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Ana Ruiz Osuna: «El alma del moribundo se recogía con un beso para librarlo de espíritus malignos»
Doctora en arqueología, especialista en mundo funerario clásico, habla sobre las pervivencias de los antiguos ritos de las postrimerías
¿Existen pervivencias del mundo antiguo en los ritos funerarios actuales?
Indudablemente.
¿Qué mes dedicaba Roma a los muertos?
Noviembre no era el mes del calendario dedicado a los difuntos. Pero sí los de primavera. En febrero se celebraba el recuerdo a los padres, a finales de abril unas fiestas se dedicaban a aplacar los espíritus malignos y en mayo, las Rosalías, coincidiendo con la máxima floración de las rosas, se acudía a las tumbas para ponerles flores a los muertos. Como hacemos en un día como hoy.
¿El velatorio es rito romano o cristiano?
Por supuesto es romano. Y tiene un ritual exhaustivo. Comenzaba recogiendo, por el familiar más cercano, su último aliento, a través de un beso, para que el alma no cayera en manos de los espíritus malignos.
¿Se tomaba especial cuidado en comprobar que el difunto no era un muerto aparente?
De hecho, durante todo el velatorio, se llamaba al difunto por su nombre para comprobar que la persona no respondía a ese llamado y se daba por muerto.
El velatorio podía durar siete días o unas horas…
Así es. Cuanto más días duraba el velatorio se demostraba el estatus económico y social de la familia. El gasto en ungüentos, aceites y perfumes iba en proporción a los días de velatorio.
¿Algún difunto se levantó en el velatorio?
Sí, algunas fuentes nos han dejado constancia de esta situación, donde el difunto se levantaba en su velatorio. La gente salía corriendo, despavorida, ante un hecho tan sorprendente. Por eso tomaban precauciones contra la muerte aparente.
¿Guardaba alguna simbología colocar al difunto desnudo sobre el suelo?
Cuando un niño nacía se depositaba desnudo sobre el suelo. Y el padre legítimo lo recogía. En el ritual funerario, el hecho de colocar al difunto desnudo en el suelo era una manera simbólica de completar el círculo de la vida y volver a la tierra.
¿Qué sentido tenía el ajuar funerario?
Se ayudaba al difunto para continuar en la vida del más allá. Para la mayoría de los romanos el difunto «vivía» en la tumba y por eso se le ayudaba con sus vajillas, lamparitas para iluminarse en la otra vida, objetos personales, amuletos. Un solado llevaría sus armas. Los niños sus juguetes. Y un aristócrata, su anillo de oro.
Hoy se ha perdido lavar, perfumar y vestir con sus mejores galas a los difuntos, cosa que se hacía en casa hasta hace poco en zonas rurales. ¿En Roma lo hacían los familiares?
O bien los familiares más cercanos o el servicio de la casa. Lo ungían con perfumes, aceites y lo vestían con sus mejores galas.
Hasta hace poco, en los pueblos, se solía fotografiar al finado. ¿Por qué en Roma también se guardaba una imagen de los difuntos familiares?
Era una manera de mantener el recuerdo de esa persona. No existían fotografías. Pero se hacían mascarillas de cera que incorporaban al altar doméstico de los Dioses Manes, protectores de la familia.
¿Qué relación guardan los banquetes post mortem de Roma con las misas de difuntos de los cristianos?
Sobre todo lo que significa la reunión de la familia. Los romanos celebraban, a pie de tumba, diversos banquetes. El mismo día que lo enterraban y luego nueve días después. Tal como hacemos hoy los católicos con la misa de difuntos, nueve días después.
¿El luto es moderno o viene de antiguo?
El luto viene de antiguo. En Roma vestían de negro los que portaban al difunto hasta la necrópolis. Los hombres lo guardaban por una semana. Y las mujeres llevaban luto un año.
Las tumbas en las ciudades romanas se situaban extramuros, a lo largo de las puertas de entrada y salida de la ciudad…
Así es. Las tumbas además de un indicador de estatus social servían además para mantener la memoria, la ‘inmortalidad’ de la persona con su nombre grabado en la piedra. Evidentemente, los grandes monumentos funerarios estaban más cerca de la calzada y puertas de la ciudad.
La muralla separaba el mundo de los vivos del de los muertos. Ese orden se subvierte cuando el imperio abraza el cristianismo. ¿Por qué?
Porque cambia la mentalidad y los cristianos prefieren enterrarse en lugares vinculados a su religión, iglesias, centros martiriales y episcopales.
¿Qué epitafio la conmovió más?
Este epitafio corresponde a una tumba de Peñaflor, en Sevilla. «Consagrado a los Dioses Manes. Aquí yace Fabia Merope, liberta de Fabio Artimeto, de setenta y cinco años de edad. Piadosa entre los suyos. Que la tierra te sea leve. Si la Fortuna te hubiese dado tanto cuanto tu amor mereció, yo habría podido escribir este epitafio con letras de oro».
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