DÍA MUNDIAL DEL ORGASMO FEMENINO
El sexo no es necesario para vivir
El exceso de energía se puede gastar en hacer deporte
¿La gente se agobia por no practicar sexo ?, ¿o tal vez se ha liberado de ataduras en forma de prejuicios y por fin entienede el sexo como una esfera más de nuestra condicion humana?, ¿por qué tanto asombro cuando alguien confiesa que lleva meses o años sin sexo?, ¿se puede vivir sin sexo?, son algunos de los interrogantes que nos planteamos hoy que se celebra el Día Mundial del Orgasmo Femenino (¿y por qué no del masculino, también?)
La doctora Teodora Alb Lucano , responsable de la Unidad de Terapia Sexual de los hospitales Quirónsalud Sagrado Corazón e Infanta Luisa afirma que solo el 1% de la actividad sexual a lo largo de nuestra vida tiene un fin reproductivo y que el resto forma parte de la esfera de las emociones y la afectividad, dentro de un plano psicológico.
«Es puro placer -dice- pero a nivel social se contamina por unas normas que son diferentes, según la localización y el tiempo histórico».
Sin embrago, lo que sí tenemos que ser cosncientes «es que la sexualidad no es una necesidad de primer orden como la falta de sueño o de alimento que nos hace comer o dormir, porque si no nos moririamos. Es una necesidad secundaria y, por tanto, no nos morimos si no mantenemos relaciones sexuales».
Eso sí, «ese exceso de energía que conforma las pulsiones o impulsos sexuales pueden ser dirigidos hacia otros campos , como las artes o el deporte, por ejemplo».
Esto nos hace diferente como especie, dentro del mundo animal, pues «hemos aprendido a inhibir la libido o a canalizarla a otras actividades y además sólo somos capaces de hacerle hueco a la sexualidad en nuestras vidas, cuando las necesidades primarias estan satisfechas », dice esta experta.
Explica que cada persona tiene sus pensamientos y sus propias emociones al respecto «pudiendo el sexo tener mayor o menor importancia, disfrutarse individualmente o solo en el contexto de una pareja, o condicionado a los afectos pero aun asi los individuos nos contaminamos por la cultura, ese conjunto de normas comunes a los individuos y que definen nuestra forma de pensar, sentir y actuar».
Eso hace que dependiendo del lugar geográfico, las creencias religiosas, el entorno político e, incluso, la economía del momento, varie nuestra visión individual respecto a la sexualidad .
«Ese control social -sigue- es la causa de que aparezcan las disfunciones sexuales más comunes en nuestra consulta: deseo sexual hipoactivo, la impotencia, la anorgasmia, la eyaculación precoz o la retardada, y el vaginismo. También es frecuente la disonancia sexual de la pareja , es decir, que cada uno le da una importancia o le implica una necesidad mayor o menor».
Cuenta la doctora que en las terapias se da una buena información médica desde un punto de vista orgánico y funcional del cuerpo humano y se trata de mejorar el conocimiento de cuáles son las fases de la respuesta sexual y los cambios que van produciendo en nuestro cuerpo. También se hacen ejercicios que se encargan de ir desbancando falsos mitos y creencias y de eliminar vergüenzas o miedos.
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