La saga de los inspectores que aprueban a la primera
Hace más de tres décadas Ignacio Méndez era el más joven de la Agencia Tributaria en España. Ahora su hija Carmen sigue sus pasos y forma parte de la nueva generación que ha entrado en el cuerpo
En todas las profesiones existen dinastías y tradiciones. En la Agencia Tributaria también. En Sevilla se acaba de forjar la saga de ‘Los Méndez’ , que la forma un inspector que pasó la oposición a la primera y su hija, que siguiendo sus pasos también ha logrado superar en tiempo récord esta prueba (una de las más duras de la función pública en España).
«Terminé la carrera de Administración y Dirección de Empresas y empecé a preparar el temario mientras hacía la mili, a los 25 años aprobé y me convertí entonces —corría el año 1988— en el inspector más joven de España», rememora Ignacio Méndez. En aquellos tiempos, Méndez le tenía un gran respeto a su tío, que había sido director de Aduanas e inspector de licores en Jerez, aunque su vocación fiscalista estuvo marcada por una motivación más peregrina. «Fue mi mujer, que al terminar la carrera también se iba a preparar para entrar en la Agencia, la que me apuntó en la academia para que no perdiera el tiempo en la mili», bromea, con lo cual combinó el servicio militar obligatorio con largas hora de estudio.
Ahora ha sido su hija Carmen la que ha emulado su ejemplo. «No ha sido con 25 años, sino con 26, pero ella ha hecho el doble grado, con lo cual tiene más mérito que yo», sostiene con orgullo paterno. ¿Qué le ha llevado a seguir el mismo rumbo que su padre? «He estudiado en la Universidad Loyola , que es un centro que teje enlaces con numerosas empresas del sector privado y anima a los alumnos al emprendimiento más que a la función pública, pero he tenido excelentes profesores en áreas como el derecho tributario que han despertado esa vocación, apunta Carmen, que dedicó su trabajo de fin de grado a ahondar sus conocimientos en fiscalidad. Aunque su madre también trabaja en la Agencia (es técnico de Hacienda), en casa se hablaba poco del trabajo. «Escuchábamos cuando empezaba la campaña de IRPF o de IVA... pero donde me he decidido ha sido en la carrera».
Cambio radical
Estas dos generaciones pueden contrastar ahora cómo ha cambiado esta profesión —y este país— en los últimos treinta años. Ignacio Méndez recuerda que al comenzar su andadura «era esencial comenzar a ejercer en una plaza como Barcelona, ya que allí había grandes empresas y se aprendía de todas las materias, como fiscalidad internacional; Sevilla era una ciudad en la que, salvo muy contadas excepciones, el tejido empresarial estaba constituido por compañías muy pequeñas que limitaban el aprendizaje de un joven inspector». Ahora eso ha variado radicalmente. « Hay un conjunto tupido de empresas grandes, más diversificadas , en las que se aplican todos los ámbitos de la fiscalidad». Méndez cree que a veces no somos conscientes de la evolución que ha tenido la economía andaluza en el último cuarto de siglo.
No solo ha cambiado el entorno, también la propia Administración tributaria ha experimentado una transformación profunda. Cuando comenzó a ejercer la profesión era esencial «ir periódicamente al despacho del inspector jefe, allí se desplegaba el gran talonario con las preciadas actas de inspección, que es un documento público, como una letra de cambio, y te entregaban el número de actas perfectamente tasadas y si se estropeaba alguna había que certificarlo adecuadamente, las inspecciones se escribían a mano y las pasaban a máquina las secretarias… Hoy se nos antoja impensable... la Agencia Tributaria es ahora una de las administraciones más digitalizadas del mundo, somos un ejemplo para muchos países... el cambio ha sido sustancial».
Aunque es una realidad que se desconoce en la ciudad, Sevilla es uno de los principales semilleros de inspectores de Hacienda en España, dado que existen muy buenas academias para la preparación de nuevos opositores. Carmen Méndez apunta que más de un 10% de los aprobados de las últimas dos promociones han salido de academias hispalenses. ¿Qué le ha llevado a estudiar estas oposiciones en un momento en el que los jóvenes con buen expediente valoran más la proyección que puede aportar una carrera en una multinacional? «Durante la universidad había hecho prácticas en un gran banco internacional y en una firma de auditoría, me gustó aquel trabajo, pero me lancé a las oposiciones porque también me sentía muy atraída por el sector público». Comenzó a estudiar en pleno confinamiento y antes de que se cumpliera un año ya aprobó con nota el primero de los cinco exámenes que componen esta oposición. «A partir de ahí apliqué aquella filosofía del ‘partido a partido’, pasar la primera prueba me había dado ánimo y confianza, hasta que finalmente logré superarlos todos… Se dice que hemos sido una promoción muy buena, mi caso no ha sido el único».
Méndez ‘junior’ cree que una de las claves para lograr el éxito es mantener la serenidad y no renunciar a ciertos esparcimientos. «No he renunciado a tener un día de feria ni a ir a una boda, hay que mantener el ritmo y esto implica vivir algunos momentos de ocio que permiten afrontar todo con una actitud más positiva».
Otro de los factores determinantes es reflexionar sobre todo aquello que se estudia. «Con frecuencia se descalifica al opositor diciendo que repite temas como un papagayo, pero es una imagen muy tergiversada y falsa». Para defender un tema durante más de 45 minutos ante un tribunal «hay que haberlo comprendido todo muy bien, se requiere interiorizar a la perfección cada concepto, pues de los contrario es imposible mantener a raya los nervios en una exposición tan larga en la que hay cinco personas examinando cada detalle». El último ingrediente de la receta es pensar a largo plazo. «He tenido la fortuna de aprobar a la primera, pero mi preparador ya me había dicho antes que con mi actitud iba a terminar aprobando seguro la oposición si no a la primera ocasión, sí en la segunda o tercera».
Proyección de futuro
Ahora cree que en la Agencia Tributaria hay enormes posibilidades de desarrollo. En cuanto al componente salarial, equipara un empleo público de estas características a la economía de Japón . «Es un país con un PIB alto que no crece y se mantiene prácticamente estancado; a los inspectores nos ocurre igual: se parte desde un listón salarial muy alto desde el principio pero luego el crecimiento es menor al de la carrera en el sector privado». En cualquier caso, recuerda que «un porcentaje muy elevado de las grandes compañías del Ibex tiene a inspectores de Hacienda como directores de los departamentos de fiscalidad, con lo cual hay quien también logra después una proyección muy destacada en el mundo de la empresa».
No es el caso de su padre, que se ha mantenido fiel al sector público. Ignacio Méndez ha ejercido como secretario general de Hacienda de la Junta de Andalucía en los últimos tres años y previamente fue jefe de inspección, uno de los rangos más altos que se alcanzan en la Agencia. A su juicio, la función pública adolece de una formación más profunda en ámbitos ejecutivos y de gestión empresarial. «Hay que gestionar equipos amplios, no es sencillo, es una labor directiva que requiere habilidades que no se adquieren en la oposición, ahí existe un ámbito de mejora muy nítido». Ahora podrá transmitir su experiencia a su hija Carmen, que inaugura la saga de ‘Los Méndez’.
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