DESEMPLEADOS MAYORES DE 45 AÑOS

«Siete años en el paro me hicieron pensar que no valía para nada»

Los usuarios del programa de empleo de la Cruz Roja critican que el SAE no les ofrece ni cursos ni entrevistas de trabajo

Rafael y Mari Ángeles, en una sesión con Belén Barbosa, orientadora de Cruz Roja J. SPÍNOLA

C. AGUILAR

Rafael, vecino de la Macarena , ha trabajado toda su vida en el campo y la construcción. Está casado y tiene dos hijos de 12 y 19 años. Recuerda que nunca dejó de estar empleado hasta que la crisis económica azotó el sector inmobiliario en 2008. A partir de entonces, ha ido «picoteando», como él dice, de un sitio y otro, relacionado siempre con las actividades laborales que ha llevado a cabo anteriormente. A sus 47 años, asegura estar viviendo un momento muy preocupante en su vida: lleva desde junio de 2015 sin trabajar.

Con el sueldo de su mujer, de unos 800 euros, la familia de Rafael come y paga alguna de sus deudas, pero, tal y como afirma, «cuando llega el día 20 de cada mes ya estamos sin un céntimo». Al quedarse parado, comenzó a entregar currículos en todo tipo de empresas. De la mayoría no recibía respuesta, situación que lo desesperaba aún más. Y de algunas, obtenía el «no» como respuesta al estar interesados sólo en menores de 30 años.

Buscó ayuda en Cruz Roja en 2008 y, a través del nuevo programa para mayores de 45, dice sentirse más motivado a la hora de buscar trabajo. Asimismo, a través de ellos ha realizado distintos cursos que han embellecido su curriculum: mantenedor de edificios, soldador y alicatador y de riesgos laborales. «Todo lo que sea aprender es bueno. El problema es que cada vez se ofertan menos cursos, y menos aun desde el Servicio Andaluz de Empleo (SAE)».

«La situación de Rafael se está cronificando —cuenta Belén Barbosa—. Ha encontrado trabajo temporal que para él son pequeños picos de esperanza, pero es un padre de familia que necesita un trabajo estable», y continúa: «En su caso hemos tenido que abrir el abanico de posibilidades. Nuestra labor es ir abriendo puertas a través de la orientación».

Fue precisamente eso lo que Cruz Roja hizo con Mari Ángeles a través de su orientadora, Nati Molero. Mari Ángeles, vecina de Nervión de 62 años, fue auxiliar administrativa hasta 2009 . Su contrato se terminó y optaron por no renovarla. A partir de ese momento tuvo que «reiventarse» para sobrevivir: trabajos en boutiques, haciendo de canguro o cuidando a ancianos. «Quité de mi vida todo lo que no era necesario, me convertí en una hormiguita y mi hijo se adaptó muy bien a esa situación. Sin embargo, cuando el año pasado llegó a la Universidad, me di cuenta de que no podía estirar más el chicle».

Así, en febrero de este año, se «comprometió» con Cruz Roja a seguir el itinerario. «Venía perdida y desmotivada. Siete años parada me hicieron pensar que no valía para nada. El Servicio Andaluz de Empleo (SAE) no me aportaba nada, no me ofrecían cursos ni entrevistas, pero cuando llegué aquí me dijeron: “Vas a tirar hacia adelante”, y así fue», asegura.

Le propusieron un cambio radical en su vida: la hostelería. «Al principio no lo contemplaba, pero acepté y he descubierto que se me da bien». A través de Cruz Roja hizo un curso y realizó las prácticas en un hospital privado. «Sabía hacer de comer, porque lo he hecho toda la vida, lo único que necesitaba eran técnicas para cocinar para 70 personas con necesidades especiales. Fue muy gratificante».

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