudal de información que se actualiza en la memoria correspondiente, forjando un conocimiento exhaustivo de las piezas y de sus condiciones ambientales: desde la orientación geográfica hasta la predominancia de vientos o lluvias . Los técnicos trabajan con una planimetría sobre la que van subrayando en rojo todo aquello que llama su atención, exactamente como la radiografía de control de un dentista marca las piezas a las que conviene prestar más atención en futuras revisiones. Este año, acuciados por las fechas y el recorte de ingresos por la falta de turistas, la revisión es más escueta, sólo con trabajos imprescindibles que no conviene dejar de hacer.
Todos los protagonistas confían en que el año próximo pueda volver a retomarse la revisión en las fechas primaverales , inmediatamente después de Semana Santa, porque de esa manera se interrumpe la anidación de las aves. Todo depende de que el coronavirus permita recobrar la normalidad. Esa que pasa por auscultar la piedra de la Catedral, probablemente la seo mejor conservada de España.
Gracias a sus cuidados de mantenimiento preventivo ha llegado a una saludable edad para disfrute no sólo de los que traspasan sus muros sino de todo aquel que pasa por delante de sus puertas: las joyas de la estatuaria están a la vista de todos. Y a todos -Cabildo, Ministerio, empresa y la ciudadanía en general- corresponde su conservación para disfrute de la siguiente generación.