TRIBUNALES
El Supremo revisará en marzo la condena al expolicía de Sevilla por disparar a los asaltantes de su casa
La Audiencia de Sevilla, además, impuso a los cuatro atracadores penas que van desde los dos a los tres años por un delito de robo con violencia en casa habitada y una falta de lesiones
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El caso de Casimiro Villegas , el exagente de la Policía Local de Sevilla, condenado por la Audiencia Provincial por disparar a los cuatro hombres que asaltaron su casa en la madrugada el 29 de enero de 2011 , llega al Tribunal Supremo , que deliberará en las próximas semanas sobre los recursos presentados por el policía y los cuatro atracadores, que también fueron condenados.
Un tribunal presidido por el magistrado Manuel Marchena deliberará el próximo 9 de marzo sobre los escritos de los cinco condenados por la Audiencia de Sevilla en abril de 2019. Villegas, que se enfrentaba a un total de 16 años de cárcel pedidos por la Fiscalía, fue condenado por tres delito de lesiones a las penas de dos años y medio de prisión. Los magistrados estimaron la eximente incompleta de miedo insuperable y la atenuante muy cualificada de dilaciones indebidas .
La defensa de Casimiro Villegas, anunció tras conocerse el fallo de la Audiencia, su recurso ante el Supremo. El expolicía, retirado por una incapacidad permanente, también fue condenado a indemnizar a tres de los asaltantes en una cantidad total de 52.924 euros.
De otro lado, el tribunal imponía a Raúl P.R. y Esmeraldo F.R. tres años de cárcel concurriendo la agravante de reincidencia, mientras a Iván P.R., dos años y medio. Por último, Julio R.F. fue condenado a dos años de prisión. Todos ellos como autores de un delito de robo con violencia en casa habitada y de una falta de lesiones. Los cuatros asaltantes deberán indemnizar a la pareja de Villegas, que vivía con él en su casa del extrarradio de Dos Hermanas , en la suma de 4.835 euros.
El asalto de madrugada
Los cuatro asaltantes entraron en la vivienda de Villegas en Dos Hermanas en la madrugada del 29 de marzo de 2011. Una vez en el lugar, accedieron al interior de la parcela, rompieron el candado de la cancela de entrada y, a continuación, mientras uno de ellos se quedaba vigilando , los otros tres entraron en la vivienda, en la que en aquellos momentos dormían sus dueños .
Al despertarse con los ruidos, el dueño comprobó que había tres personas en el interior, «lanzándose sobre él al menos uno de los asaltantes, iniciándose un forcejeo entre ambos, en el transcurso del cual recibió diversos golpes y un mordisco en un dedo de su mano y éste, a su vez, con ánimo de defender su integridad, la de su pareja y sus bienes, cogió por el cuello al asaltante , dándole un bocado en la nariz».
Cuando consiguió zafarse de su agresor, se dirigió al dormitorio, donde se encontraba su pareja, a quien le dijo que les estaban atacando, que se encerrara en el baño y llamara al 112, cogiendo a continuación del cajón de la mesilla de noche su arma reglamentaria , una pistola marca Walther, a la que puso el cargador, saliendo con la misma tras los asaltantes.
Al abrir la puerta principal de la vivienda observó que se disponían a marcharse del lugar en la furgoneta, momento en que «dominado por un miedo intenso al ver que varios desconocidos habían entrado ilegítimamente en su vivienda de madrugada», efectuó once disparos contra el citado vehículo dirigidos, «prácticamente en su totalidad, hacia la puerta delantera izquierda del mismo, impactando todos ellos en la furgoneta» e hirió a tres de los ocupantes.
¿Una deuda?
La Audiencia de Sevilla, en una sentencia de 135 páginas, respaldaba la tesis de Villegas, que consideraba «ajustada a la realidad», mientras que la ofrecida por los cuatro asaltantes, la tilda de «absurda y carente de lógica» , al justificar su presencia en la casa para cobrar una deuda.
Por ello, considera a los asaltantes autores de un delito de robo con violencia en casa habitada , puesto que considera que los cuatro acusados se desplazaron a la casa «a robar y que cuando estaban llevando a cabo tal acción fueron sorprendidos en el interior de la vivienda por el dueño , abalanzándose uno de ellos sobre éste golpeando y causándole diversas lesiones».
Respecto a las acusaciones contra el dueño de la vivienda , la sentencia señala que el dueño tenía conocimiento de que con los once disparos contra el vehículo en cuyo interior al menos había tres personas creaba una situación de peligro concreto con alta posibilidad de que se produjera el resultado de lesiones como las sufridas por uno de ellos y la conciencia del alto grado de probabilidad de que realmente se ocasionaran, lo que supone una aceptación del resultado aunque no fuese directamente querido».
En este caso y como pretendía la defensa del expolicía, « no cabe la apreciación de la legítima defensa , ni como eximente completa, ni como incompleta, pues cuando se producen los disparos y consiguientemente los tres delitos de lesiones ya no había ni agresión ni necesidad de defensa, dado que los asaltantes habían iniciado la fuga e intentaban abandonar en el vehículo el lugar». Además, no hay prueba de que los asaltantes llevaran armas de fuego, ni de que hubieran efectuado disparo alguno.
No obstante, la Sala reconoce la eximente incompleta de miedo insuperable , pues la situación de miedo, estrés, angustia a la que se vio sometido ante la sorpresa de ver que varias personas desconocidas habían accedido al interior de su vivienda de noche, con evidentes intenciones delictivas. Así, la sentencia considera que el uso de la fuerza (empleo del arma) no era necesario.
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