Sevilla

Aníbal Ollero: «A partir de 2030 empezarán a volar por las ciudades drones que harán de taxis aéreos»

Es uno de los mayores expertos mundiales en robots aéreos de inspección y matenimiento y lidera un grupo europeo que aplicará su tecnología a refinerías, industrias, puentes y redes eléctricas. «La catástrofe del puente de Génova de 2018 podría haberse evitado», dice

Anibal Ollero en el nuevo Laboratorio de Robótica de Sevilla J.M.Serrano

Jesús Álvarerz

Los nuevos drones que fabrica el equipo de ochenta personas , entre ingenieros aeronáuticos, de telecomunicaciones, industriales e informáticos, que lidera el catedrático de Robótica de la Universidad de Sevilla, Aníbal Ollero, parecen pájaros con dos grandes alas de colores llamativos. «Ojalá pudiéramos lograr que hicieran tantas cosas como un pájaro y consiguiéramos máquinas tan inteligentes como ellos. Aspiramos a aproximarnos a ellos pero es muy difícil», dice este investigador sevillano que viaja por todo el mundo con sus descubrimientos en robótica aérea, algo en lo que Sevilla está a la cabeza del mundo en investigación, a pesar de que los chinos se han puesto las pilas y están dedicando grandes recursos económicos y humanos a este campo.

Habrá mucha gente en Sevilla y de fuera de Sevilla que no sepa que estamos en la vanguardia de la robótica aérea mundial y que la Unión Europea confía en su equipo tanto o más que los mejores investigadores alemanes, suizos o franceses.

Nosotros somos líderes mundiales en robótica aérea de inspección y mantenimiento. También somos el laboratorio que tiene más investigadores, más publicaciones y más proyectos. Lo que ocurre es que nos falta márketing; por desgracia, en eso no somos líderes y no hemos sabido transmitir suficientemente lo que estamos haciendo aquí. Tenemos doce que hacemos de forma simultánea. Nuestro equipo ha crecido hasta las ochenta personas y es posible que siga haciéndolo en los próximos años.

¿En qué campos se pueden aplicar sus drones?

Trabajamos en robots bioinspirados que pueden ser muy importantes en el futuro de la robótica aérea. También en otros que podrán aplicarse muy pronto, como por ejemplo un robot híbrido que vuela y rueda. Puede aterrizar en una tubería y en vez de gastar energía manteniendo el vuelo, rueda por la tubería para realizar su inspección y luego vuela hacia otra. También desarrollamos robots aéreos para inspecciones, diagnóstico y mantenimiento en puentes o túneles, auscultar su estructura y ver grietas no visibles y posibles riesgos. Me acuerdo ahora del derrumbe del puente de Génova en agosto de 2018. Se podría haber evitado este derrumbe. Es muy cara su inspección humana es muy cara porque hay miles de puentes en Europa, muchos son antiguos y con problemas de estructura. Nuestros drones también tienen aplicaciones para vigilancia marítima.

¿Estas investigaciones generan patentes para la Universidad de Sevilla?

En la actualidad, en el campo de la robótica y los drones hay un problema de protección real, no sólo definida por las patentes. Por eso no se están haciendo suficientes patentes internacionales en este campo en el que, como digo, somos líderes europeos.

Entonces, ¿cuál es la opción que le queda a su equipo?

Transferir ese conocimiento directamente a las empresas. Antes esto tardaba mucho tiempo en realizarse pero ahora todo es más ágil. Sin embargo, tengo que reconocer que todavía hace falta un cierto esfuerzo para que nuestra investigación pueda generar más productos industriales. Ya ha generado algunos, pero debe generar más.

¿Qué necesitan para conseguirlo?

Necesitamos más empresas que apliquen nuestros conocimientos de investigación y desarrollo. Y esto no es un conocimiento que se genere de un día para otro. Como soy, en general, optimista, diría que estamos en ello y que a corto plazo esperamos que haya más empresas que los apliquen. En los consorcios europeos en los que trabajamos, o incluso lideramos, hay empresas que utlizan nuestros conocimientos. Lo que falta son empresas estén en nuestro entorno.

Supongo que en Andalucía no hay muchas empresas tecnológicas en este campo.

Hay menos que en otros lugares. Estamos hablando de una competición muy difícil con alemanes, suizos y los mejores de Europa. Y esos países tienen más capacidad industrial que nosotros.

Nos faltan, pues, marketing y empresas.

