Sevilla recibió al Heraldo y le entregó las llaves

El Centro, abarrotado y de fiesta, vivió el preludio de la Cabalgata de Reyes Magos

Recorrido del Heraldo por las calles del Centro de Sevilla RAÚL DOBLADO

JAVIER MACÍAS

Una señora avanza por las estrecheces de la calle San Eloy con las dos manos repletas de bolsas, agobiada por la bulla. Un niño le insiste al padre para que le compre la Play 4 y que obtiene la clásica respuesta: «Hijo, los Reyes este año siguen con la crisis» . «Pues yo lo he puesto en la carta», le responde. Un tapón en Martín Villa. «¿Qué ocurre aquí?». De repente, comienza a sonar por villancicos una banda. La gente se agolpa por la calle Orfila y Cuna . Aquello es la concentración de bugaboos más grande del mundo. Por allí, una chica intenta pasar con la bici harta de tantas procesiones. Se escapa un globo... «Ooohh». Comienzan a salir beduinos haciendo el cangrejo al compás de la banda sonora de «La Sirenita» . La madre a la que se le salen los ojos por coger los caramelos. Uno del Betis para allá, otro del Sevilla... y un hombre negro, vestido de verde, y montado a caballo. «Ese es N’Diaye», le dice un padre a su hijo, que lo mira incrédulo.

Todas estas escenas se vivieron este lunes en el Centro, en torno al recorrido del Heraldo Real —este año encarnado por el empresario Gregorio Cabeza—, que recogió las cartas de los niños para los Reyes y al que le fueron entregadas las llaves de la ciudad para que puedan entrar los Magos de Oriente.

Ni el viento, ni los nubarrones, ni el plan de tráfico fueron un freno para que miles de personas se echaran a la calle para vivir el preludio de la Cabalgata , en una jornada que congrega cada año a más público.

El Salvador, parecía un Domingo de Ramos, repleto de niños con ilusión. A este punto llegaba la agrupación musical Virgen de los Reyes tocando «Mi gran noche» de Raphael , con las abuelas dando botes y algún que otro padre levantando la botella de agua como si fuera un cubata, recordando a los Puretas.

Cuando llega a la plaza de San Francisco, una bulla ya espera en la Avenida y el Arquillo el momento de la entrega de llaves, mientras el cortejo avanza hacia la Giralda . Allí el viento poco más y se lleva volando más de una carta... y el sombrero con plumas del Heraldo.

Pasadas las siete de la tarde, ya con las luces de Navidad encendidas, la banda que abría el cortejo tocaba «Sevilla tiene un color especial» al escenario montado en el Arquillo, hasta que hizo aparición el hombre al que todos los niños querían ver: «Querida Sevilla. Vengo de muy lejos y estoy ronco de tanto hablarle a los niños y a las niñas . Os traigo un mensaje de los Reyes. Ellos saben que en esta tierra se le tiene especial cariño a la Madre de Dios y el nacimiento del Niño se acoge con ilusión. Los Magos magos os piden que penséis en los niños que también vienen de Oriente y que piden un refugio. Voy a lanzar un puñado de caramelos al cielo para que los cojan los niños que por desgracia no han podido llegar a su tierra prometida». Así se dirigía el Heraldo a los niños, antes de que el alcalde, Juan Espadas, le entregara las llaves de la «ciudad más bonita del mundo» , acordándose también de los niños que están en los hospitales.

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