VELÁ DE SAN MIGUEL
Sevilla despide a San Miguel, la Velá de la otra orilla
Este domingo, ultima jornada de la fiesta que se celebra hasta las diez de la noche en el Muelle de la Sal
Once casetas, siete puestos de mercadillo, cuatro atracciones infantiles y tres tómbolas han formado parte del arranque de la primera Velá de San Miguel que, con gran aceptación de público durante el fin de semana, continuará en el Muelle de la Sal durante la mañana de este domingo con actividades infantiles, para despedirse a las diez de la noche hasta su próxima edición.
La recuperación de esta fiesta en 2017 por el Ayuntamiento de Sevilla a través del Distrito Casco Antiguo en forma de Velá es un proyecto menos ambicioso que aquel otro intento de comienzos de siglo en Los Remedios, y quizá por ello con más posibilidades de futuro.
El resultado no ha sido fruto de un espejo o espejismo, ya que por tener, desde esta primera edición cuenta con pregón, reconocimiento a «Migueles» sevillanos y hasta cartelista . Durante cinco días los toldos rojos y verdes se han reflejado en el río, y el albero de la feria ha sido sustituido por la madera del carril bici a modo de calle mayor, teniendo como principal testigo de la fiesta el Monumento a la Tolerancia de Chillida, mirado estos días con cierto recelo desde la calle Betis.
Desde el Altozano también se podía escuchar una banda sonora que mezclaba las sevillanas tradicionales como la del «cara a cara» con la música de los 80 de alguna actuación en directo desde el escenario instalado en el muelle.
Vendedoras de claveles
Por haber, había hasta vendedoras de claveles, e incluso una mujer vestida de flamenca , aunque se tratara de una azafata que repartía abanicos de una firma de ventanas que invitaba a acercarse a uno de los puestos.
A Ana López Moreno , que así se llama la azafata, le parece «estupendo todo lo que sea fiesta y también que se acerque mucha más gente por aquí el fin de semana». La tómbola que allí se encuentra está organizada por la hermandad de la Cena a beneficio del Convento de San Leandro.
Según Jesús Paredes , uno de los 20 voluntarios de la hermandad que atienden el sorteo benéfico en el que por un euro se obtienen tres papeletas, «el fin de semana está resultando bastante bien de público y todo lo que sorteamos aquí es fruto de donaciones de entidades y hermanos».
Allí se encuentra recogiendo su premio Carlos Lozano con su mujer, a quien la recuperación de la Velá de San Miguel le parece «una buena idea porque es una cosa que se había perdido en Sevilla. Menos carreras y más fiestas como esta», afirma.
«La próxima mesa libre es para usted», decía un camarero dirigiéndose a la cola que esperaba un sitio para comer sentado. Las once casetas ofrecen platos típicos de las fiestas: tortillitas de camarones, calamares, espetos de sardinas, etcétera. De hecho, algunos de los encargados de las casetas, como Esteban García , también hacen «la Velá de Santa Ana. Ahora me ofrecieron estar aquí y me pareció una buena oportunidad para probar», en estas casetas en las que a primera vista parece que «se consume más cerveza que vino», según dicen algunos de los camareros.
En el mercadillo hay tres puestos de ropa, uno de juguetes y tres de comidas (pizzas, dulces y quesos), siendo «el cuarto de kilo de chicharrones a tres euros el producto más solicitado durante estos días» según Javier Becerra , que atiende el puesto más cercano a las atracciones. En el puesto de moda, la cántabra Rafaela Céspedes , afirma que «aunque aquí te mueres de calor, merece la pena esta Velá, pues el paisaje es alucinante y da gusto venir».
Los tenderos se abanicaban a causa del calor de este veranillo con nombre de Arcángel, también llamado «del membrillo», que nos visita casi todos los años a finales de septiembre, aunque esto no impedía que alguno de los puestos ofrecieran chales, mantoncillos e incluso capuchas de lana, «que para el invierno vienen muy bien», según Encarni Espín . Tampoco faltaron los puestos de algodón dulce o el de churros para terminar el día.