-Sí, pero como investigador tengo que decir que la investigación en España está muy mal financiada si la comparamos con los países de nuestro entorno. En nuestro laboratorio, casi el setenta por ciento de nuestra financiación procede de fondos europeos, el veintitantos por ciento de contratos con empresas y solamente un cinco o un diez por ciento de fondos públicos españoles.

Imagino que en Alemania o Suiza no será así.

Le aseguro que no. Los grupos de investigación que han dependido fundamentalmente de la financiación pública española lo han pasado muy mal o han desaparecido tras la crisis económica. Lo deseable sería contar también con financiación pública propia, como ocurre en los países que ha mencionado.

Los drones, como dijo antes, son más eficientes y rápidos que las personas en determinadas tareas y pueden suplir por tanto, por lógica económica, bastantes puestos de trabajo. ¿Eso le preocupa?

Me llama la atención que se diga que los robots pueden suprimir empleos y no se dice nada, por ejemplo, de los cajeros automáticos. Tampoco se dice que esos cajeros automáticos deban pagar impuestos como si fueran personas y sí se dice eso de los robots. Nuestra robótica aérea no tiene, en todo caso, como objetivo fundamental la reducción de costes económicos para la industria. La principal es la seguridad de las personas. Cuando hablamos de una inspección en estas infraestructuras, hablamos de personas a muchos metros de altura que se suben a un andamio o permanecen colgados con cuerdas para hacer su trabajo. La principal fuente de accidentes laborales mortales son los trabajos en altura. El objetivo de nuestros drones es realizar tareas peligrosas para las personas pero es cierto que con ellos disminuimos costes y hacemos más rápido esas tareas.

Con sus drones esos puestos de trabajo ya no serán necesarios, aunque supongo que se generarán otros asociados al diseño, mantenimiento y revisión de esas máquinas.

Nuestra idea no es hacer robots que sustituyan a las personas sino robots que trabajen con personas y para otras personas. Es la idea del «coworker», no de sustituir al «worker».

La actual revolución tecnológica no es ni de lejos la primera que crea máquinas en el mundo que provocan la pérdida de empleos, pero sí parece la de mayor alcance e intensidad de la historia de la humanidad.

No hay que considerar un puesto de trabajo aislado del resto sino el conjunto y la robótica requiere empleos de calidad que desarrollan no solo ingenieros sino también técnicos de mantenimiento y otros trabajadores. Es evidente que no se puede luchar contra la tecnología y que tenemos que estar en el mundo y no aislarnos porque estamos en una sociedad global y competitiva. Se trata de que nosotros no tengamos que comprar tecnología desarrollada en otros países. Debemos crear tecnologías para que nuestras empresas puedan competir con las del resto del planeta. Esas empresas mantienen muchos empleos y, en caso contrario, como se ha demostrado, desaparecerían.

O las comprarían, tal vez, los chinos. En su libro «El mundo que nos viene», Josep Piqué alerta de que capital chino se está haciendo con la gestión de puertos e importantes compañías eléctricas europeas y sugiere que sus dirigentes tienen el objetivo de conquistar el mundo de otra manera, con sus productos, no con una guerra convencional.

Cuando voy a China, me sorprende la cantidad de recursos económicos y humanos que dedican a la robótica y los drones. Son miles de personas en muchos laboratorios y me temo que en unos años, si no nos espabilamos, nos van a adelantar.

Su proyecto «Aeroarms», que recibió 2,5 millones de euros de fondos europeos, acaba de terminar. ¿En qué consistió?

«Aeroarms» acabó en agosto después de cuatro años. Intervinieron diez socios europeos que lideré desde la Universidad de Sevilla. Tenía un doble objetivo: consolidar la robótica aérea de manipulación y aplicarla industrialmente en una refinería alemana y en una fábrica española de cemento. Un equipo formado por el Centro Avanzado de Tecnologías Aeroespaciales (CATEC) y la Universidad de Sevilla ha logrado aplicarla en dichas industrias, obteniendo el «Global Innovation Radar Award» de la Comisión Europea entre 25 finalistas al mejor desarrollo de Europa en el área de la tecnología de la información y las comunicaciones.

Ese premio nunca lo había ganado antes un español.

Nosotros fuimos los primeros. Y nos lo dieron porque logramos por primera vez en el mundo la inspección industrial por contacto de drones que miden los espesores de las tuberías y los tanques de muchas instalaciones. Ahora hemos conseguido dos proyectos nuevos: uno, Aerial Core, que lidero desde la Universidad de Sevilla. Hablamos de drones que cambiarán de forma y que serán capaces de desplazarse muchos kilómetros y de aterrizar y despegar verticalmente. Un trabajador que está en una torre haciendo tareas de mantenimiento y que necesite diversas herramientas podrá ser ayudado por un dron que va a volar hacia su posición para facilitarle esas herramientas. El dron también va a vigilar sus condiciones de seguridad y le advertirá de riesgos. El segundo es el Piloting, más centrado en la demostración tecnológica, tanto en plantas industriales como en infraestructuras, y está liderado por el CATEC.

