HOSTELERÍA

Sevilla verá resucitar a La Alicantina de toda la vida

El dueño de La Isla, Emilio Guerrero, recupera el legado de Manuel Postigo. Abrirá a mediados del próximo mes de enero

Manuel Postigo, María Teresa Pérez García y el encargado Valentín González González ante La Alicantina de 1988. Sobre estas líneas, el bar como está hoy día JUAN FLORES/ABC

AMALIA F.LÉRIDA

Los paños de azulejos, la Macarena, las columnas, los rodapiés, el suelo de mármol, los camareros con camisa blanca , los platos de loza, la barra alta, el acero inoxidable, la plancha a la vista del público, las gambas, las bocas, las cañaillas, los picos, la ensaladilla, la cerveza, el buen vino, y toda la variada gama de exquisiteces que persisten en la memoria de muchos sevillanos que ya hemos pasado de los cincuenta volverán, en enero a la plaza de El Salvador, al emblemático bar La Alicantina .

Y lo hará además, con lo más importante: la filosofía que guía a un negocio familiar que es en lo que se ha criado el dueño, Emilio Guerrero.

Este empresario sevillano, tercera generación de reconocidos hosteleros, ya ha recuperado La Isla y ahora se propone resucitar La Alicantina con la enseñanza de su padre, Antonio Guerrero, propietario de Mariscos Emilio , que también cogió el testigo de su padre. Su propósito es mantener la esencia del negocio y respetar todo lo que sea posible —no existirá el comedor de la planta alta pero sí, en la baja, un pequeño reservado— como su arquitectura, decoración, diseño interior, elementos constructivos —el mármol, el acero y todos los que proyecten limpieza— sus tapas y raciones, la presentación y la forma de cocinarla en una plancha grande que estará de cara al público, como el fuego y el horno.

¿Tendrá la misma ensaladilla?

Aquí hay que hacer una salvedad. La ensaladilla no será la misma que la de Manuel Postigo , será la del nuevo dueño, la de La Isla, pero con una sorpresa que no puede desvelar ahora.

Actualmente el local está en bruto y necesita una obra importante que ya ha arrancado porque Emilio Guerrero, si todo marcha conforme a los plazos previstos que ya se ha marcado, quiere abrir el negocio a mediados de enero para hacerle el rodaje necesario y tenerlo a punto para Semana Santa.

Emilio Guerrero ha firmado un contrato de alquiler de larga duración con la propiedad, María Teresa Pérez García , viuda de Manuel Postigo quien en 1963 tomó las riendas del bar que abrió sus puertas en 1922 como una horchatería.

Postigo siempre estaba al frente del negocio, con su limpieza, disposición y peinado impecable.

Mismo nombre y misma ubicación

Ahora su viuda hará su sueño realidad, el de ella y el de la familia, porque La Alicantina, como tal no se perderá de la mano de Emilio Guerrero, y se quedará en la plaza de El Salvador y además, con el mismo nombre. Perdurará en Sevilla el legado de Manuel Postigo.

Durante los pasados 15 años el negocio ha estado explotado por el empresario Antonio Palomino ya que la dueña decidió alquilarlo, aunque con la condición de que conservara su solera y su nombre.

El nombre sí lo mantuvo pero la solera y la esencia, no se parecían en nada a lo que era un icono de Sevilla.

El inquilino lo dejó aduciendo que no podía pagar la renta que le pedía su casera y la viuda desde entonces, desde el pasado mes de julio, ha estado tratando con diferentes hosteleros sevillanos para, al final, llegar a un acuerdo con Guerrero, y muy satisfactorio para ambas partes.

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