El rincón de... José Miguel Évora

«Si yo entendiera todo lo que quiero decir mi música no valdría la pena»

Tiene un nuevo reto para darle la vuelta al mundo: componer un «Requiem in memoriam» para celebrar la vida y obra de Magallanes en el año de la primera circunnavegación

José Miguel Évora ABC

Félix Machuca

A la hora de investigar y documentar a Magallanes cuál es la dificultad más grande con la que se ha topado?

No me permito pensar en lo que me puede detener, en las dificultades del camino.

¿Podría elegir un calificativo para dibujar la singularidad del marino portugués?

Hay una frase que lo define: «solo porque se entregó con todo el alma a una ilusión transitoria descubrió una verdad permanente». Esta frase es Stefan Zweig. Y creo que lo retrata.

En determinados círculos intelectuales e historicistas portugueses lo consideran un traidor…

Nada más lejos de la realidad. Rodeado de traidores, al único que no traicionó fue a sí mismo.

Pero tiene el perfil típico del hombre renacentista, emprendedor y aventurero, al servicio de un señor, de un presupuesto y de una gran aventura económica, sin mirar ni rey ni reino.

Vivían en un mundo donde no existían y buscaban demostrar que existían, sus proyectos no eran más que su excusa para existir. Si no fuera por esos proyectos, no hubieran sido ni existido nunca.

La vida de Magallanes estuvo rodeada de intrigas, envidias y deslealtades. Tanto dentro como fuera del mar. ¿Eso cómo se traduce al pentagrama?

Magallanes era un solitario lleno de secretos y soy consciente que mi música está llena de secretos que ni siquiera yo alcanzo a comprender. Si yo entendiera todo lo que quiero decir, mi música no merecería la pena.

Aunque está trabajando en los dos primeros movimientos de su Réquiem me gustaría saber cómo va a sonar Magallanes: ¿como una epopeya, como una sonata, como una soleá?

No quiero definirla, porque si lo hago la limito. Que suene a pleamar…

Tengo entendido que el introito de la obra, que describe la salida de puerto de la flota magallánica, no es alegre ni festiva, sino que aparecen los compases del miedo y la incertidumbre

Los compases o son binarios o son ternarios. A la unión de los dos, que muy raramente se utiliza, o le falta o le sobra una corchea. Es un compás que se ha quedado cojo, con ese compás camina Magallanes…

También me cuentan que quiere usted contar con un gran coro de voces que recojan la universalidad de la aventura, una especie de orfeón global con presencias de las razas que estuvieron en la travesía.

Aquel viaje fue una gesta colectiva, universal, en absoluto un ejercicio de individualismo. Por eso quiero que estén todos los que estuvieron.

Tras tanta investigación y documentación viene la creación. Llegados a este punto ¿usted filtra lo estudiado o su mejor música suena en su inconsciente

Si razono lo que escribo, desconfío. El mundo que comprendo es consecuencia siempre de lo que no comprendo.

Usted no se puso colorado llevando al top de la música comercial aquel tema pero tampoco le tiembla la mano para crear una obra tan exclusiva como un réquiem…

Cada música tiene su momento y su lugar. Yo también tengo mis momentos y mis lugares. A veces, una caseta de feria y, a veces, el proscenio de un teatro de ópera. Admiro el vuelo de la mariposa y el del águila. Los dos me parecen un milagro.

¿Es verdad o leyenda urbana que usted se ha desmayado dos veces escuchando música?

Es verdad. He sufrido lipotimias escuchando en casa de mis padres a Manuel Moneo cantando por soleá y la otra vez cuando oí la consagración de la primavera de Stravinski.

Su padre fue un tipo fascinante. Tienen frases para esculpirlas en mármol. Seguro que alguna se la dedicó a usted.

Mi padre estudiaba y veía la televisión. Ese día estábamos escuchando a un guitarrista que estaba tocando una pieza muy complicada. Cuando acabó me dijo: más difícil es cagar en una botella y no sirve para nada. Aprendí que lo complejo no es complicar la forma sino encontrar cómo explicar lo complejo que son los sentimientos.

Pero tampoco es mala la que le regaló su madre, que no veía con buenos ojos que fuera artista…

Mi madre amaba el orden y le tenía miedo al caos. En una ocasión me miró a los ojos y me dijo: Bien. Haz lo que quieras, pero hazlo bien.

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