¿Qué será capaz de hacer un dron en el futuro?

Serán capaces de volar batiendo las alas y planeando, podrán posarse sobre un cable eléctrico, por ejemplo, plegar las alas y manipular.

Que esos drones puedan posarse en un cable eléctrico o en el sitio que se le indique transportando algún paquete me recuerda un poco a las palomas mensajeras. ¿La idea es que parezcan y actúen como pájaros?

Eso supondría un gran avance y ojalá lo consiguiéramos porque los pájaros ejecutan funciones extremadamente complejas. Son grandes equilibristas y pueden mantenerse sobre un alambre. También son capaces no sólo de volar de una manera enormemente eficiente sino de manipular cosas, hacer, por ejemplo, un nido. Nuestros drones se inspiran en ellos y yo digo que son «bioinspirados», aunque también les llamemos ornitópteros. Los pájaros aletean y planean para ahorrar energía y los drones del futuro tendrán que ser más eficientes que los actuales y volar más lejos, además de no hacer daño a las personas. Tenemos que imitar esos movimientos y tener en cuenta la velocidad y dirección del viento para realizarlo. Esto aún no lo sabemos hacer pero creo que lo lograremos en el futuro. Además tendrán funciones de percepción del entorno que les permitirán posarse autónomamente en la mano.

Los robots actuales saben hacer muy bien una tarea en un entorno, son especialistas, por así decirlo, pero fuera de ese entorno parece que pierden muchas de sus propiedades y utilidades. ¿Por ahí deben evolucionar los robots, por el de su adaptación a entornos desconocidos

Tenemos que aplicar un conceptos cognitivos a los drones perciban el entorno y para que puedan adaptarse para y operar en diversos entornos.

¿Cuándo cree que los drones formarán parte del paisaje cotidiano de una ciudad como Sevilla?

Se necesitan más de diez años. El taxi no tripulado será un dron que te va a recoger en la puerta, te meterás en su cabina y te llevará de un punto a otro no lejano por el aire. A partir de 2030 creo que se podrán ver taxis aéreos. La tecnología se está desarrollando pero requiere además una gestión apropiada y segura del espacio aéreo.

¿Cree que los robots llegarán a tomar decisiones por sí mismos, humanizarse en cierto modo? Es lo que auguran algunas novelas de hace un siglo como «Robots Universales», de Rossum; o películas posteriores como «2001: Una odisea en el espacio», o «Blade Runner».

Me parece pretencioso pensar que tendremos eso en un plazo corto de tiempo. Una cosa es la literatura y la otra la realidad. Yo prefiero hablar de funcionalidades cognitivas que permitan conocer el entorno y actuar de forma inteligente. Yo me conformaría con funcionalidades que hagan de alguna manera ese camino a los robots integrados totalmente y autónomos.

«Hal 9000», el ordenador de la célebre película de Kubrick, toma decisiones en contra de su programación, de los humanos que la programaron. ¿Cree que eso puede ocurrir en el futuro con alguna máquina?

Creo que será posible que tomen decisiones que no se hayan programado explícitamente, no tanto que vayan en contra de su programación, como sucede en esa película.

En Estados Unidos se está investigando en los últimos años en robots sexuales. ¿Cree posible que esa interacción pueda sustituir en el futuro a las relaciones íntimas entre personas?

Esto entra dentro del campo de la ética de la robótica, en el que no soy especialista. Tengo compañeros que se dedican a esto, también relacionado con temas militares. Es evidente que las armas actuales tienen un elevado componente automático y podemos hacernos la pregunta de hasta dónde ese componente es independiente de un operador humano. Yo creo que las máquinas siempre deben depender de un humano.

Un dron estadounidense asesinó hace una semana al general iraní Hossein Soleimani, comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria Islámica.

No conozco bien este caso y no puedo opinar mucho sobre él, pero es evidente que los drones militares funcionan desde hace bastantes años.

¿No le produce cierto vértigo comprobar que un dron puede acabar con la vida de alguien que está a miles de kilómetros de quien pulsa el botón que da la orden de asesinarlo, por decirlo así? Parece de ciencia-ficción.

Esto es una realidad y Estados Unidos ha desarrollado tecnologías de drones con aplicaciones militares muy avanzadas.

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