Mascarillas Sevilla
Los sevillanos se resisten a quitarse la mascarilla
Muchos ciudadanos la siguen usando en la calle por la costumbre y el temor a la nueva variante del coronavirus
La mascarilla estorba cuando aprieta el calor, pero el temor al contagio es más fuerte. Esa es la percepción de muchos sevillanos que este sábado se resistían a prescindir de la protección, a pesar de que ya se permite estar al aire libre sin ella. El público que pasea por el Casco Histórico de la ciudad, donde son habituales las concentraciones, sigue usando el tapabocas de forma mayoritaria, incluso los invitados a una boda civil que estaba fechada para este sábado la han llevado en la calle mientras avanzaban hacia el Ayuntamiento donde se ha celebrado el enlace. Sólo la novia ha hecho el recorrido sin mascarilla, pero se la pondrá dentro para cumplir a rajatabla con la norma. «Es lo que nos ha tocado», lamenta, aunque eso no ha empañado la felicidad del día.
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Los que han aprovechado la jornada para hacer las primeras compras tampoco la han dejado en casa. La entrada y salida permanente de las tiendas obliga a tenerla siempre a mano y para eso , mejor no quitársela de la cara. Los trabajadores de comercios y de negocios hosteleros han de seguir llevándola, aunque estén al aire libre, «un suplicio», como lo han definido algunos, pero que seguirá vigente durante algún tiempo más, especialmente mientras haya riesgo de extensión de la nueva variante del coronavirus, más contagiosa y virulenta.
La situación en Triana es muy parecida, donde poco se atrevían a pasear sin mascarilla durante la mañana, especialmente los más mayores que a pesar de tener la pauta completa de vacunación, son extremadamente respetuosos con esta obligación que hoy deja de serlo. Alguna confusión generó la liberación de la medida en lugares como los negocios con mostradores a la calle, donde hay que usarla para pedir al camarero o al tendero, aunque son pocos los que no la llevan.
Ni siquiera en localidades como Mairena del Aljarafe, donde hay menos concentraciones de personas, se está prescindiendo de la protección en este primer día. Algún viandante se atreve a decir que se siente «como si estuviera desnudo» al quitársela, aunque admite que cuando las temperaturas suban prescindirá de la misma. En los parques los padres e incluso algunos pequeños seguían llevándola, «nos acercamos mucho cuando hablamos y no medimos las distancias, es mejor llevarla puesta porque no todos estamos vacunados y el virus sigue ahí«, asegura a ABC una de estas madres.
La liberación de la mascarilla será progresiva conforme pasen los días y suba el termómetro. El avance de la vacunación también influirá en esa decisión para prescindir de esta medidas protectora que durante más de un año nos ha acompañado.