Universidad

San Juan Bosco, 75 años como refugio del universitario

El colegio mayor ha modernizado las instalaciones, pero conserva la misma esencia y sigue acogiendo a los colegiales como una segunda familia

Un alumno en la biblioteca del Colegio Mayor San Juan Bosco Manuel Gómez

Mercedes Benítez

Primero de octubre de 1944. «Es el primer día del primer curso y han comenzado las faenas estudiantiles. Dios nos ha premiado permitiendo que esté todo casi dispuesto para empezar, pese a las muchas deficiencias que ahora existen y las grandes dificultades». Es el primer párrafo de la primera crónica colegial del Colegio Mayor Universitario San Juan Bosco que ahora celebra los 75 años de su creación en la huerta de la Trinidad , aunque sus orígenes se remontan algo más atrás.

Fue en 1922 cuando el entonces Rector Mayor de la Sociedad Salesiana, Felipe Rinaldi , recibió en Utrera una comisión de padres de alumnos pidiéndole que pensara en una obra mediante la cual sus hijos, al terminar Bachillerato, encontraran en la casa de Don Bosco «calor de hogar» . Esa fue «la semilla» de la futura residencia que, veinte años después, el 1 de febrero de 1942 pondría la primera piedra gracias a las aportaciones voluntarias donadas por padres de alumnos .

Distinto, pero igual

La idea inicial era, más que un colegio, una casa para estudiantes, en el que además de fiestas religiosas tuvieran bibliotecas especializadas para las diversas facultades, salas de conferencias, actos académicos y campos de deportes. Desde aquellos 88 primeros residentes que comenzaron en la antigua casa a los 140 estudiantes que hoy residen en el colegio han cambiado muchas cosas. Pero en el fondo todo sigue igual o casi igual. El centro se ha modernizado tras varias reformas pero guarda la esencia de su fundación.

Según su director, el sacerdote salesiano Miguel Ángel Alvarez , este colegio mayor, adscrito a la Universidad de Sevilla, sigue conservando ese «espíritu de familia» y, de hecho, los estudiantes lo siguen considerando su casa. «En cuanto llevan varias semanas en el colegio ya hablan de su casa», dice el responsable del centro. Un paseo por sus instalaciones refleja que sigue conservando esa esencia. Pese a las reformas que ha experimentado en estas décadas (una en el año 1992 y otras posteriores), ha conservado el mismo espíritu. Se nota, sobre todo, en la planta baja. En los salones de la entrada, con los muebles clásicos o en los pasillos , en cuyas paredes cuelgan orlas con los antiguos alumnos y fotos de los quince directores que han pasado por el centro. O en la pequeña y coqueta capilla.

Celebración de la primera década del centro en mayo de 1955 ABC

Sigue habiendo muchos libros en la biblioteca de la planta baja. Aranzadi y otros manuales de consulta para los estudiantes aunque, obviamente, el centro se ha modernizado en cuanto a tecnologías y tiene wifi y hasta pantallas para jugar a la videoconsola en el salón . Es una estancia confortable que se constituye en punto de encuentro de los jóvenes. Con futbolines, billares y cómodas butacas.

Las instalaciones deportivas son uno de los puntos fuertes del colegio que tiene una piscina exterior, pistas de tenis, de fútbol y baloncesto y hasta un gimnasio con máquinas, unas infraestructuras que se antojan muy lejanas de aquellos tiempos en los que participaban en competiciones deportivas con los del Hernando Colón .

Los residentes disfrutan de un comedor a la antigua. Sigue habiendo cocina propia. Ana, cocinera desde hace 19 años , elabora cada día el menú a base de comida casera. «Muchos me piden repetir y me dicen que la comida está riquísima», relata orgullosa.

Luego, en la planta superior, las habitaciones están totalmente renovadas después de las obras que han ido haciendo cada verano cuando en los meses de julio y agosto el centro se cierra. El «resort Bosco» le llaman los estudiantes porque, a primera vista, parece un pasillo de hotel, con todas sus puertas contiguas y habitaciones individuales con baño y ventana.  

Colocación de la primera piedra ABC

Los estudiantes pagan 8.800 euros al año y suelen estar dos o tres cursos en el centro que también ha adaptado sus normas a los tiempos. Atrás quedaron las épocas en las que se encontraba a jóvenes conflictivos. Ahora los chicos tienen mucha libertad en cuanto a horarios. De lunes a miércoles cierran a medianoche, pero jueves y sábados hasta las 5.30 de la madrugada y los viernes a las 8 de la mañana.

«Seguimos fomentando la idea de que esto es su casa, una gran familia», explica el director, que recuerda la estrecha relación con la Universidad y cómo se fomenta la participación con un consejo colegial nombrado por los jóvenes. Compañerismo, amistad solidaridad, sacrificio, connivencia... son algunos de los valores que el San Juan Bosco sigue fomentando 75 años después.

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