El rincón de ...
«Sevilla pauta a los artistas y exige de ellos que visibilice sus fiestas mayores»
Teresa Guzmán es una ilustradora que se ha vetado dibujar los iconos recurrentes de Sevilla como la Giralda o los seises
Todo empezó con su abuelo que pintaba y era un consumado copista.
Esos son mis primeros recuerdos vinculados con la pintura. Me encantaba ver cómo mi abuelo, escuchando música, pintaba o copiaba un cuadro.
Usted se pasaba las horas muertas viéndolo pintar, en silencio y tras de él.
Cuando iba a su casa a verlo mi mayor ilusión era esa. Y esas cosas no se olvidan. Pero antes que mi abuelo yo ya sentía dentro de mí que la pintura y yo caminábamos juntos.
Y lo quería imitar, pintando las paredes de su casa y el sofá blanco del salón. Aún deben sonar los gritos de su madre, imagino.
(Risas) Exactamente. Así fue. Y además de bolígrafo también empleaba lápices de cera. Todo aquello que resulta un engorro limpiarlo. Debo reconocer que con un boli en la mano y con tres años, mi casa era mi lienzo preferido.
Se hizo ilustradora gracias a dibujar las vírgenes de la Semana Santa. Una carrera muy oficial en el mundo del arte local…
Es cierto. Sevilla pauta a los artistas y espera de ellos que visibilice las fiestas mayores locales. Ése es un mercado capaz de darle proyección a aquellos artistas con tendencias cofrades que salen de Bellas Artes.
¿Por qué se salió de esa carrera oficial?
Cumplí con la pauta exigida, publiqué un libro con todas las vírgenes de penitencia mariana de Sevilla y empecé a abrirme camino en la ilustración de libros, que es mi vocación. Hasta el momento llevo ilustrados casi veinte libros.
En Sevilla tenemos pintores, ilustradores y dibujantes de primera serie que han tocado temas religiosos. ¿Qué opina de Manolo Cuervo?
Ha dado un paso hacia adelante con mucha valentía.
¿Y de Ignacio Sánchez-Dalp?
Tiene un pulso extraordinario y una seguridad en lo que hace impresionante. La técnica seca no permite ningún tipo de error.
A mí me desconcierta José Ciruelo por lo que hace y por lo que tiene que superar para hacerlo.
Es el primer pintor local que conozco que trae el fauvismo a sus trabajos de Semana Santa. Y eso tiene muchísimo mérito.
¿Usted dónde se colocaría entre los ilustradores, pintores y dibujantes actuales?
Yo me considero una pintora figurativa, de grandes planos, mucha decoración y con reminiscencias art nouveau.
Existe un techo de cristal muy académico sobre los carteles sevillanos que censura traspasar límites concretos. ¿Dado el caso de un encargo usted se atrevería a romper ese techo?
Sin dudarlo. Si no hago lo que llevo dentro estaría negando mis principios artísticos.
¿Y qué pintaría entonces?
Un cartel según Teresa Guzmán y no según la normativa imperante.
Su carrera profesional está repleta de ilustraciones para obras literarias y cuentos infantiles. Pero ¿con qué encargo tocaría el cielo?
Me tocaría la lotería ilustrando «Sentido y sensibilidad» de Jane Austen, una escritora inglesa del romanticismo inglés. También me gustaría ilustrar autores como Juana Spyri, la creadora de Heidi, Mark Twain, Salgari, Julio Verne, Alan Poe…
Alguna vez le oí decir que ilustrar la Regenta sería para usted uno de sus sueños a cumplir.
Es un libro que me marcó personalmente y que también marcó una época en la literatura española. Desde el punto de vista de la ilustración es un reto muy complicado de abarcar. El valor sicológico de sus personajes, tan numerosos, haría muy complejo ese trabajo.
¿Conoce a Pedro Tabernero? Es punto y aparte en la materia que tratamos.
Personalmente no. Pero sí su trayectoria profesional. Se podría decir que es el faro de guía de la ilustración local, conectando la ciudad con los grandes creadores del siglo XX.
Gracias a él y a Rumbo Sur, aquella revista del Monte de la Sevilla que se despertaba en los ochenta, conocimos a los mejores del mundo de la ilustración, desde Swarte a Nicol Claveloux, pasando por Milton Glaser y Calatayud.
A José Bielsa, Hernández- Palacios, Miguel Calatayud los conocí, precisamente en esa revista que me conseguía mi padre. También recuerdo a Purita Campos, pero ella trabajaba para Bruguera.
En el debate Bellas Artes sí o no, ¿usted dónde se sitúa?
De lo que estoy absolutamente segura es del valor formativo que recibí de profesores como Paco Borrás, Ignacio Cortés y José Antonio García Ruiz.
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